Del dominio absoluto, someter al equipo local a una ventaja de 10 puntos, a perderlo todo en un terrible parcial de 0-20. Chus Mateo apuntaba muy serio en la rueda de prensa posterior al partido ese bajón, sorprendente y por momentos inexplicable, del Fuenlabrada. "Falta dureza", apuntó.
Efectivamente, los madrileños lograron pronto sorprender en Sevilla entre la calidad de Feldeine, el buen hacer de Cabezas y los triples de Panko. Ante un Cajasol que volvía a sufrir para atacar en estático, aclarar sus ideas y mantenerse concentrado a cada error defensivo, los visitantes no encontraron demasiados problemas y dominaron el primer cuarto para incluso cerrarlo con una lujosa bandeja de Cabezas que, cortada por la bocina, no subió al marcador (11-20).
Ya en el segundo periodo, con su base titular en el banquillo, Dani Pérez dio sus primeros puntos, triple incluido, justo cuando Latavious Williams insistía para que los suyos no se dejaran llevar. El interior norteamericano primero convirtió en puntos un rebote ofensivo y luego taponó para volver a ver aro. Resistían los sevillanos, y justo cuando parecía que el equipo visitante ponía tierra de por medio igualó el marcador un triple lejano de Bamforth (20-30). Los interiores del Fuenlabrada se habían venido cargando de faltas, entre Vega y Diagné, y la entrada de Radicevic a pocos minutos del descanso propició un pequeño impulso (29-36).
El tercer cuarto arrancó entre los triples de Feldeine y Panko, Porzingis y Mata para animar el encuentro. Pero ocurrió justo entonces: Cajasol, demasiado castigado por sus desajustes defensivos, vio apagarse en cuestión de segundos a su rival. Entraron el triple de Sastre y las bandejas de Satoransky para apretar el marcador (40-44). Fuenlabrada recurrió si éxito al tiro exterior, los visitantes perdieron balones, repentinamente se descubrieron fuera del encuentro y ante un rival dispuesto a aprovechar la circunstancia. Sonrió la suerte, se decidió el talento, y los locales dieron la vuelta al duelo con relativa facilidad: ahora sí llegaban a todos los balones, veían aro, robaban y corrían y, tras comprobar que el tiempo muerto no cambiaba las cosas, se dispusieron a aprovechar las grandes sensaciones que dejaban en la pista.
Fuenlabrada se descubrió contra las cuerdas. Llegó al último cuarto (saldado el tercero con un 22-8) con una desventaja de 7 puntos, sin energías. No encontraba la forma de abrir la defensa sevillana ni reactivar a Feldeine (51-44). Los sevillanos jugaban ahora a placer y a pesar de los triples de Panko y Cabezas, que por un momento prometieron partido, se dispusieron a brillar en ataque y, ya puestos a gustarse entre alley oops y los mates de Williams, ganarse al público sevillano.