El 3 de Septiembre de 2006, domingo para ser más concretos, está grabado en la memoria de todo el aficionado español al baloncesto, fue el día en el que, sin Pau Gasol (lesionado en el pie en la semifinal), doblegó de manera inapelable a Grecia en la final del Mundobasket celebrado en Japón, alzando por primera vez (y no sería la única en los años venideros) el título de Campeón del Mundo.
Tanto España como Grecia optaban a su primera medalla en un Mundial de Baloncesto, ambas selecciones habían mostrado un baloncesto mayúsculo durante el campeonato, las dos venían de vencer a las grandes favoritas, Argentina y Estados Unidos, en unas semifinales fratricidas, ambas llegaban con la mochila llena de moral para hacer algo grande, pero en la final había un gran ausente, Pau Gasol, el héroe hispano en la semifinal ante Argentina, que se había lesionado en el pie en una acción fortuita en el tramo final de la semifinal.
Todos los ojos miraban al banquillo donde Pau, con el pie inmovilizado, animaba a sus compañeros, pero el verdadero protagonista estuvo en la pista, y ese protagonista fue la Selección Española de Baloncesto. Quedó demostrado que aquél equipo era mucho más que Pau Gasol, que todos los componentes de lo que se llamaría tiempo después “La Familia”, eran un bloque compacto que, como hacen las mejores construcciones de ingeniería, saben balancear el esfuerzo cuando una de sus piezas flaquea.
El pequeño de los Gasol, un chaval callado llamado Marc, tenía el difícil papel de “suplir” a su hermano, además, debía parar a una bestia como Schortisianitis, y cumplió, pero no solo el “niño Marc”, sino un equipo que arrolló a Grecia para dejar un hito más para la historia, los helenos son el equipo que menos puntos han conseguido en una final en un Mundial FIBA. El marcador fue 70-47 y la garganta del maestro Andrés Montes, fue la voz de todos y cada uno de los españolitos que descorchamos el champán una mañana de domingo y que acabamos arrodillados llorando delante de un televisor.
Un 3 de septiembre del año 2006, España alcanzaba su cima baloncestística hasta el momento. Un hito sin precedentes y que supuso el inicio de una era de éxitos y victorias memorables. Y 13 años más tarde, la selección española consiguió repetir el hito de colgarse el oro ante Argentina en China 2019.
Aún hoy, cuando reviso aquel partido, se me sigue erizando el bello de la nuca.