No es nada habitual que el Baskonia acapare titulares y portadas en medios de comunicación tanto nacionales como estadounidenses, pero esa es justo la situación del día. Todo por el fichaje de Lamar Odom.
La expectación que acompaña a Odom es razonable. El versátil jugador fue compañero de Pau Gasol en los Lakers durante cuatro años, y una parte muy importante de los dos anillos que la franquicia angelina consiguió en 2009 y 2010. En 2011, todavía siendo jugador de los Lakers, Odom jugó el mejor baloncesto de su vida y terminó por llevarse el premio al mejor sexto hombre de la NBA.
No obstante, quien espere a aquel jugador en Vitoria espera en vano.
Los últimos dos años de la vida de Odom han tenido más actividad fuera de la pista que dentro de ella. El drama del jugador ha incluido rumores de abuso de alcohol y drogas, desapariciones misteriosas, ingresos en clínicas de desintoxicación, shows televisivos, divorcios, detenciones por conducción en estado de embriaguez, y una lista que sigue.
El Odom que "jugó" en los Dallas Mavericks la temporada 2011-12 fue desastroso hasta el punto de que la franquicia decidió separarlo del equipo (y seguir pagándole) para poder usar su puesto y fichar a alguien que de verdad pudiese ayudar.

Sin embargo, el Odom que volvió a Los Angeles para jugar la temporada 2012-13 con los Clippers fue una historia muy distinta, aunque a simple vista no lo parezca. El último Odom de los Lakers promedió 14.4 puntos y 8.7 rebotes con un 53% en tiros de campo en 32 minutos por partido. El Odom de la temporada pasada promedió en los Clippers 4 puntos y 6 rebotes con un 40% en tiros de campo (y un horrendo 48% en tiros libres) en casi 20 minutos por partido. El día y la noche. O quizás no tanto.
El Odom de los Clippers vivió un cambio radical de su rol con respecto al que solía tener en los Lakers. El nuevo Lamar Odom había perdido su tiro de media y larga distancia y gran parte de su explosividad, pero había varias cosas que seguía haciendo a muy buen nivel. Las principales, defender y rebotear.
Los Clippers de 2013 fueron una apisonadora que acabó ganando 56 partidos y logrando el primer título de la Pacific Division de su historia. Y si bien una gran parte del mérito debe ser atribuida a sus estrellas Chris Paul y Blake Griffin, otra importante parte del éxito Clipper fue su banquillo. Cada noche el quinteto suplente formado por Eric Bledsoe, Jamal Crawford, Matt Barnes, Lamar Odom y Ronnie Turiaf destrozaba al banquillo rival, creando ventajas que luego Paul, Griffin y el resto de titulares se encargaban de mantener. Y esto lo hacían principalmente desde la defensa. Con ellos en pista, el rival ni siquiera anotaba 90 puntos por cada 100 posesiones, una marca que haría enverdecer de envidia hasta a la mejor defensa NBA actual, los Indiana Pacers. Los titulares Clippers, sin embargo, recibían de media 14 puntos más en esas mismas 100 posesiones.
Ya a nivel individual, esos mismos datos señalan a Odom como uno de los principales culpables del éxito del banquillo Clipper. Con él en pista, su equipo anotaba 9.7 puntos más que el rival por cada 100 posesiones, el mejor registro de la plantilla, superando incluso a Paul o Griffin. Odom fue además el jugador de los Clippers que más rebotes por minuto jugado capturó a lo largo de la temporada.
Estos datos muestran a un Odom lleno de contrastes. Un jugador capaz de producir de muchas maneras en defensa, y que conserva su versatilidad característica en ataque, pero que lleva dos años con unos porcentajes en el tiro exterior que harían parecer a Ricky Rubio un tirador de élite.
Una cosa queda clara en cualquier caso. La expectación que la llegada de Odom está despertando no tiene apenas que ver con el jugador actual, sino con el jugador que fue en los Lakers y con su persona fuera de las pistas.
Si nos tenemos que guiar por lo último que vimos de Odom sobre una pista de baloncesto, el Laboral Kutxa consigue un jugador polivalente, con unos fundamentos depurados en el bote y el pase, un buen conocimiento del juego y una gran habilidad para terminar cerca del aro. Pero sobre todo, consiguen una presencia defensiva de gran nivel en la zona y unos brazos interminables capaces de capturar rebotes en enormes cantidades.
Sin embargo, si nos tenemos que guiar por lo último que vimos de Odom fuera de las pistas de baloncesto, surgen dudas hasta sobre si será capaz de realizar su trabajo con la profesionalidad que requiere.
Baskonia se merece al mejor Odom. Está por ver qué Odom es el que realmente llega a Vitoria.