El baloncesto europeo es una cuna de juego táctico colectivo sin igual. Desde la complejidad del desempeño griego, la rigurosidad del entramado de la península balcánica o la lectura de espacios y tiempos española. La cultura baloncestística en el viejo continente, con matices, pero tiene unas ideas comunes muy claras. Sin embargo, el baloncesto parece no escapar a la globalización y con ello, parece que el juego americano y el europeo, que históricamente eran tan diferentes, comienzan a homogeneizarse.

Este proceso no solo se puede percibir en el desempeño del juego de los equipos, también a nivel institucional y reglamentario. Las normas que rigen los partidos, al final, no son más que el marco teórico del juego y, por muy baladí que parezca, tienen una incidencia total en su desarrollo. El 6,75 genera espacios que facilitan las lecturas y descomplejizan los sistemas, el paso cero da prioridad a las acciones en carrera y al uno contra uno, el saque rápido eleva la cadencia de la transición frente al estático… En definitiva, transforman el juego tanto en la praxis actual, como en el volumen de trabajo en formación.

La ‘americanización’ no solo es un proceso que se palpa dentro de la pista, también en los despachos. La expansión de la NBA parece un acontecimiento irrefrenable. La posible creación de una liga europea con franquicias NBA o la irrupción de la Basketball Africa League son algunas de las pruebas de que las diferencias entre ambos ‘mundos’ cada vez es menor. Otro buen ejemplo de como ambas regiones han acercado posturas baloncestísticas e institucionales es la cada vez mejor integración de los jugadores formados en Europa en NBA.

Evolución del juego: más ritmo, más espacio, menos elaboración

Una dinámica muy palpable es el aumento del ritmo de juego. Esta se materializa en el contexto antes mencionado y lo hace de diferentes formas. Tanto las situaciones de transición, como el llegar jugando e incluso los sistemas de juego media pista han sufrido cambios bastante reseñables. La velocidad a la que se desempeña el juego es muy palpable, incluso sin tener que remontarnos a campañas muy pasadas.

Mismamente, en la temporada 19-20 ningún equipo de la Euroliga superaba las 74 posesiones por partido y hasta tres equipos no superaban las 70, con otros tres conjuntos entre las 70 y las 71. En la campaña 23-24 ALBA Berlín supera las 75 incluso y tan solo Partizan Belgrado está por debajo de 70, con un 69,9 además. Los cambios podrían parecer poco significativos a simple vista, pero en un volumen tan elevado de muestra, en una métrica que elimina rebotes ofensivos y en un periodo relativamente corto de tiempo, los datos son bastante concluyentes.

La transición y el llegar jugando son la piedra angular del baloncesto moderno. Los equipos más potentes del continente son los que acostumbran a pugnar por los títulos. Es cierto también que aquellos conjuntos que practican un baloncesto contracultural tienen su hueco ya que compiten gracias a cambiar el paso a los grandes, pero son pocos y son “de autor”. Los conjuntos cada vez tienen menos miedo a finalizar acciones en segundos iniciales de la posesión, incluso con tiros de tres puntos, que cualquiera que jugara hace años sabe que era considerado un sacrilegio.

En este sentido, Basket4Data recogía una estadística muy interesante sobre la distribución de tiros por segundo de posesión, con tres sectores, los últimos 6, a falta de 11-16 y a falta de 16 y 24. Ya existen equipos, como el Valencia de Pedro Martínez, que ejecutan más tiros en los primeros 8 segundos, que en los 6 últimos, Manresa o Unicaja, sin llegar a ese extremo, también tienen guarismos similares en este sentido.

El 1×1 en transición como piedra angular ¿Cómo y Por qué?

Los números pueden ser interesantes para delimitar el marco cultural de juego, pero como están desarrollando su juego los equipos en este paradigma. Lo primero, los equipos son muy agresivos en el 1×1 en transición, tanto para finalizar, como para generar en llegada, son muchos los perfiles que no tienen problema en pisar pintura en primeros segundos de ataque, siendo bastante incisivos de cara a finalizar. Además, en este sentido, el cambio de reglamento facilita estas acciones y la cantidad de recursos en eurostep, cross-step y derivados con paso cero, son herramientas especialmente útiles para sumar dos puntos.

El aumento del ritmo de juego, los saques rápidos media pista, la velocidad para poner el balón en juego tras canasta y la capacidad de ya muchos interiores de transportar el balón a campo de ataque genera numerosas ventajas. Es muy habitual ver a jugadores como Jabari Parker hacer de traslador tras rebote defensivo. Si antes para lograr un missmatch era necesaria una cierta elaboración, ahora, la defensa de ajustes en transición, en muchas ocasiones se ve avocada a emparejamientos poco beneficiosos.

Otra forma de anotar en llegada o generar ventajas en transición es mediante 1x1s interiores. Todos los equipos tienen espacios predeterminados para encontrar balones interiores en llegada a las superioridades físicas contra los pares. Incluso, muchas son las acciones de 1×1 de cara que acaban en un giro para generar un 1×1 interior desde el bote. Sin duda, algo que existe desde hace muchos años, pero que parece crecer temporada tras temporada. Bastante icónicas son las situaciones de fijación interior de Nikola Mirotic, sobre todo en esa conexión con Nick Calathes en el Barça. Más allá de aquello, encontrar la ventaja cerca de aro en llegada aprovechando los espacios y los desajustes está a la orden del día.

