Llegar a ser profesional del baloncesto requiere un esfuerzo y un sacrificio que muchos jóvenes no son capaces de soportar. La mayoría de ellos desisten por falta de confianza y de fe en el proyecto de vida por el que están apostando. Al contrario de lo que algunos piensan, el físico y el talento individual no son los únicos ingredientes necesarios para construir un buen jugador. Es fundamental contar con apoyo moral/espiritual para no abandonar en los malos momentos, y la religión es una opción muy utilizada para mantener el equilibrio.

Es por ello que Dios está muy presente en el deporte. Son muchos los jóvenes que crecen sacrificándose por un sueño que sienten que no pueden cumplir solos. 

Stephen Curry es uno de ellos. Nació entre el invierno y la primavera de 1988 en Akron, Ohio. Lugar de nacimiento de otras grandes estrellas como LeBron James. Más tarde su familia se trasladó a Charlotte, ciudad donde evolucionó de niño a adolescente, para convetirse más tarde en el hombre que hoy triunfa en la NBA. Dell y Sonya, ambos con una firme convicción religiosa, educaron a Steph y a sus tres hermanos conforme a los valores de amor y agradecimiento a Dios. Con trece años aceptó a Jesús como su Señor y Salvador personal, algo de lo que a día de hoy se siente muy orgulloso: "Era una decisión importante que mis padres no podían tomar por mí. Ha sido un gran viaje desde entonces, él significa todo para mí" 

El ambiente religioso ha condicionado -para bien- su vida. Tanto es así, que Steph y su mujer, Ayesha, se conocieron en la iglesia cuando tenían 15 y 14 años. La faceta romántica de Curry salío a flote cuando le propuso matrimonio en el mismo sitio donde se dieron su primer beso. Hoy en día, llevan casados tres años y tienen una hija llamada Riley.

Jesucristo está muy presente en la vida de Stephen Curry y, por supuesto, en su baloncesto. El base de los Warriors asegura que es consciente de que el talento que posee es gracias a Dios, y su forma de agradecérselo es acordarse de él tras cada canasta que consigue golpeándose en el pecho y señalando hacia el cielo. "Mi éxito es mérito de Dios". Este ritual comenzó cuando aún jugaba en la Universidad de Davidson donde ya destacaba como uno de los mejores jugadores jóvenes del país. Después de tres temporadas en las que promedió 25.3 puntos, 4.5 rebotes y 3.7 asistencias, decidió dar el salto a la NBA y presentarse al Draft de 2009. 

Algo que mucha gente no sabe es que a Steph Curry y a su padre Dell -que jugó 16 temporadas en la NBA- les gustaba mucho la opción de New York. "Los Knicks realmente necesitan un base y sentimos que Steph encajaría a la perfección en los esquemas de Mike D´Antoni. Le encanta la idea de jugar en el Madison Square Garden" declaraba su padre en una entrevista telefónica. Finalmente, la loteria favoreció a la franquicia de Oakland. Larry Riley, ojeador de Golden State Warriors en aquella época, decidió hacerse con Steph Curry en el 7º puesto para compartir línea exterior con Monta Ellis. En un principio tenía dudas con respecto a su físico, pero su tremenda capacidad para el tiro fue lo que le llevó a tomar la decisión final.

Los Knicks escogieron a Jordan Hill en el 8º puesto, jugador que no duró mucho en la Gran Manzana. En Nueva York aún se acuerdan de ese día que podría haber cambiado el rendimiento actual del equipo. 

Nada más ser elegido, Curry quiso agradecer a Dios la oportunidad de jugar en la mejor liga del mundo y a su padre por los consejos que le había dado desde niño. 

Dell Curry, su padre, modelo profesional y espiritual.

Steph siempre habla de su padre con mucha admiración. Su espiritualidad, su forma de ser en la cancha y su consistencia son méritos que atribuye a la educación que recibió de su padre, siempre centrada en la religión y el baloncesto. "Steph entiende que Dios es quien te da todo, y que del mismo modo te lo puede quitar en cualquier momento" declaraba Dell sobre su hijo.

Curry padre fue un buen tirador, no tanto como su hijo (él mismo lo admite), pero fue un claro referente para él en cuanto a trabajo y perseverancia para mejorar esa faceta del juego hasta llegar al punto en el que está hoy en día. Y es que un tiro tan efectivo como el de Steph Curry no se consigue de un día para otro. Según afirma él mismo, en los entrenamientos, encesta entre 200 y 350 triples al día durante la temporada. En verano, con más tiempo libre, cuenta que en ocasiones se acerca a los 500 tiros por día. 

Pero la preparación técnica y física no es todo lo que destaca del base de los Warriors.

Su forma de ser ha sido alabada en muchas ocasiones por sus compañeros. "Curry jugó un papel realmente importante en mi decisión de poner a Dios en el centro de mi vida. Ha sido una gran influencia para mí. Le he hecho muchas preguntas sobre su fe y me ha servido para reafirmarme en la mía" declaraba David Lee cuando le preguntaban sobre la influencia del base en el equipo.

