El nivel de exigencia física del basket actual lleva a los equipos de elite a contar con plantillas con prácticamente dos quintetos virtuales que permitan afrontar la temporada con garantías. En no pocas ocasiones son las segundas unidades que salen desde el banquillo el elemento diferenciador entre unos y otros equipos, el factor que se convierte en la clave del éxito. Las rotaciones son cada vez más profundas y el reparto entre titulares y jugadores de banquillo, más equitativas. Es extraño ver jugadores que disputen más de 30 minutos de media por partido debido a estos plantamientos del baloncesto moderno.
Los pioneros en este sistema de rotaciones fueron los Bad Boys de Detroit de finales de los 80. Chuck Daly impuso un juego donde las defensas era agresivas, con constantes ayudas. Un desgaste espectacular que requería a cinco jugadores frescos en todo momento en la cancha. Por ello, armó una plantilla en la que hasta diez jugadores entraban en la rotación del equipo, siendo los frutos cosechados los anillos de 1989 y 1990.
En España fue Aito García Reneses el que, en aquella época, fue imponiendo las rotaciones en el juego de un FC Barcelona que contaba con una plantilla larga que facilitaba tal sistema. Unas rotaciones que llevaría hasta el extremo un incomprendido George Karl en su paso por el Real Madrid en la temporada 1989-90. Hasta ese momento, los clubes de la ACB solían tener un quinteto de salida estable y se utilizaban, normalmente, un jugador por puesto para dar refresco a los titulares. Esa era la regla general. Pero hubo un equipo que fue la excepción, alejándose de las nuevas tendencias de manera radical. Fue el Caja de Ronda de Mario Pesquera, un equipo que durante dos temporadas (1988-89 y 1989-90) tuteó a los grandes de la competición utilizando una estructura en la que cuatro de sus jugadores disputaban prácticamente los 40 minutos de juego partido tras partido.
Mario Pesquera era ya en 1988 un prestigioso entrenador de primer nivel del basket español, que destacaba por su buen hacer en el CB Valladolid, equipo al que había entrenado desde el comienzo de la década de los 80. Aquel verano de 1988, Caja de Ronda contrató a Pesquera para liderar un nuevo proyecto más ambicioso. Tras los apuros pasados la campaña anterior, en la que se libró del descenso por muy poco, el club malagueño quería dar un paso adelante y asentarse entre la clase media de la liga. Para ello, además de a Pesquera, se fichó a una nueva pareja de extranjeros: por un lado al joven Joe Arlauckas, un jugador totalmente desconocido en España, y por otro al veterano Ricky Brown, un pívot de muchísimo caché que venía de coronarse como Campeón de Europa con el Tracer de Milán. Ellos, junto con el base Fede Ramiro y el ala-pívot Rafa Vecina, formarían la columna vertebral de aquel proyecto.
Pesquera instauró en el Caja de Ronda un sistema de juego de ritmo pausado, de basket control, con marcadores que no alcanzaban los 80 puntos. Se agotaban las posesiones hasta buscar la mejor de las situaciones para lanzar a canasta con un alto grado resolutivo. Tal y como relata Rafa Vecina, “Mario argumentaba que a partir del segundo 18-20 de posesión los equipos dejan de defender” y “teníamos un equipo con una gran facilidad para entender el baloncesto y sobre todo para resolver un ataque en menos de 10 segundos”. Por su parte, en la otra parte de la cancha se practicaba, tal y como señala Vecina “una defensa individual inteligente con muchas ayudas y eligiendo el dejar lanzar al jugador con peores porcentajes en caso de no llegar; también una de las mejores defensas match-up que realizamos en nuestra carrera deportiva.” Y todo esto se realizaba manteniendo en pista ¡casi los 40 minutos de juego! a los Ramiro, Arlauckas (jugando de 3), Vecina y Brown. “Si queréis jugar 40 minutos, no podéis descansar en los entrenamientos (que duraban 2 horas)”, así motivaba Pesquera a sus pupilos, según Vecina, para poder resistir durante todo el encuentro en pista.
