Llegados a este punto, el Real Madrid se ha terminado ganando un respeto. Ese equipo que iba a ser vencido por todos los grandes, ese conjunto vilipendiado injustamente en algunas ocasiones, llega al tramo final de la campaña en condiciones de meterse en la Final de la ACB.

Pueden ser peores o mejores, estar más acertados o menos, pero el caso es que los jugadores blancos no se van a rendir jamás. Dijo Plaza al principio de temporada, cuando hubo tormenta de resultados y muchos clamaron por su cabeza, que el objetivo era llegar al momento decisivo en plenitud. Parece que lo ha conseguido.

El Madrid ha pasado por encima al TAU, en el encuentro en el que se jugaba la vida, cuando muchos le colgaban el cartel de “cerrado por vacaciones” antes de bajar la verja. Quedaba un duelo, con Florentino en el palco, el futuro de la sección incierto, el nombre de Messina en boca de muchos. Y lo han ganado. Si esta es la última vez que el Real Madrid juega en Vistalegre en la presente campaña, el aficionado no se puede llevar mejor recuerdo.

Realmente, el enfrentamiento sólo duró un tiempo, 20 minutos. Hasta ahí aguantó el TAU. Luego, a la vuelta de las duchas, juraríamos que regresaron clones y que los jugadores de verdad emprendieron el viaje a Vitoria. No apareció Rakocevic, nunca estuvo metido en el partido, Splitter perdió su duelo contra Reyes (9/10 en tiros de 2 y 26 de valoración) y al TAU se le iba el norte, mientras que el Madrid, de la mano de su capitán, de Álex Mumbrú , de Raül y de Bullock, sacaba los pasajes para volver al Buesa el sábado.

No estamos hablando de una victoria cualquiera, sino de la derrota más dura cosechada en liga por el cuadro vasco en los últimos 9 años. Y es que enfrente tenía al mejor Madrid de todo el curso. Fresco, dinámico, atento, rápido, eléctrico, efectivo…firmó 16 ataques seguidos anotando.

Dusko Ivanovic, en la rueda de prensa posterior, se echaba toda la culpa de la derrota. Lo que es cierto es que el TAU ha perdido una oportunidad de oro para evitar resucitar fantasmas de otros tiempos.

Aunque fuese en 2005, el recuerdo de la canasta de Herreros planeará irremediablemente sobre el Buesa Arena el sábado, donde ningún vistante, no se olvide eso, ha ganado este año en ACB.

La historia, como bien ha dicho Ivanovic, no gana partidos, pero el peso de aquel postrero triple puede ser una losa para sus pupilos si las cosas se tuercen.

La clave va estar en cómo salga el TAU. Seamos sinceros, por mucho nombre que lleve su escudo, el Madrid tiene menos que perder que el conjunto vitoriano. Será un duelo inolvidable. Estamos seguros de que entonces, se verá al mejor TAU posible. Y lo veremos frente a un Madrid herido en su orgullo, que se niega a entregar la cuchara. Como tantas otras veces.