"Fernando tiene derecho a esta aventura. Yo creo que si tuviera la altura de Romay sería uno de los mejores pívots de la NBA. Se pegaría con Kareem Abdul-Jabbar y con su padre" (Antonio Díaz Miguel, en una entrevista a El País.)
¿Qué hubiera pasado si Fernando Martín hubiera medido 2.10? ¿La NBA le hubiera dado la oportunidad igualmente a un desconocido? ¿Hubiera tenido las mismas oportunidades que, por ejemplo, Detlef Schrempf?
Fernando Martín fue elegido por los New Jersey Nets en el draft del 85, en el puesto 38, en segunda ronda. En el número 8 los Mavericks escogían a Detlef Schrempf, un jugador del mismo perfil físico que Martín aunque más versátil y que se había formado en la universidad de Washington. Eurpeo de buena planta originario de Alemania, un país con poca tradición baloncestística, pero ya conocía la cultura americana, un valor muy importante en una época en la que la NBA tenía mucho miedo a lo desconocido (dígase Europa). Los Mavericks fueron los más arriesgados y en primera ronda apostaron por los dos siete pies extranjeros. El canadiense Bill Wennington (Saint John’s) era elegido en el puesto 18 y otro alemán, Uwe Blab, le seguía inmediatamente después. La legión extranjera fue continuada por Mike Smrek (Canadá), Manute Bol (Sudán), Anicet Lavodrama (Repúbica Centroafricana), Gunter Bhenke (Alemania), Georghi Glouchkov (Bulgaria)…
La NBA mostraba un desconocimiento brutal hacia el exterior como lo demuestra la apuesta por pívots altísimos o jugadores interiores fuertes. Los "exóticos" eran Martín, Bol, Bhenke y Glouchkov. Tenían ante sí más barreras que el resto de internacionales elegidos en ese draft "aperturista".
Fernando Martín no jugaría en los Nets. La NBA invalidó la elección de New Jersey porque el pívot madrileño sobrepasaba la edad permitida para ser seleccionable. Los Trail Blazers aprovecharon la ocasión para ficharle y el 31 de octubre jugaba sus primeros minutos en la NBA en la derrota ante los Seattle Supersonics.
Seguimos con el ex seleccionador español: "La fuerza la tiene. Tiene el corazón. Lo que ocurre es que la velocidad de la NBA es mucha velocidad, y para jugar debajo de la canasta se necesita más estatura, pero eso lo vengo diciendo desde hace años".
El choque cultural fue duro para el madrileño algo que le marcó en sus primeros meses. “Fue el cambio de vida, el tiempo que tardaron en conseguirle casa, conseguir un coche”, explicaba Díaz Miguel tras pasar unos días con él en enero del 87. La peligrosa relación de Bowie con las lesiones (sufriría este mismo año su lesión más grave) obligó a los Blazers a apostar por Steve Johnson, un 4-5 anotador pero poco amigo de los sobreesfuerzos defensivos. El resto de competidores era Kenny Carr, un interior fortísimo que acabó promediando 10 rebotes por partido, el veterano Caldwell Jones, otro especialista defensivo y los rookies Kevin Duckworth (center puro) y Walter Berry, la principal apuesta de los Blazers, con problemas físicos y extradeportivos…
La competencia, pues, resultó durísima. Las estrellas, Kiki Vandeweghe y unos emergentes Kersey y Drexler, no eran competencia directa pero Mike Schuler decidió apostar por jugadores con oficio y por el producto nacional.
“Sigo pensando lo mismo de siempre, e incluso mucho más atrás: lo que me hubiera gustado habría sido pasarme cuatro años en una Universidad americana; realmente me da tristeza no haberme ido allí con 18 años”.
El miedo a lo desconocido, de nuevo, se unía a la reticencia al aperturismo. ¿Hubiera podido tener Martín una carrera en la NBA tan exitosa como la de Schrempf he haberse formado en USA?
Las lesiones también restaron y mucho. Una lesión en la nariz y una artroscopia en la rodilla le tuvieron apartado dos meses de la competición. Un tiempo demasiado valioso si tenemos en cuenta que Schuler sólo lo utilizó una media de 6 minutos en 24 partidos. Sus promedios fueron de 0.9 puntos y 1.6 rebotes. Cuando anotó 6 puntos y 7 rebotes en la victoria ante Clippers (99-134) fue una gran victoria en una guerra muy, muy dura. Pero no tuvo más oportunidades para conseguir más gestas.
La temporada anterior a su marcha a la NBA había promediado 21 puntos y 7 rebotes. Luchó –siempre fue un luchador- contra la falta de oportunidades y al final optó por volver al Real Madrid donde continuaría con sus éxitos colectivos e individuales. Lo que vino después ya lo sabemos.
Fernando fue pionero entre los grandes jugadores que buscaron el dorado de la NBA, un paraíso exclusivo para los residentes y “asimilados”. Su lucha, sin embargo, tendría su recompensa para los grandes talentos que vendrían detrás. Divac, Radja, Kukoc, Danilovic….¿qué sería de ellos sin el espíritu del gladiador?