Durant señala el camino y el banquillo de los Thunder resuelve
No sólo una estrella de enorme nivel. Tampoco únicamente un poderoso quinteto plagado de juventud, condiciones físicas y talento. Oklahoma City demostró en el American Airlines Center que su fondo de armario también sabe lucir de etiqueta, porque fueron precisamente los secundarios, los menos habituales, los que acapararon flashes y decantaron la balanza, nivelando (1-1) la Final de la Conferencia Oeste tras vencer por 100-106 a los Mavs.
James Harden, Eric Maynor, Nick Collison y Daequan Cook, cuatro jugadores que podrían considerarse actores de reparto, dieron un paso adelante en un momento clave y pasaron a ser, todos ellos, cada uno a su modo, actores principales de un guión que tuvo un final inmejorable para los Thunder.
A Scott Brooks le salió perfecta la jugada. Y no fue precisamente poco arriesgada. Russell Westbrook (18 puntos), All-Star este curso y segunda referencia del equipo, que estuvo gris en el primer partido pero sí subió sus prestaciones en este segundo, vivió todo el último cuarto desde el banquillo. Junto a él, todo el quinteto inicial… a excepción de Kevin Durant, claro.
El técnico de Oklahoma City comprobó cómo fue su banquillo quién salvó el primer momento duro del partido, con el amago de fuga de Dallas entre finales del período inicial e inicios del segundo, y no dudó en depositar toda su confianza sobre él cuando intuyó la posible locura transitoria en la que podía entrar Westbrook, pudiendo arrastrar al equipo, tras una serie de malas decisiones a finales del tercer cuarto, con el duelo igualado (76-77 al término del tercer período).
La valiente decisión tuvo sus frutos, ya que esta vez no hubo milagro alemán. Dirk Nowitzki, genial todo el partido pero sin alcanzar los niveles sublimes del primer encuentro, jugó con inteligencia, tratando de implicar a sus compañeros desde el inicio, sabiendo que la exhibición del duelo anterior no podría pasar a ser habitual. Aun así, en el último cuarto se enfundó el traje de superhéroe y anotó 16 de sus 29 puntos, pero no fueron suficientes para noquear a un rival demasiado armado esta vez.
Y es que enfrente había un bloque que rindió a la perfección y controló el ritmo del partido, salvo tirones puntuales de Dallas. Maynor supo cuándo dar la pausa y cuándo buscar la verticalidad, Cook aportó su tiro exterior, Collison ejerció de titán en la ‘pintura’ y molestó todo lo que pudo a Nowitzki, mientras Harden pasó al siguiente nivel.
Porque las buenas maneras que el escolta formado en Arizona State había mostrado durante estos Playoffs, pasaron a un segundo plano con su explosión ante los Mavericks. 23 puntos, 7 rebotes y 4 asistencias, sus números. Impecables, casi dominantes, sus sensaciones. Anotó en los momentos decisivos –diez puntos en el último cuarto y se convirtió en el fiel y perfecto escudero de un Kevin Durant, que estuvo, de nuevo, formidable (24 puntos), y además dejó para la galería un mate espectacular sobre Brendan Haywood.
El banquillo de Dallas no pudo marcar la diferencia en esta ocasión. Con Jason Terry bien controlado, sólo JJ Barea (11 puntos) fue revulsivo. Escasos aportes que echaron en falta los de Carlisle, tan habituados a imprimir una marcha más con su segunda unidad que esta vez no llegó.
Jason Kidd, sobrio en la dirección y acertado desde el perímetro, y Tyson Chandler, incansable en la zona, fueron los principales apoyos de un Nowitzki que estuvo demasiado solo y vigilado. Sus esfuerzos no bastaron y Oklahoma City se hace con el factor campo tras un valioso triunfo ante unos Mavericks que acumulaban siete victorias consecutivas en la fase final.
El sábado la eliminatoria se trasladará al Ford Center, que será testigo del tercer episodio de una serie con alternativas, estrellas y un buen grupo de secundarios pidiendo protagonismo. Los Thunder sueñan con pasar a la historia, los Mavericks apuran sus opciones de lograrlo.