Apenas un cuarto fue capaz de aguantar el CAI Zaragoza en el partido. Los nervios propios y la gestión que hizo Perasovic de su plantilla hicieron el resto. Porque Valencia Basket sabía perfectamente lo que tenía que hacer y lo hizo; presión arriba, intensidad y trabajo en las líneas de pase, forzando al equipo rojillo a perder balones una y otra vez. En el comienzo, los errores en el tiro mantenían el partido igualado, cuando el equipo taronja empezó a anotar, se acabó el partido. Al final del primer cuarto, 17-11.

Valencia Basket siguió con su línea, porque para qué cambiar cuando la cosa va bien; al otro lado, el CAI sufría un cortocircuito de magnitud monumental, más de cuatro minutos sin anotar en desde que diera comienzo el segundo cuarto, 11-0 de parcial que empezaba a romper el partido de forma definitiva. Tan sólo el carácter de Van Rossom tiraba de los maños, que eran absolutamente incapaces de mantener el ritmo de su rival. Al descanso, 37-23.

En el baloncesto dos cuartos son un mundo y esa era la esperanza de la afición rojilla, que sin embargo vio como el equipo acababa de derrumbarse. Valencia Basket demostró encontrarse mucho más metido en el partido; defendiendo cada balón, sin bajar la intensidad en ningún momento y por el CAI únicamente Van Rossom conseguía aportar, 15-6 de parcial entre el comienzo del tercer cuarto y el momento en el que anotó otro jugador que no fuera el base belga. Ya no había nada que hacer, los aragoneses apenas podían capear el temporal y Valencia no bajó los brazos hasta el final del partido. Al final del tercer cuarto, 60-31. Ni siquiera en el último parcial se dieron un respiro los de Perasovic, haciendo disfrutar sobremanera a la afición que abarrotó la Fuente de San Luis. El marcador definitivo, 80-42, que convierte al CAI en el equipo con la peor anotación en un partido de playoff (la peor la tenía Lucentum con 43). Veremos si el domingo es otra historia.