En una temporada en la que Caja de Ronda obtuvo unos registros históricos (se disputó por primera vez la fase final de la Copa del Rey y se logró una plaza para la Copa Korac, también por primera vez en la historia del club de la Costa de Sol), Fede Ramiro (9.7 puntos y 3.3 asistencias de media) se fue hasta los 38:06 minutos por encuentro; Arlauckas (21.2 puntos y 7.2 rebotes) llegó a 38:33 minutos; Brown (24.3 puntos y 9.8 rebotes) firmó 37:31 minutos en pista; mientras que Vecina (14.8 puntos y 6.1 rebotes) se quedó en 33:39. Normalmente el quinto jugador en formar el quinteto titular era el escolta Luis Blanco, que repartía sus minutos principalmente con los exteriores Jordi Grau y Pepe Palacios. Otros jugadores de la plantilla, como Juan Antonio Rosa, Juanma Gómez y José María Cárdenas tuvieron una participación meramente testimonial.
En la segunda campaña de Pesquera en Málaga (1989-90), la tendencia no solamente no se mantuvo, sino que se acentuó. Los Arlauckas (22.4 puntos y 5.7 rebotes en 38:56 minutos), Vecina (14.6 puntos y 6.9 rebotes en 37 minutos) y Brown (19.6 puntos y 8.7 rebotes en 36:42 minutos) volverían a superar ampliamente los 35 minutos de juego por partido. Extremo fue el caso de Fede Ramiro (9.7 puntos y 5.6 asistencias). El sólido base madrileño se fue hasta los ¡40:33! minutos por encuentro, promedió alcanzado sumando los encuentros con prórroga disputados por el cuadro malagueño. Un hecho insólito en la historia de nuestra liga. El resto de minutos y la última plaza del quinteto inicial se repartirían de nuevo entre Grau, Blanco y Palacios. Jugadores como Benítez, Sánches, Torrubia, Cárdenas, Bazán y un jovencísimo Chus Lázaro serían meros convidados de piedra.
En cuanto a los resultados deportivos cosechados en aquella temporada, Caja de Ronda quedaría fuera de la Korac a las primeras de cambio. Sin embargo, su papel en la Liga ACB sería muy destacado. Cuartos en la fase regular, los de Pesquera caerían en los cruces de cuartos de final del playoff por el título a manos del Estudiantes. Se lograría plaza de nuevo para Europa y para la historia quedarán sus tres victorias ante el Real Madrid y las dos conseguidas ante el FC Barcelona a lo largo de la campaña. Una temporada espectacular para un conjunto serio y muy respetado en la Liga que tendría como premio para Fede Ramiro y Rafa Vecina la llamada de la Selección.
A comienzos de la temporada 1990-91 se daría fin de manera abrupta al ciclo de Pesquera en Málaga. Sin Arlauckas, ni Brown ya en el equipo, Pesquera sería cesado tanto por los resultados deportivos, que no era los esperados, como por su negativa a alinear a Mike Smith antes de que obtuviera la nacionalidad española. Acababa así a un periodo brillante en el que la ACB miró a Caja de Ronda con admiración por el meritoria trabajo realizado por Pesquera y sus cuatro magníficos.
Una historia la de este Caja de Ronda que seguramente desconocerán los más jóvenes lectores y, por ello digna de ser recordada. Rememora con nostalgia Rafa Vecina: “Todo suma, aunque, como ya sabemos todos, la materia prima es lo importante. Y de eso teníamos, incluso en los jugadores que no jugaban tanto, sin ellos hubiera sido inviable hacer todo ésto”. Respecto a la posibilidad de utilizar a jugar en el basket actual prácticamente sin recambios, afirma Vecina que “Ahora creo que sería muy complicado, ya que el basket es más rápido (24 segundos) y de otro estilo, primando mucho más el físico y la individualidad para conseguir desbordar y generar situaciones de desventajas, que el juego de conjunto de nuestra época, con más pausa para leer situaciones y quizás con menos talento individual. El baloncesto es siempre baloncesto y siempre será diferente cada década que pase, ya que todos evolucionamos, aunque nunca dejará de ser divertido sea la época que sea”.
No encuentro mejor colofón a este artículo que estas palabras de Rafa.
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