En todos los equipos ganadores y que pasan a la historia de cualquier deporte, siempre hay integrantes que tienen una calidad inmensa pero que no tienen el carisma ni son recordados como las estrellas de primera fila. En el Dream Team de Barcelona 1992 encontramos a un jugador blanco, poco atlético, alero, con un tiro exterior muy eficaz y que estuvo la mayor parte de su carrera en los Warriors. Un jugador con 2 oros olímpicos, 5 veces All-Star, una vez en el quinteto ideal y miembro del Hall of Fame desde 2011.
Los Warriors escogieron en el Draft del 1985 a Chris Mullin, que venía de cuatro años en la Universidad de St. John's dónde había marcado una época, siendo el máximo anotador histórico con 19,5 puntos por partido. Muchos le comparaban con Larry Bird por su físico y con Monroe y Frazier por sus movimientos técnicos.
Sin embargo, sus inicios en la NBA fueron difíciles. El paso de Nueva York a la bahía de Oakland estuvo marcado por problemas con el alcohol. A pesar de eso, Mullin terminó con promedios de 14 puntos por partido y con unos porcentajes de tiro que demostraban su muñeca de oro: 46,3% en tiros de campo, 89,6% en tiros libres (segunda mejor marca de un novato) y más de un 40% en triples. Pero el alcohol estaba cada vez más presente en su vida por culpa del mal ambiente en el vestuario, y se refugiaba en la bebida y entrenaba poco.
Pero a partir de 1988, la historia de los Warriors y de Mullin empezó a cambiar. Un joven Don Nelson empezó a entrenar a Golden State. Lo primero que hizo Nelson fue reconvertir a Mullin en alero y enviarlo a una clínica de desintoxicación durante casi dos meses para que fuera una de las piedras angulares de un proyecto que dio muchas noches de diversión en la NBA. Esa campaña fue muy fructífera para los de California, que tuvieron a Mullin con unos promedios de 26,5 puntos, 5,9 rebotes y 5,1 asistencias por partido. Llegaron a semifinales de conferencia, donde fueron apeados por los Suns.
A una plantilla en la que estaban Mullin, Richmond y Manute Bol, se uniría en el 89 Tim Hardaway. A partir de entonces, los Warriors explotaron el sistema de correr y atacar rápido. Con ese equipo y ese "backcourt", los Warriors volvieron a perder en semifinales, pero esta vez frente a los Lakers de Magic, aunque anotando más de 100 puntos por encuentro.
Mullin fue una de las piezas claves de ese equipo en el que la estrella era Hardaway y era el que acaparaba todas las portadas. En el 92 llegó el auge, la punta del iceberg, la obra culmen del baloncesto norteamericano. Los Juegos Olímpicos de Barcelona serán recordados, en parte, por ver uno de los mejores colectivos de la historia del deporte. Estados Unidos llevaba a jugadores como Magic, Jordan, Bird, Barkley... Y un tal Mullin, que había promediado más de 20 puntos por partido las últimas temporadas y le situaban en el tercer escalón de máximos anotadores. Estados Unidos consiguió el oro. Mullin no fue el más protagonista, pero estuvo ahí, entre los 12 mejores de la historia.
Hasta 1997, cuando marchó a Indiana, para regresar de nuevo en el 2000 para retirarse, Mullin ya no era un jugador veloz, pero aprovechaba su entrega y su inteligencia para sorprender a las defensas y explotar su tiro exterior. Aquel joven que se metió en la bebida y su profesionalidad estaba fuera de toda duda.
Con Indiana tuvo la oportunidad de llegar a unas Finales de NBA, algo que no logró hacer con el equipo de toda su vida. Se encontró con el dúo Kobe-O'Neal y perdió. Mullin regresó a Golden State para retirarse, en un equipo en el que Hughes y Jamison empezaban su andadura en la NBA y el veterano les ayudaba a adaptarse. Hasta 2009 estuvo ligado con el club y sigue siendo una leyenda para los aficionados de Oakland.
A veces no se tiene el carisma ni sales en todas las portadas, pero Chris Mullin fue la estrella de los mejores Warriors de la historia y del mejor equipo de toda la historia del baloncesto. Mullin, la estrella en la sombra del Dream Team.