Todos los seres humanos guardan y seleccionan sus mejores recuerdos, el aroma de una persona especial, el sabor de la comida de una madre, o un momento importante de esos que marcan una vida. Quizás eso es lo que debió pensar el Herbalife Gran Canaria cuando saltó a pista para medirse con el UNICS Kazan, con su historia, y con la historia del baloncesto en general. Los de Aíto García Reneses solventaron un partido muy complicado ante un rival que fundió física y mentalmente a los amarillos, con el cuchillo siempre entre los dientes y con el peligro de la gran actuación que los de Pashutin realizaron en Kuban en la eliminatoria anterior. Al final, los grancanarios se plantaron a la final con un partido bonito y, sobre todo, para guardar en ese cajón especial de las memorias de aquellos que lo vivieron.

El encuentro comenzaba con un ambientazo espectacular en el GCA para vivir sus primeras semifinales de Eurocup, y los jugadores del Granca notaron desde el inicio ese aliento. No obstante, fueron los rusos los que quisieron dar primero con un Sergey Bykov desatado, poniendo en problemas a Tomás Bellas. Los rusos sabían de la necesidad de empezar golpeando, necesitaban ganar y empezaron con mucha pujanza en su juego. Entonces llegaría la reacción amarilla, dominando el rebote con soltura y surtiendo de balones a Edy Tavares para que este dejara la pelota cerca del aro. Los amarillos se vinieron arriba tras dos canastas rápidas, obligando a Pashutin a parar el encuentro (14-8).

Con James White asumiendo tiros, los de Kazán fueron recortando distancias y acercándose al Granca, su defensa había mejora y su ritmo ofensivo les era favorable enormemente, con un Curtis Jerrells dirigiendo los ataques. El partido se apretaba, pero los de Aíto no se amilanaban ante el nuevo empuje ruso. La intensidad defensiva fue subiendo enteros y el UNICS empezaba a reventar a los amarillos a base de faltas y un juego duro que desquiciaba al más pintado. El Gran Canaria no conseguía despegarse demasiado, pero al menos mantenía a ralla a los rusos con una buena dirección de juego y con un ritmo de partido alto.

Llegaba entonces la máxima ventaja del Granca con un buen despliegue de Báez y Newley, que siempre le dan ese toque de carácter que el equipo reclama en ocasiones, aunque el D’Or Fisher seguía haciendo daño desde la media y la larga distancia para llevar a su equipo al descanso con buenas sensaciones (40-36).

El inicio de la segunda mitad fue otro pequeño golpe sobre la mesa de los amarillos, con Kyle Kuric anotando desde la larga distancia para frenar un poco la intensidad rusa. El UNICS seguía con su juego duro, con su juego sucio, para intentar sacar al Granca del partido, algo que por momentos conseguía, llegando a ponerse incluso por delante. Los amarillos querían desacelerar el partido, pero eso les llevó a que su ataque empeorara, coincidiendo también con una mejora defensiva del UNICS, algo que sería determinante para que los visitantes dominaran el marcador (53-55).

Aún así, las ventajas que los de Pashutin alcanzaron no fueron suficientes como para hacer dudar a un Gran Canaria muy serio sobre la pista, sin perder los nervios, aunque, eso sí, el más nervioso era un Aíto que se pasó todo el partido de pie dando instrucciones a los suyos. Los grancanarios volvieron a tirar de agresividad y empezaron a romper la defensa del UNICS Kazan, volviendo a recuperar el dominio del marcador y de la situación. El buen hacer en pista de Oliver y Bellas se notaba mucho, porque los amarillos empezaron a tomar una renta considerable según se acercaba el final. El paso de los minutos corría en contra de los rusos, que se veían abocados a caer eliminados pero seguían luchando por la victoria.

La cara de los jugadores de Pashutin en el banquillo era de circunstancia, estaban viendo como la afición amarilla llevaba en volandas a los suyos a otra victoria más. El Herbalife Gran Canaria consiguió cerrar el pase de una manera brillante, ganando el partido y demostrando la personalidad que este equipo está obteniendo en cada ronda que pasan, como el adolescente que quema etapas hasta madurar. Los amarillos alcanzaron el cielo con el bocinazo final, y entonces pudieron colocar en el mapamundi del baloncesto europeo a una pequeña isla del atlántico que ahora manda en Europa (76-73).

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Y en la otra semifinal…

El Khimki de Moscú se convirtió en finalista de la Eurocup tras vencer a un correoso Banvit que hasta el final del partido no dejó de creer. Los de Kurtinaitis se agarraron a un enorme Tyrese Rice que, como nos tiene acostumbrado, realizó un partidazo. El buen inicio turco no hizo temblar a los moscovitas, que fueron capaces de ir punto a punto, defensa a defensa, retomando el control y llevando el partido a su sitio. Con el paso de los minutos el Khimki seguía mostrando superioridad, pero el Banvit no dejaba de pelear por nada del mundo. Los rusos se hicieron con una ventaja muy gorda, pero el Banvit fue capaz de poner en tensión a los jugadores del Khimki hasta el final, remontando casi doce puntos en menos de dos minutos, aunque al final no quedaría en nada. 

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