Fue un canadiense,
James Naismith, quien inventó el baloncesto, pero nunca el país norteamericano ha llegado a ser una potencia; algo así como lo que les ocurre a los ingleses en el deporte rey. Jamás ha ganado Canadá un Mundial o un campeonato olímpico, y
muy lejos queda la plata cosechada en Berlín 1936,
los Juegos Olímpicos de Hitler. Cuatro años después, el Führer tomaría la que hoy es la sede del torneo, y nueve años después se pegaría un tiro en la cabeza, metido en su búnker junto a su esposa Eva Braun, ante la entrada del Ejército Rojo en la capital del Tercer Reich.
Desde entonces han pasado ocho décadas, y los canadienses nunca han estado cerca de la gloria. Hasta Matt Groening se mofó del poco potencial de los norteamericanos al convertir a Bart Simpson y Milhouse Van Houten en internacionales de la selección nacional canadiense de baloncesto en un capítulo. No es ni mucho menos a lo que esta potente Canadá ha venido a los Juegos Olímpicos, pero
la selección entrenada por Jordi Fernández ya está clasificada para los cuartos de final junto a
Francia y
Alemania.
JORDI FERNÁNDEZ Y CANADÁ
Que una de las generaciones más limitadas de España en los últimos 25 años se quedase a un par de tiros libres de Llull y Abrines de ganar a posiblemente
la mejor Canadá de la historia y candidata al oro o plata, habla muy bien de la competitividad de España.
Para llegar a este punto hay que hacer bien bastantes cosas.
Tras el partido entre España y Canadá le preguntaron a Jordi Fernández si había emociones encontradas por eliminar a su país natal: “No, ahora mismo me siento más canadiense que cualquier otro canadiense“.
Dicho esto, el sólido triunfo ante
Australia (93-83), junto a las victorias del combinado galo ante Japón y el conjunto germano contra Brasil, aseguraron el pase del equipo del técnico de Badalona.
La victoria ante España certificó el primer puesto en el grupo.
Canadá espera al Francia v Alemania para saber si queda bombo 1 (dos mejores primeros) o bombo 2.
El actual bronce mundial hace pleno y se clasifica para cuartos de final, postulándose como una de las inequívocas favoritas para tocar presea, algo que no pudo lograr en Sidney 2000, bajo el mando de
uno de los grandes ídolos de la sección en su historia,
Steve Nash, cuando cayeron en cuartos de final ante Francia.