Romper con lo establecido no es algo sencillo ni flor de un día, es una cuestión de tiempo y de perseverancia aunque el ingrediente secreto es, sin duda, creer de forma ferviente. En ocasiones, el baloncesto se adoctrina demasiado por la táctica y por el scouting, dejando a un lado el talento y la creatividad de los jugadores, algo en lo que los entrenadores suelen ser los mayores culpables y, a la vez, los mayores inspiradores. De una manera u otra, ese ha sido el camino de dos directores de juego a los que el destino les va a enfrentar cuando ambos se encuentran en el mejor momento de sus carreras, con un título de fondo y con las sirenas de la mejor liga del mundo sonando con mucha fuerza en su presente.

Tomas Satoransky y Sergio Llull no son causa de la casualidad. El nombre del checo lleva sonando con fuerza en nuestras cabezas desde hace bastante tiempo; su figura estaba predestinada a ser importante y el tiempo se ha encargado de recordárnoslo. Además, esta temporada ha dado  un paso al frente que le ha colocado en un lugar privilegiado. Por su parte, Sergio Llull tuvo que andar por un sendero algo más arduo. Su baloncesto más que de talento puro se basa en el “Porque yo lo valgo”; no existe otra manera de entender su juego. Bandera actual del madridismo, Llull se ha dejado el corazón y el alma por este Real Madrid desde que llegó, y esa constancia y sacrificio le han ayudado a ser quien es ahora.    

ADAPTARSE SIN OLVIDAR QUIEN ERES

Cuando Satoransky dejó Sevilla lo hizo por una simple razón: Crecer a ritmo acelerado. Llegar al Barça es sinónimo de presión, de exigencia y de resultados inmediatos, y la realidad es que  desde el principio Tomas encajó en el esquema blaugrana. El checo está en proceso de explosión y lo demuestra la rapidez con la que ha ido asumiendo una dulce madurez que en los Playoff han encontrado su razón de ser. Su talento ha sido el punto de inflexión de un Barça que se ha encomendado a su baloncesto para engrasar maquinaria, para encontrar una vía de escape donde Satoransky ha sido el capitán del barco.

Lejos de la persistencia de Pascual para jugar bajo unos estereotipos baloncestísticos bien rígidos, Satoransky ha sabido brillar y ha sabido llevar a su terreno el estilo del técnico de Gavá. A partir de ahí, el base ha conseguido mostrar partido tras partido su gran versatilidad y su desbordante talento con mucha claridad, adaptándose y entendiendo lo que se le pide pero sin dejar de lado su manera de ver el baloncesto. Satoransky ha sido el faro de luz de un Barcelona irregular y, en ocasiones, hasta vulgar. 

De forma inteligente, Satoransky eligió su camino, se convenció de que esa era la manera de alcanzar lo que quería, porque el base checo ha sabido ser egoísta siendo consciente de cuándo y cómo serlo, sin olvidarse que en el Barcelona lo importante son los resultados.

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LA FE DEL CONVENCIMIENTO

“Sergio Llull es un escolta en cuerpo de base”, “Sergio Llull nunca podrá ser un base puro “… Frases como esas han sido repetidas hasta la saciedad por periodistas y entendidos del medio durante toda la carrera de Sergio Llull en el Real Madrid, pero el tiempo y las circunstancias podrían cerrar el debate. La realidad es que Llull nunca podría ser considerado un base dentro de los cánones un tanto anticuados del baloncesto del siglo XX, pero sin embargo, dentro de la modernización, la figura de Sergio Llull se ha convertido en indispensable para poder entender los derroteros del deporte de la canasta en la actualidad.

Desde esa figura del combo-guard, Sergio ha dominado la Liga Endesa y la Euroleague realizando su baloncesto, el de siempre, el del convencimiento máximo en lo que hago y en lo que quiero, pero cuando la necesidad ha apretado ha podido convertirse en lo que todos le dijeron que no podía ser: Un base de verdad. Llull ha liderado al Madrid en estos Playoff desde la dirección, ya sea anotando o asistiendo, con una madurez de esas que te hacen creer en todo lo que haces. En lo que va de postemporada, el menorquín está promediando más de cinco asistencias por partido, una muestra de lo que hablamos.

Ahí es donde Llull ha brillado como nadie; si tiene que asistir asiste y si tiene que correr corre, es su filosofía, es su forma de vida, su mentalidad. No hace falta decir más, el propio Llull es el que se retroalimenta y el que se pone sus propios límites, es él mismo el que se convence de que todo lo que se propone es posible, y si quiere ser base será base, de hecho lo es.youtube://v/0CuTAEql_EI

EL CLUB DE LOS INCONFORMISTAS

Satoransky y Llull podrían ser presidentes de honor del club de los inconformistas sin lugar a dudas, porque eso es algo que llevan en sus sus fueros más internos. El baloncesto no siempre lo rige el rigor o el control, no se basa exclusivamente en lo entrenado o practicado, sino también en lo natural. La naturalidad es una cualidad que en un jugador se ve desde el primer momento en que pisa la cancha, en sus movimientos, en sus decisiones, y no todos son capaces de expresarse de esa forma.

Pueden ser mejores o peores, más altos o más fuertes, pero Sergio Lllull y Tomas Satoransky son una especie a parte, una especie donde la fe y el inconformismo son los motores que mueven sus mundos. Sin ser ellos mismos el camino y la meta no habrían tenido sentido.