Mario Hezonja ha sido durante la primera parte de la temporada uno de los nombres más calientes del panorama baloncestístico español, sobre todo en los primeros meses en los que con una soberbia actuación ante el Lucentum Alicante, atrajo todos los focos de los medios y aficionados, no solo a nivel nacional, sino internacional.

SuperMario, como es popularmente conocido siempre ha sido una de las grandes esperanzas de la prolífica cantera croata, sedienta de nuevos héroes a los que quizá, en numerosas ocasiones, los lanza a la conquista del universo –baloncestístico- de forma muy prematura, creando héroes de barro que se diluyen con el paso del tiempo.

La búsqueda del nuevo Petrovic, del nuevo Kukoc, ha elevado a los altares muy pronto a muchos héroes. La presión, la estructura de formación de la federación croata y un carácter cuya ambición parece quebrarse al crear unos cimientos poco sólidos, son algunas de las razones por la que muchos de ellos se han quedado a mitad de un camino que es muy largo y que creen haber recorrido con inusitada rapidez.

Hezonja llega a Barcelona

De la Croacia ávida de nuevos héroes llegó este verano Mario a Barcelona. El club de sus amores, al que admira desde niño. Vio así cumplido un viejo sueño, el anhelo de jugar y terminar la fase más importante de su formación en el que él como barcelonista convencido cataloga como “més que un club”.

El conjunto blaugrana tiene ante sí el reto de dar la formación más importante definitiva a un joven de 17 años que ya he visto de refilón las potentes luces de la gloria, siendo una estrella absoluta con el junior del KK Zagreb en el circuito de Euroliga del “Nike International Tournament” y con las categorías inferiores de Croacia.

Barcelona tiene ante sí un reto muy interesante, ayudarle a dar el vertiginoso salto que hay entre las categorías de base y el profesionalismo absoluto, punto en el que muchos o bien se quedan o bien se diluyen. En la ciudad condal se confía en que el croata sea un jugador de referencia a nivel continental en un periodo de año y medio-dos años, si bien, la temporada que viene ya será parte de la primera plantilla a tiempo completo y con capacidad para aportar muchas cosas.

Así, como ya decía El Capita Enciam hace unos meses, una de las primeras cosas a tratar era la educación de Mario, no tanto como jugador sino como persona. Aspecto en el que se han volcado y que además le ayudará de forma inequívoca a su salto y madurez como jugador. Calmar un carácter muy fuerte, al puro estilo de la antigua escuela balcánica, pero que muchas veces le empequeñecía sobre la pista con sus malos gestos, no solo a árbitros, sino también a compañeros y entrenadores.

Con el tiempo va dulcificando su carácter sobre la pista, se le ve más centrado e integrado en un entorno donde se siente a gusto. La educación y el vivir rodeado de estrellas en el día a día hacen que su mejora sea positiva y pueda atacar dentro poco esa cima que se propuso ya hace muchos años.

La formación croata y su adaptación al entorno

Las categorías inferiores en Croacia son al igual que las Serbias tremendamente exigentes con los jugadores, con muchas horas de trabajo, mucho trabajo en fatiga para la mejora de los conceptos técnicos. De él, han salido muchos genios a lo largo de la historia. Un talento natural, una visión genial del baloncesto les hace ser una raza hecha para este deporte.

El ego, la sobreexposición del yo, han acabado en muchas ocasiones con carreras prometedoras, las cuales en algunos casos corresponden con un nivel táctico cuestionable en muchas ocasiones. Croacia se centra, a nivel federativo también, a la exposición de sus Dioses, los cuales dotados de una calidad técnica indudable juegan para ellos mismos, siendo la bandera de Croacia y el jugador para el que todos juegan.

Favorecen el lucimiento personal, en vez del colectivo, aislando a ese jugador en jugadas individuales, en las que sus fundamentos técnicos brillan sobre el colectivo. Cortas rotaciones y dependencia de esas figuras. El resto, adaptarse o morir.

El jugador queda expuesto y además les da buenos resultados a nivel colectivo por el abuso técnico y físico de dichos jugadores, los cuales se hartan de tener posesiones para hinchar sus números y los egos de todo el séquito.

Esto, si no viene claramente marcado en los genes y más en un exterior crea vicios y fallos de lectura en el juego, con una pobre visión táctica que en el salto a profesionales va a hacer que su genialidad se diluya un tanto y nunca puedan llegar a aprovecharse al 100% de su magia.

Dario Saric ha sido durante muchos años un jugador que ha vivido en esta situación. Si bien, su talento innato táctico le ha hecho brillar en todos los sentidos del juego en formación, aunque los focos brillasen y les deslumbraran en muchas ocasiones y se estrellara contra el tráfico de una zona colapsada.

