Nos referimos, por supuesto, a Los Angeles Clippers.

Algo ha cambiado en la franquicia de Donald Sterling, la cual a día de hoy está en el mejor momento de su historia. En realidad, tampoco era tan difícil. Desde 1987 hasta 2009 –eso son 23 temporadas, para el que esté contando– los jugadores Clippers se combinaron para exactamente 4 apariciones en el All-Star: Danny Manning en 1993 y 1994 y Elton Brand en 2002 y 2006. En las últimas dos temporadas el dúo de estrellas Clippers Chris Paul y Blake Griffin ya ha igualado esa cifra. El único jugador de la franquicia no llamado Chris Paul elegido en el quinteto ideal de la liga fue Bob McAdoo… en 1975, cuando los Clippers se llamaban los Braves y estaban ubicados en Buffalo.  En toda su historia han disputado 12 series de Playoffs, de las que han perdido 9. Nunca han conseguido ganar dos eliminatorias de Playoffs seguidas.

Digámoslo de este modo. Si la entrada de la Wikipedia de tu equipo tiene un epígrafe titulado “The Lamar Odom era”, las cosas probablemente no te han ido especialmente bien.

No obstante, la situación ha cambiado. En 2013 los Clippers consiguieron el primer título de división de su historia, quedando en el Pacífico por encima de Lakers, Warriors, Suns y Kings. Las 56 victorias obtenidas fueron igualmente récord absoluto de la franquicia, y la temporada sólo quedó enturbiada por los cuatro partidos seguidos que perdieron contra Memphis tras ponerse 2-0 a su favor en la eliminatoria. Unos últimos partidos en los que, todo hay que decirlo, Blake Griffin jugó lesionado.

Tanto ha cambiado la situación que los Clippers tienen a Chris Paul bajo contrato hasta 2018, y a Blake Griffin hasta 2016. Y al parecer, con ambos jugadores encantados de haber firmado dichos contratos.

Analizar a los actuales Clippers 2013-14 supone contemplar tres historias: la de una realidad, la de una esperanza y la de un temor.

La realidad

Kevin Durant y Russell Westbrook en Oklahoma City. Tim Duncan y Tony Parker en San Antonio. Chris Paul y Blake Griffin en los Clippers. Estas son las únicas tres parejas de compañeros que compartieron la distinción de acabar en 2013 en el primer o segundo quinteto ideal NBA. Y en los tres casos, son los cimientos sobre los que descansa todo el equipo construido alrededor.

Chris Paul se encuentra en estado de plenitud. Nadie en la NBA, quizás ni siquiera LeBron, es capaz de transmitir constantemente esa sensación de control de la situación, de dominio de todo lo que sucede en la pista. Cada noche, Paul da un recital de estrategia ofensiva que suele comenzar distribuyendo el balón a sus compañeros sin apenas mirar a canasta, seguido de un Paul creador de caos en defensa y ejerciendo de líder en ataque, y terminando con los Clippers jugando un Paul-sistema donde el base controla todas y cada una de las posesiones de su equipo. Rodear a Chris Paul de tiradores y finalizadores cerca del aro –es decir, justo el perfil de compañeros que tiene en los Clippers– es una receta de éxito ofensivo seguro. Paul ha comenzado la temporada 2013-14 a nivel MVP, y si los Clippers confirman las enormes expectativas que despiertan y logran el first seed en el Oeste con más de 60 partidos ganados bien podría acabar llevándose el galardón a casa.

Por su parte, Blake Griffin sigue siendo uno de los valores más estables de la liga, y continua evolucionando en pequeñas cosas. El año pasado por fin empezó a meter dos de cada tres tiros libres, cada día es más peligroso en el poste bajo, y su posicionamiento a nivel defensivo sigue mejorando. Griffin rebotea con solvencia pero sin brillantez, apenas tapona y sigue teniendo un tiro de media distancia deficiente, pero su capacidad de anotar cerca del aro y sus dotes pasadoras hacen que su sola presencia cree opciones de lanzamiento fáciles para sus compañeros. En este inicio de temporada los Clippers anotan 16 puntos más que el rival por cada 48 minutos en los que Griffin está en pista, y 24 menos cuando el jugador descansa.

Juntar a Paul y Griffin con un ramillete decente de jugadores ofensivos genera casi por defecto un ataque Top 10 de la NBA. Pero los Clippers tienen algo más que un ramillete decente de jugadores ofensivos.

La esperanza

Los aficionados Clippers deben de estar salivando. Por segundo año consecutivo la franquicia ha remodelado casi todo el acompañamiento alrededor de Paul y Griffin. Y por segundo año consecutivo, el resultado mejora lo que antes había.

La temporada pasada llegaron Lamar Odom, Grant Hill, Ronnie Turiaf, Willie Green, Ryan Hollins, Jamal Crawford y Matt Barnes. Esta temporada los 3 primeros de esa lista –junto con Billups, Butler y Bledsoe– han desaparecido, y sus puestos han sido ocupados por J.J. Redick, Jared Dudley, Antawn Jamison, Darren Collison y Byron Mullens.

