Brasil, el quinto país más grande del mundo. Un territorio con hasta seis regiones climáticas e infinidad de paisajes en los que perderte. Un lugar que ha visto nacer y crecer a tantos y tantos deportistas de élite de diferentes disciplinas. Tradicionalmente, se ha asociado a Brasil con el fútbol, y no nos equivocaríamos si dijéramos que desde siempre ha sido el deporte mayoritario -y con diferencia-.

También es muy popular el voleibol, jugado tanto en pista como en playa. Un escalón por debajo encontramos el baloncesto, pero cabe destacar que no siempre fue así, porque hubo una época en la que Brasil fue una potencia mundial: entre finales de los 50 y principios de los 60, el país carioca se alzó con dos títulos de la Copa del Mundo de la FIBA (1959 y 1963).

Problemas con la sede

En un principio, el Mundial se debía jugar en Manila, Filipinas. En esa época, en mitad de la Guerra Fría, la FIBA no se planteó organizar el evento en suelo europeo, así que pensó en el país asiático. Pero Bulgaria y la URSS se negaron a jugar ante Formosa, la actual Taiwán-. Ante esta situación, Filipinas informó que no iba a dar visados a ningún miembro de esos dos países, ni a los de Yugoslavia.

La FIBA actuó, y finalmente trasladó la sede a Brasil, concretamente a Río de Janeiro. Tras haber acogido la Copa del Mundo en 1954 -edición en la que quedaron segundos-, el país carioca volía a disfrutar el mejor baloncesto en una de sus ciudades más icónicas. No había mejor aliciente para demostrar quién dominaba el panorama del baloncesto mundial.

El camino hacia la gloria

Pese a que eran los vigentes campeones, no eran los favoritos. Potencias como la URSS, EEUU o Yugoslavia eran las firmes candidatas a llevarse el título, pero centrémonos en Brasil. La selección anfitriona se libró de la fase preliminar y se clasificó directamente para la ronda final. Hasta allí también llegaron la URSS, Yugoslavia, Francia, Puerto Rico, EEUU e Italia, pero ninguna de ellas fue capaz de batir al combinado nacional brasileño.

Precisamente en el último día de competición Brasil tuvo su partido más disputado. Logró vencer con algunos apuros a EEUU por 85-81, pero el resto de encuentros se los llevó con solvencia. +11 contra la URSS, +14 a Francia, +19 a Yugoslavia y a Italia, y +7 a Puerto Rico. Una apisonadora que, en palabras de Wlamir Marques, “ganó de principio a fin“. Él acabó siendo el MVP del torneo después de promediar 18 puntos por encuentro, aunque también destacó a nivel ofensivo Amaury Pasos.

No hay que olvidar que en ese Mundial de baloncesto 1963 destacó un tal Radivoj Korac, uno de los artífices de que Yugoslavia ascendiera hasta los primeros puestos del panorama baloncestístico del planeta. Acabó siendo una leyenda, y en Brasil ’63, con 24 años, se presentó ante el mundo. Tampoco nos olvidamos de otro jugador inigualable que disputó la gran cita: Willis Reed. El mítico interior americano lideró a USA, pero finalmente su selección quedó cuarta.