Otro viejo compañero de los dos, como es Dominik Mavra ha sabido adaptarse a los tiempos y desarrollar otras habilidades, como la lectura del pick and roll, el extra pass y no detener la bola. Todo ello por estar “oculto”, siendo un extraordinario anotador sobre su excepcional muñeca y capacidad para crearse tiros en cualquier situación imaginable.

Este verano veremos en la situación de sobreexposición en la selección croata a Lovro Mazalin, un jugador cuyos fundamentos tácticos y técnicos –al igual que el interior Marko Arapovic– son realmente brillantes. Mazalin lleva la palabra talento escrita a fuego en su cara, con un físico aún en desarrollo, es un proyecto brutal de jugador. Técnica y lectura. Saca provecho de ello con un físico aún limitado. El cadete ya ha debutado con la Cibona en Liga Adriática esta misma semana. También veremos a un jugador con tremendo potencial como Dragan Bender.

Precisamente lectura es lo que le “falta” Hezonja y en lo que se trabaja, a pesar de que la capacidad para el pase la tiene. No venía de fábrica como estos últimos talentos comentados y además se ha podido acrecentar aún más en esta situación de sobreexposición.

Corrección

Los números del exterior croata en su primer año en una competición tan dura como la Adecco Oro, a simple vista no son malos: 14.2 puntos y 4.4 rebotes. Sin embargo, si nos paramos a analizar como los consigue nos daremos cuenta, que no son tan buenos, si bien, hemos de darnos cuenta que sigue siendo un jugador de formación y los errores son una fase muy importante del aprendizaje.

Mario anota con unos porcentajes del 50% en tiros de dos y un 28% en tiros de tres, mientas que su porcentaje desde la línea de tiro libre es bajo para un escolta-alero con su capacidad de tiro, un 76%. Aquí viene uno de sus déficits más importantes en su juego, su selección de tiro, muy pobre, forzando muchas situaciones en desventaja con tiros punteados en jugada plenamente individual cuando queda aislado, sobre todo centrado al aro. En una base de 28 minutos, el croata ejecuta 15.5 tiros. Tiro tras bote y dribling, un clásico.

Estos tiros los puede hacer, es uno de sus básicos, pero realmente en muchas ocasiones son contraproducentes, ya que vienen en pases del lado fuerte, que con un extra pass suyo al lado contrario puede generar una situación ventajosa. Nadie le puede quitar esta suspensión, marca de la casa. La cuestión es cuando hacerla y cuando no. Ahí viene este problema de forzar demasiadas situaciones individuales, utilizando su técnica, no utilizando la táctica o la lectura de juego para dar ese extra pass. Demasiada retención de balón, parada de la circulación ofensiva, sobre dribling y tener el balón demasiado tiempo en sus manos. Este le lleva a pobre porcentajes, pérdidas de balón y un ratio asistencia/pérdida de 0.42 y de asistencia/tiro intentando de 0.09.

Estos son sus debes, así como muchas veces, poca tensión en el juego sin balón y en defensa.

En ello está trabajando duro. Su trabajo en el primer equipo le puede y le está ayudando en corregir algunas de estas situaciones. Trabajar en un entorno en el que él no es la estrella absoluta y debe facilitar situaciones para otros jugadores también hace que tenga que tener una mayor lectura de las situaciones y tener que jugar a varias velocidades, lo cual lo puede hacer por su potencia y por que la técnica le acompaña a dicha potencia.

Algunos frutos de este trabajo se están empezando a vislumbrar. En sus últimos partidos con el Barcelona B de Borja Comenge ya se nota una evolución. Más activo lejos de balón, realizando cortes, leyendo la espalda, no parando tanto el balón y no forzando tanto las situaciones. Aún así, debería ser más vertical al aro y en el camino ir leyendo constantemente y tener varios focos de juego en su camino al aro.

Con la primera plantilla, se le ve aún más las claras su mejoría en estos aspectos. Sus debilidades son sus principales opciones de juego. Esto se ha visto en sus dos partidos de Euroliga ante Besiktas. Movimiento sin balón, cortes, más actividad y posición de tensión en el juego en ambas partes, así como inversiones rápidas y sin forzar.

No queremos que pierda la magia de sus suspensiones tras dribling, lo cual sigue teniéndolo que hacer por que es la marca de la casa, si bien debe seguir trabajando en la táctico, en la lectura y quizá con una mayor presencia en partidos reales con la primera plantilla podría sacar provecho para ampliar sus dechados o paliar sus puntos débiles.

Su límite sigue siendo el cielo.