El Real Madrid chocó de lleno con el muro que Dusko Ivanovic planteó para conseguir una victoria que los atenienses necesitaban como el comer (85-69). Los griegos jugaron más físico y más agresivos que los blancos, algo a lo que se sumó un enorme Nikos Pappas que no tuvo rival en el día de hoy. El base/escolta, que jugó cedido por el Bilbao Basket en el Real Madrid B de LEB Bronce en la campaña 2008-09, tomó las riendas del partido con mucha facilidad, desarrollando un baloncesto que enamora y siendo el hombre clave de un tercer cuarto donde los orgullosos verdes rompieron el encuentro. El Madrid poco pudo hacer ante un Panathinaikos que mostró una superioridad tanto en defensa como en ataque, tanto en el interior como en el exterior, para hacernos disfrutar con ese baloncesto a veces rudimentario. 

Muy seguro en la zona comenzaba el Panathinaikos su partido, cerrando su aro a los hombres grandes del Madrid y mostrando buenas formas en ataque. Los blancos reaccionaban gracias a un triplazo made in Llull, de esos que dinamitan una posesión que está a punto de acabarse. La igualdad se instauraba en el encuentro, los griegos se hacían fuertes desde una defensa dinámica y con muchos cambios de marcaje, lo que obligaba al Madrid a mover mucho el balón para conseguir canasta (10-7). El Madrid necesitaba cambiar un poco el ritmo de su juego, porque le costaba superar el muro de los atenienses, pues sólo los triples de Llull y Rivers conseguían mantener al Madrid relativamente cerca. Los de Ivanovic seguían un guion bastante lineal en su juego, habían conseguido frenar al Madrid de primeras, aunque el potencial blanco salió a relucir para aferrarse al marcador. La dirección y puntos de Llull fueron claves en este primer periodo (19-15).

youtube://v/1wQUR-ff9JoEl público del Olympic Sports Center de Atenas apretaba de lo lindo a un Madrid que estaba sufriendo el asedio de un Panathinaikos metidísimo en el encuentro. Los de Laso lo intentaban pero los de Atenas estaban a un nivel tremendo, algo que se tradujo en un matazo de DeMarcus Nelson que hizo resoplar al propio entrenador vitoriano (27-19). Tras ese lujo, el Madrid quiso despertar y lo hizo con un triple de Rudy que abría la veda. Los blancos se encontraron algo más cómodos corriendo la pista para forzar a Ivanovic a parar el partido con un tiempo muerto. Todo volvía a igualarse y las defensas apretaban un poco más, pero los locales salieron reforzados de ese estirón blanco golpeándole al Madrid de nuevo a través de un juego más físico y embarrado. El encuentro se trababa de nuevo, pero tanto Lawal como Gist se convirtieron en una pesadilla constante para un Real Madrid que seguía estancado ofensivamente (41-35).

El paso por los vestuarios mantuvo el partido por los mismos derroteros del juego duro y físico que mostraba el Panathinaikos, obligando al Madrid a sudar mucho para anotar. No obstante, el empuje de Felipe Reyes salvaba los muebles por el momento, pues el capitán blanco asumió las responsabilidades ofensivas en un momento delicado. El Panathinaikos jugaba su papel con maestría, Ivanovic había planteado una defensa férrea que sólo daba respiro al Madrid en la línea del 6,75. Al Real Madrid le era casi imposible penetrar en la zona y sobrevivía a base de triples y tiros libres en un partido que se le ponía cuesta arriba (54-45). En ese sentido, el control del encuentro que estaba llevando Nikos Pappas era sublime, el joven base mostraba mucha seguridad en todo lo que hacía sobre la pista. El combo-guard estaba bordando un cuarto de ensueño. A los griegos les salía todo, y eso se demostró con una canasta a la remanguillé de Nelson sobre la bocina; los blancos pedían auxilio (69-53).

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Al Madrid se le iba el partido de las manos y el Panathinaikos mantenía su enorme rigor defensivo. Sólo un vendaval de triples o una desconexión muy grave de los griegos  cambiarían el partido, pues con Pappas haciendo lo que le daba la gana y el Panathinaikos haciendo una defensa de esas que ganan campeonatos, el partido se iba esfumando para los de Laso. El Madrid volvía a la carga aunque sin demasiado éxito porque los blancos no eran el de los grandes días, el de las grandes tardes, echaron en falta esa chispa y esa velocidad que les caracterizaba (78-58). Con casi todo perdido aparecieron los puntos de Jaycee Carroll para ir maquillando la cuestión de un partido que se les fue en un tercer cuarto para olvidar. El paso de los minutos nos dejó ver al Madrid más suelto, pues una vez el Panathinaikos pisó freno todo volvió a la normalidad (85-69).

ESTADÍSTICAS

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