La legendaria jugadora de baloncesto española, Amaya Valdemoro, ha compartido en una serie de entrevistas sinceras y reveladoras las duras consecuencias físicas y emocionales que ha dejado su carrera en el deporte de élite. En conversaciones con Quique Peinado, Valdemoro reflexiona sobre las exigentes prácticas de entrenamiento de su época, el impacto en su salud actual y el invaluable apoyo de su padre a lo largo de su trayectoria.
Una carrera forjada en la exigencia extrema
“Hubiese sido la hostia en esta época”, afirma Amaya Valdemoro al imaginar cómo habría sido su carrera con las herramientas y conocimientos actuales. Sin embargo, su realidad fue muy diferente. “Tenía entrenadores que no me dejaban beber agua”, recuerda, destacando las condiciones extremas a las que fue sometida. La cultura del sacrificio sin límites imperaba: “Si decías ‘me duele’, pues seguías entrenando”.
Valdemoro describe jornadas maratonianas que podían extenderse hasta nueve horas en el pabellón. “Eran dos horas y media de cancha, vendadas, haciendo cinco contra cinco. Si sumas tiro y pesas, suma”, explica. Esta sobreexigencia no solo afectaba su rendimiento inmediato, sino que también dejó profundas secuelas físicas.
La exjugadora también resalta la falta de apoyo médico adecuado. “He llegado a hacerme una resonancia, ver que tengo una rotura y decirme que tengo problemas psicológicos”, relata. A pesar de las evidentes lesiones, sus dolencias eran minimizadas o atribuidas a factores mentales, una práctica que ahora se ve con preocupación.
@CompeticionFEB: Recordando el día en el que…
El Pool Getafe conquistó su primer doblete como equipo madrileño, a las órdenes de Antonio Díaz Miguel y liderado por @valdemoro13, Pilar Valero, Blanca Ares…
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Temp. 1996/97
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El invaluable apoyo de su padre
Más allá de las canchas, Amaya Valdemoro destaca la figura de su padre como un pilar fundamental en su vida y carrera. Tras la pérdida de su madre a los 18 años, su padre se convirtió en su principal apoyo. “Estoy aquí por mi padre. Ha sido una persona hiperquerida”, expresa con profunda gratitud.
Él no solo la acompañaba en los partidos, sino que también le brindaba orientación y críticas constructivas. “Siempre me decía lo que había hecho mal y lo que había hecho bien”, recuerda. Su padre jugó un papel crucial en mantenerla enfocada y equilibrada, tanto en lo profesional como en lo personal.
Valdemoro enfatiza la importancia del apoyo familiar en la vida de un deportista. “Es importantísimo que detrás de un deportista haya una familia que les esté apoyando”, afirma. Su padre fue ese soporte inquebrantable que le permitió enfrentar los desafíos y exigencias de su carrera.
“Yo he entrenado llorando.12 días sin poder levantarme de un sofá. Retomé el tratamiento psicológico y me rodee de la gente que me quiere”
Gracias por compartir @valdemoro13 y gracias @relevo y @quiquepeinado por visibilizar la #SaludMental en el #deporte https://t.co/RoPZipffxX
— SALUD MENTAL ESPAÑA (@consaludmental) September 24, 2024
Reflexiones sobre la era actual del deporte
Al comparar su época con la actual, Amaya Valdemoro reconoce los avances significativos en el deporte. “Ahora tienen todo para ser buenísimas. Tienen mejor información de todo y la información es poder”, señala. Destaca aspectos como la nutrición, la biomecánica y las metodologías de entrenamiento que podrían haber potenciado aún más su rendimiento.
Sin embargo, también muestra reservas sobre cómo habría manejado ciertas dinámicas actuales, especialmente las redes sociales. “No sé cómo hubiese llevado el tema redes sociales… generarte tu propia marca. No sé cómo lo hubiese gestionado yo”, admite. A pesar de ello, reconoce que las nuevas generaciones tienen herramientas que les permiten desarrollarse de manera más integral.
La mejor jugadra española de todos los tiempos.
campeona de la WNBA
Campeona de Europa con la selección
258 veces internacionalAmaya Valdemoro@valdemoro13
(Alcobendas, 18/8/76)#leyenda pic.twitter.com/3ujJWPxtLn— Museo del Deporte ® (@DeporteMuseo) August 18, 2024
La trayectoria de Amaya Valdemoro es un testimonio de pasión, dedicación y sacrificio. Su historia sirve como reflexión sobre las prácticas del pasado y como advertencia para las nuevas generaciones. “Hubiese sido mejor jugadora con los recursos actuales”, afirma, pero también es consciente de que las experiencias vividas la han moldeado.