"Bienvenidos, señoras y señores, al partido del siglo en este carrusel deportivo. Vamos a presenciar el encuentro de la máxima, un Madrid-Barça o un Barça-Madrid, como ustedes quieran." ¿No llegaron a conocer este tipo de programa radiofónico aplicado exclusivamente al baloncesto? Duró realmente poco, pero fue un experimento tan apreciable que yo sigo echándolo en falta. Porque si hay un deporte intenso, y vocabulario para expresarlo, es sin duda el deporte de la bola gorda y anaranjada. ¿Por qué dejaron de emitirse? Recuerdo que nacieron al amparo del célebre tirón de los ’80, sobre todo tras el Europeo de Nantes y los JJ.OO. de Los Ángeles en 1984.

Desde entonces, pocas cosas han cambiado: los equipos futboleros siguen moviendo masas en nuestro deporte, pero sólo si juegan uno contra otro. Mientras escribo me cuentan que ha habido casi dos millones de espectadores de promedio viéndolo. La mitad de ellos ya no verá ningún otro encuentro de este playoff copero. Qué le vamos a hacer, seguiremos siendo fieles los fieles.

Cuando todo el mundo alaba a Lolo Sainz

Grita Julio César Lamas, entra en pista, se come a los anotadores en la mesa. Por su aspecto, es el tipo de argentino al que uno contrataría sin dudarlo, pequeño, bien peinado, "¿me dice usted la hora?" Y es cuando levanta esa mirada fría y desdeñosa, porque Lamas mira siempre desconfiadamente, y uno se da cuenta de que ha metido la pata: ¿qué habré olvidado decir? Ah, sí: "por favor". Y luego explica, mire usted, cuenta y no adorna, como su compatriota y ahora jefe Jorge Valdano.

Lamas es todo un personaje. El curso pasado, en Alicante, no tuvo reparos en abroncar a Pablo Prigioni partido tras partido, lo mismo que a Víctor Baldo, ambos favoritos de la afición. ¿Conocen a algún entrenador que se enfrente a la grada y aun así sea apreciado? Ése es Lamas, todo un personaje. Ahora que el Madrid parece que está jugando baloncesto (toda una novedad), los medios generalistas dan todo el mérito a Lolo Sainz, que la tiene. Pero cuando estaba mal, la culpa era de Lamas. Ya.

La jugada final, o cómo entender el libro de reglas

Pues no, yo no me voy a inclinar por un bando o por otro. Creo que está mal definido cuándo es falta con continuación y cuándo no: en la NBA sí lo saben: se puede siempre que ya haya terminado uno el dribling, es decir, cuando coge la bola con ambas manos y ha dejado de botar. Así de claro. Aquí en FIBA, o en España o Europa, pues depende de quién pite o vea la jugada. Pero puestos a criticar una regla, prefiero la de los pasos de salida. ¿Hasta cuándo tenemos que seguir aguantando esto? ¿Por qué tras una difícil entrada a canasta miramos siempre al árbitro, por si son pasos? Eso es desvirtuar el juego, el espectáculo. De nuevo, en la NBA no existe esto.