Redick y Dudley son dos incorporaciones muy interesantes. Ambos suelen rondar el 40% en triples cada temporada –aunque a Redick se le fastidió la estadística un tanto en sus 20 partidos con los Bucks el año pasado–, y son jugadores más jóvenes y polivalentes que Caron Butler, Willie Green o la versión disminuida de Chauncey Billups que vimos la temporada pasada. Redick es además un solvente distribuidor de juego, lo cual dota al ataque Clipper de una mayor versatilidad. Cuando ambos estén sobre la pista a la vez, el espacio que tengan Paul y Griffin para operar puede ser brutal. Son, en definitiva, el tipo de jugadores secundarios que ayudan a ganar anillos.

La adición de Darren Collison es también interesante, pues ha salido muy barato debido a una extraña caída de su precio de mercado. En cada una de las últimas dos temporadas (Indiana en 2012, Dallas en 2013) Collison perdió el puesto de base titular de su equipo a mitad de temporada. Y si bien lo que pasó en Indiana es hasta cierto punto razonable –el base que le sustituyó en el quinteto titular fue George Hill–, que Mike James te quite el puesto de base titular en Dallas no es tan fácil de explicar. En todo caso, Collison sigue siendo un jugador NBA enormemente válido, y en teoría capaz de paliar hasta cierto punto la marcha del explosivo Eric Bledsoe a Phoenix.

Finalmente, incorporaciones de interiores tiradores como Mullens o Jamison generarán aún más triples abierto. De hecho, ante la cantidad de amenazas ofensivas que estos Clippers plantean, los rivales probablemente no miren con malos ojos los triples de Mullens o un Jamison aún inédito.

En este inicio de temporada los Clippers están anotando más puntos por posesión que ningún otro equipo de la NBA, y tienen los mimbres necesarios para que esa tendencia se mantenga durante todo el año.

El temor

Además de Paul y Griffin, el tercer pilar del éxito de los Clippers el año pasado fue cómo su banquillo destrozaba al rival noche sí y noche también. Jamal Crawford tuvo una de las mejores temporadas de su carrera y estuvo cerca de llevarse el premio al mejor sexto hombre. Eric Bledsoe y Matt Barnes fueron una pesadilla para los rivales en ambas canastas, y el trío Lamar OdomRonny TuriafRyan Hollins ayudó a formar un muro defensivo de élite durante los minutos en que Paul, Griffin y el resto de titulares descansaban. Cuando Odom, Bledsoe o Turiaf entraban en pista, la defensa del equipo mejoraba hasta recibir 8 puntos menos por cada 100 posesiones. Un disparate.

Pues bien, la terrorífica defensa del banquillo Clipper ya no existe. Bledsoe está en Phoenix, Turiaf en Minnesota y Odom…en realidad no queremos saber dónde está Odom. Matt Barnes sigue siendo un buen defensor, pero a día de hoy está acompañado en la segunda unidad por defensores del montón como Collison o Mullens, así como por ese coladero nivel Premium llamado Jamal Crawford. En este inicio de temporada, los nuevos Clippers están recibiendo 11 puntos más por cada 100 posesiones en las que Jamal Crawford está en pista, algo que para nada es casualidad.

¿Pueden los Clippers crear una defensa de élite con esos mimbres? El mayor motivo para la esperanza reside en la capacidad a nivel defensivo de su nuevo entrenador, Doc Rivers. El primer movimiento de Rivers ha sido concienciar a DeAndre Jordan de que debe convertirse en el bastión defensivo que el equipo necesita, pidiéndole que su primera, segunda y tercera prioridad en la pista sean la protección del propio aro. El problema es que cuando DeAndre descansa la protección del aro queda principalmente en manos de Mullens o un Ryan Hollins que, si bien a nivel defensivo hace su papel, en ataque tiene dificultades hasta para recibir asistencias bajo el aro. Y la protección del aro es fundamental en un equipo donde gente como Collison, Crawford o Dudley juegan muchos minutos.

Una segunda vía que Doc ha mostrado con cuentagotas pero debería cobrar más importancia según avance la temporada es un quinteto smallball con Barnes y Griffin ocupando las posiciones interiores. Que este tipo de alineaciones sean capaces de paliar la ausencia de Jordan a nivel defensivo está por ver, pero lo poco visto hasta el momento sugiere que no.

Tras la primera semana de la temporada NBA los Clippers no solo son el mejor ataque de la liga; también son la peor defensa de entre los 30 equipos.

Para alcanzar las cotas más altas en la NBA actual es necesario acompañar un buen ataque de una defensa de élite, y ese es el rompecabezas que Doc Rivers ha de resolver.

Y es que, de momento, a Garnett no se le echa de menos solo en Boston.