El baloncesto es un deporte de contrastes. De blancos y negros. Y no sólo del color de los jugadores, sino también de las dinámicas. No hay aquí paridades que valgan. Qué más darán las ilustres trayectorias, cuando el calor de la cruda realidad te pone en la tesitura de un balance de 1-2 a las primeras de cambio. Qué más darán las ilusionantes trayectorias de un balance de 3-1 que te hace codearte, con tu pedigrí de clase media, con la nobleza de esta liga nuestra. Qué más dará todo eso. De un Iberostar Tenerife que vive en la felicidad de los buenos resultados y las victorias europeas de entre semana y un Movistar Estudiantes de erróneo comienzo, derrotas contra dos recién ascendidos y eliminaciones continentales tempranas. Pues eso, que el baloncesto es un deporte de contrastes. ¡Qué grande es el baloncesto!

De entrada, Iberostar Tenerife hacía bueno aquello de las trayectorias y los estados de ánimo, por mucho que Jankovic y Brizuela se empeñara con inicios tempranos. Entre Staiger, Saiz y Beirán, los locales amagaban los primeros estirones para un 17-13 de tímido comienzo, mucho error y más defensa, que eso es precisamente lo que quiere Vidorreta para su fórmula mágica de éxito subtrópico. Brussino, ya en el último minuto del primer cuarto, hacía un triple para poner en 20-15 las trayectorias de ambos conjuntos.

Poco debe saber de itinerarios marcados el bueno de Clavell, con su historia de vida puertoriqueña que le ha llevado desde Colorado, hasta coquetear con la más ansiada de las ligas, pasando por la lucrativa Turquía, hasta llegar a las canchas del Ramiro. Tres triples suyos venidos desde La Perla empataban las trayectorias a 24 y reseteaban el partido. El extraño elemento Perl ponía incluso por delante a los invitados, en el ecuador del segundo acto. Y a partir de ahí, McFadden. Una de las sensaciones de este comienzo de temporada, copiaba la serie de su oponente latino, para hacer nueve puntos del tirón y poner en +11 la ventaja lagunera. Se las prometía felices el Santiago Martín, para llegar al descanso en 39-30 y seguir en la efervescencia de los buenos resultados. Qué bueno que el baloncesto es un deporte de contrastes.

Y tanto lo es, que Arteaga empataba el partido a 44 después de ir 11 abajo en el meridiano del tercer cuarto, para revertir la cosa. Antes, Brizuela había hecho el trabajo de intendencia marcado por el jefe Berrocal, uno que de trayectorias sabe bastante. Un par de posesiones después volvía el de Cuenca a machacar el aro para poner a su equipo por delante (44-46 min. 27).

Clavelito, al que le resbalan las trayectorias, hacía su cinco de cinco particular para gustarse y gustar a los suyos en el marcador. Seguía el sabor latinoamericano desde el Ramiro, para que, esta vez con Dago Peña, se disparara el parcial hasta un 8-21 estudiantil que mantuviera a su equipo por delante. Ver para creer ante un atónito Santiago Martín acomodado ya en los buenos resultados. Se sucedía el cambio, a pesar de que ensuciaba su estadística mínimamente Clavell, para que Suton tomara su relevo y elevara a +6 la ventaja colegial, ya en el último minuto del tercer cuarto (50-56). Todo se presumía feliz para los locales después de los primeros veinte minutos y un 13-28 de parcial en este acto volteaba todo lo que se podía voltear (52-58). En un cuarto, recibía Iberostar Tenerife 28 puntos, por 30 en los 20 minutos anteriores. Cuestión de trayectorias, que será.

Cook y Clavell castigaban los errores locales para seguir manteniendo la ventaja de azul celeste. Ya no se lo podía creer el Santiago Martín, después de aquella primera mitad de ensueño y el 3-1 precedente, alegando a los árbitros algo que se ganaba con justicia Estudiantes en el parqué tinerfeño. Lo quería volver a voltear Iverson, para con cinco puntos continuados poner en -3 la diferencia. Aun así, no le daba a los locales para revertir aquellos minutos extraordinarios colegiales, liderados por el ordenador de Cook y los mates de Arteaga. Un triple de Staiger y un 2+1 del ráfaga Mcfadden dejaban en la mínima expresión la desventaja para Iberostar Tenerife a 2.06 del final (70-71) y hacían creer a la parroquia lagunera. Pero hasta ahí llegaron los aurinegros. Un triple de Cook y otra acción de canasta y adicional de Clavell robaban la victoria para hacer campeones a los visitantes y romper trayectorias. En definitiva, es lo que tiene este deporte nuestro. Una continua cuestión de contrastes. ¡Qué vivan los contrastes! ¡Qué viva el baloncesto!