Harrison Barnes decía: "Curry es una de las superestrellas más humildes que he conocido. Gran parte de eso es debido a su fe. Él la vive de verdad y eso le hace ganar mucho respeto dentro de nuestro vestuario".

Para muchos, la pareja que forman Steph y Klay es de las mejores líneas exteriores que han pasado por la NBA. El base de Golden State ha declarado en varias ocasiones que le encanta jugar con Thompson. Cree que es un gran jugador en ambos lados de la cancha y que aún no ha alcanzado su máximo potencial. Curry espera que sigan por mucho tiempo juntos. 

Y nosotros, Steph. Y nosotros.

Mark Jackson, compañero dentro y fuera de la cancha

La llegada de Mark Jackson al banquillo de Golden State fue un punto de inflexión en la carrera de Steph. Entre los dos se creó un vínculo especial dentro y fuera de la cancha sustentado por su creencia compartida en Dios. "Tener la oportunidad de entrenar a Steph es una bendición tremenda para mí y para mi familia." decía el entrenador. "He ido a hablar con sus padres y me he asegurado de que sepan lo agradecido que estoy por la forma en la que educaron a su hijo".

Jackson repetía una y otra vez la capacidad de Curry para hacer mejorar a sus compañeros y llevarles a un nivel más alto con su actitud en la cancha. "Es el típico chico que ves y dices: así es como quiero que sea mi hijo" declaraba el entrenador. Y de algún modo, lo fue. 

Stephen Curry ha crecido como jugador junto a Mark Jackson. Cuando el entrenador tomó el control del equipo (2011-2012) el base comenzaba su tercera temporada con los Warriors. Una campaña que no olvidará nunca, y que le hizo reafirmarse en su fe al sufrir una lesión en el tobillo que le dejaría fuera de las canchas durante 40 partidos. Este hecho no hizo más que fortalecer sus creencias. Se dio cuenta de que no podría hacer nada si no estaba en los planes de Dios y que tenía que ser paciente y no dar nada por sentado. Una vez más, Jesucristo fue un apoyo necesario en su vida para continuar esforzándose en volver a jugar al baloncesto. 

"Puedo hacer cualquier cosa a través de Dios, que es quien me da fuerza" Filipenses 4:13. Este pasaje de la Biblia es uno de las favoritos de Curry y en el que más se apoyó, según cuenta el jugador, el tiempo que estuvo de baja en la temporada 2011-2012.

Stephen Curry volvió de la lesión mejor que nunca y dispuesto a seguir mejorando como jugador con el apoyo de Dios, su familia, sus compañeros y su entrenador. Su progresión ha sido constante en los últimos años y siempre ligada a Mark Jackson. Por eso, cuando el verano pasado se cuestionó la competencia del banquillo del equipo, Steph no tardó en salir en su defensa: "Yo quiero al entrenador más que nadie. Creo que es totalmente injusto que se esté cuestionando su puesto. Sería un shock para mí si dejara el banquillo de los Warriors".

Finalmente, su amigo dejó el puesto de entrenador jefe y llegó Steve Kerr a ocupar su lugar. 

Todo esto nos lleva a la temporada actual en la que Golden State Warriors es el mejor equipo de la NBA. Curry se ha reafirmado como líder del grupo, acaba de ser elegido como titular para el All-Star Game por encima de grandes estrellas y es el candidato para el MVP de la temporada. Su arma principal sigue siendo el tiro exterior pero se ha convertido en un jugador realmente completo en ambos lados de la cancha. 

A pesar de estar considerado como una superestrella, Curry sigue siendo consciente de la importancia de Dios en su camino y por ello juega cada partido con una pulsera en su muñeca en la que se puede leer "in Jesus name I play". Su fe le ha acompañado durante toda su vida y aunque esté atravesando un gran momento, él es consciente de que todo puede torcerse. Como dice su padre, Steph nunca da nada por sentado. Esa mentalidad es la que le lleva a crecer día tras día sin conformarse ni relajarse ante cualquier circunstancia. 

Muchos son los jugadores de la liga que se han rendido al talento del jugador nacido en Ohio. "Es uno de los mejores tiradores que verá la NBA. Sólo puedes esperar que falle" decía LeBron James. Probablemente la mayor cualidad de Curry es su tranquilidad en la cancha. Juega sin miedo, con confianza, sabiendo cuales son sus puntos fuertes y explotándolos al máximo. "Lo único que me da miedo en la pista son las lesiones" decía el base en una entrevista con ESPN. 

Stephen es el ejemplo que muestra que el talento y las condiciones físicas no lo son todo para triunfar en el mundo del deporte. El apoyo de la familia y de Dios a través de la religión, ha sido fundamental en la vida de Curry para mantenerse en equilibrio y superar sin problemas los obstáculos que han apareceido a lo largo de su trayectoria deportiva profesional.