en medio de la tormenta
Las últimas semanas en Can Barça vienen siendo más movidas de lo habitual. La situación de Heurtel llevó al club blaugrana a la primera plana de la actividad deportiva, incluso por delante del fútbol. Las explicaciones llegaron, aunque la imagen del club ya había quedado tocada. La marea arrastraba a todo aquel que se dejara llevar por el discurso simplista y eso, sumado a algunas dudas en lo deportivo, despertaron un run-run alrededor del conjunto culé. La crítica, siempre necesaria, está llegando más pronto de lo esperado para un entrenador que giró por completo la forma de jugar de un equipo desahuciado de sus principios y que sigue en la lucha por amoldarse al traje que le puso Saras. Y cuando el incendio parecía acaparar toda la atención, el equipo salió en defensa de sus principios, de su orgullo. El Barça encontró la paz en el Wizink Center, quién lo hubiera dicho. Solo un año anómalo podría encajar con tanta naturalidad que el Real Madrid fuera el sanador de este Barça. Con la confianza de haber ganado el clásico, aunque sin contar con Mirotic en Munich, afrontaban los culés un duelo áspero ante un Bayern crecido por sus resultados pero que no podía contar con Lucic.
pustovyi como síntoma
Jasikevicius siempre fue un gran exprimidor de talento, capaz de sacar la mejor versión de jugadores que luego continuaron sin pena ni gloria su periplo baloncestístico. En ello influyó su pizarra, por supuesto, pero también su experiencia como jugador y su conocimiento de un vestuario. Su equipo, mermado de pívots, volvía a padecer jaquecas al diagramar su juego interior. No así él. Con Pustovyi de inicio, Saras reafirmó su confianza en el pívot ucraniano para paliar las bajas y lo hizo con apuesta doble al no modificar el guión del partido. La creación a partir del poste bajo tras los cambios en los bloqueos se mantuvo como la base ofensiva y Pustovyi respondió. Pasó de olvidado a jugador útil. Él fue el encargado de apuntalar la defensa bávara en los primeros compases, tomando -casi- siempre la decisión correcta en ataque. Sus costuras están a la vista, tanto como siempre, pero ahora su entrenador confía en él.
la labor de trinchieri
En el plan inicial de Trinchieri, los triples eran un arma fundamental. Sabedor de los problemas en el juego interior blaugrana, el entrenador de los alemanes se anticipó a su par. Sin Davies ni Mirotic, el Barça se vio obligado a defender de forma colectiva a los interiores bávaros, con sus exteriores realizando ayudas excesivamente largas que liberaron tiros a sus rivales. Por ello la importancia de los triples para el Bayern. El encuentro se les hizo cuesta arriba mientras los tiros no entraron, fiando todo a Baldwin y Jalen Reynolds, hasta que Zipser rompió el hielo. Él fue quien marcó la tónica en el segundo cuarto de lo que haría su equipo en el resto del encuentro. Su aparición representó el equilibrio que necesitaba el conjunto dirigido por Trinchieri para obligar al Barça a elegir su propio veneno.
la ley del ex
El martillazo de Jalen Reynolds ¡Bailó en la zona para terminar reventando el aro del FC Barcelona! #EuroligaDAZN pic.twitter.com/zp3CWiK7Aw
— DAZN España (@DAZN_ES) December 30, 2020
deja vú blaugrana
Los mayores obstáculos de un equipo siempre residen en la cabeza de sus jugadores, porque allí no hay decisión táctica que valga. El Barça, renovado este año, mantiene sin embargo algunos de sus fantasmas más antiguos, los que no le permiten avanzar de forma definitiva. Su apagón en el tercer cuarto es una muestra de ello, como ya le había pasado ante el Efes.. La actuación del Bayern en ese período sólo fue una muestra más de algo que a día de hoy es una tónica recurrente, el Barça es un equipo de rachas. Abrines tuvo la suya cuando el partido ya estaba sentenciado, lo mismo que Cory Higgins al inicio del encuentro, pero ninguno consiguió mantener la regularidad a lo largo del partido. Sí lo hizo Baldwin, estratosférico, y ahí estuvo la diferencia. A él se sumó Weiler-Babb, con el mismo acierto que Zipser. El conjunto bávaro no solo mantuvo una cierta regularidad sino que supo aguantar cuando en la moneda aparecía la cruz y hacer lo necesario para que cayera cara.
baldwin de bailarín
Existen jugadores muy buenos pero antiestéticos. También los hay que parecen sacados de una clase de baile de salón pero que acaban sin ser efectivos. Y luego están los que combinan talento y clase. Baldwin podría desfilar por una pasarela sin desentonar ni siquiera un poco, su elegancia es inherente. Poner la estética al servicio del juego es algo que está al alcance de muy pocos y que los norteamericanos hacen a las mil maravillas. El base del Bayern es uno de esos jugadores que se pasea de puntitas por la pista sin que nadie logre alcanzar su ritmo. No porque sea el más rápido, sino por el control constante del tempo de juego. Por el goce que genera verlo se pagaría una entrada y hasta un abono de temporada, sus jugadas amortizan cada céntimo. Baldwin fue la baza principal de Trincheri para lastimar a la defensa culé y el yankee no se escondió en ningún momento.
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