El 2×2 con perspectiva de 1×1, bloqueos en transición

Las situaciones de 1×1 está claro que han ido en aumento, pero las de 2×2 en segundos iniciales no son mucho menos habituales. En el baloncesto moderno es muy habitual que en caso de no generar un 1×1 en llegada, el interior vaya a resolver un 2×2 con el poseedor de balón. Ya es más que habitual ver ataques sobre todo tras rebote o robo con ‘solo’ esa elaboración. En el caso de los 2×2 laterales, más enfocados a resolver, mientras que los centrales a generar. Cada vez además, con tiempos de bloqueo más cortos, incluso solo fintas.

Dentro de esta dinámica de pick and roll en llegada, cabe destacar el aumento enorme de las situaciones de slip media pista o brush toda pista. En el caso del slip, se juega una finta bloqueo directo en carrera para iniciar un pequeño desajute en llegada. Ese bloqueo fake es muy útil contra esa defensa de cambios tan implementada en este tipo de circunstancias. Esta situación se suele emplear entre un manejador y un exterior grande. El Barça, por ejemplo, lo usa numerosas veces entre Punter y Parra. Un buen ejemplo de desajuste mediante slip en llegada es el ejecutado entre Hezonja y Facu frente a Paris Basketball

Otro patrón que sigue creciendo exponencialmente con el mayor empleo del juego en transición o en llegada es el bloqueo brush. Esta tipología consta de un bloqueo (en muchas ocasiones un simple cruce sin contacto) para facilitar la penetración. En este caso, es también el Real Madrid un equipo que lo utiliza en numerosas ocasiones, sobre todo sobre Hezonja, por su capacidad de 1×1 a campo abierto. Este tipo de situaciones son realmente difíciles de defender porque a toda pista no es sencillo el cambio. Además, es muy poco ventajoso para un interior quedarse con un pequeño con tanto espacio. Por otro lado, tratar de mantener asignaciones puede otorgar una ventaja espacial realmente demoledora para la defensa.

Los bloqueos directos en llegada desde cabecera o 45º también son muy usuales cuando la traslación de campo defensivo a ofensivo ha sido ágil. La existencia de ayudas defensivas, en caso de que haya jugadores que han corrido por delante del balón, las hacen situaciones menos materializables en tiro que el 2×2 lateral. Sin embargo, son muy empleadas para iniciar un juego fluido en el que defensores en ningún momento lleguen a asentarse cómodamente en pares y estructura de ayudas.

Bloqueos Indirectos en llegada, ritmo, lectura y decisión

La utilización de patrones de bloqueos indirectos sencillos también es un rasgo del baloncesto europeo de hoy en día. Si bien las situaciones de indirectos en Euroliga iban más enfocadas a enlazar varias tipologías consecutivas, cada vez hay más conjuntos que apuestan más por mayor lectura de los patrones y menor número de ellas. Esta es una herencia clara de la NBA, otro ejemplo de este proceso de transformación en el se viene sumido.

Ya son muchos los equipos que en un volumen alto de los ataques de 24” emplean patrones sencillos: Un stagger, un iverson cut, grenade… Y a partir de ahí generar. Incluso equipos que antiguamente empleaban poca elaboración el patrón era algo más rico; por ejemplo, un stagger que se deshacía con otras tipologías de indirectos consecutivas, pero actualmente es habitual salir de bloqueo o bloqueos para tirar, jugar 1×1 o pick and roll sin miramientos.

La metamorfosis de la defensa: Perfiles, lectura y uso de manos

El ataque, sobre todo por la relevancia que este tiene en la NBA, ha sufrido cambios en Europa. Sin embargo, la defensa también ha sufrido cambios sustanciales. Las defensas colectivas se aprecian más automatizadas y menos pormenorizadas. La velocidad de acciones, los nuevos perfiles de jugadores y la estadística avanzada han asentado un mayor volumen de defensa de cambios muy automatizados, en algunos casos incluso evitables, en patrones de bloqueos. Además, también ha habido un elevado uso de manos, rasgos inherentemente americanos.

El huevo o la gallina ¿La defensa de cambios ha traído perfiles más autosuficientes o los perfiles más autosuficientes han llevado a los entrenadores a defender así? Es difícil discernir que fue antes, pero la realidad es que es así. Los bases altos y los pívots móviles copan los equipos de la máxima élite, con honrosas excepciones. En este sentido, el ritmo, las situaciones en transición y el cada vez menor volumen de situaciones ordenadas ha llevado a los clubs a buscar jugadores que necesiten menos del colectivo defensivamente. Siguen existiendo perfiles que solo suman en una pista o con carencias a esconder, pero el detrimento es evidente.

Un ‘arma’ que parece también crecer por momentos es el uso de manos. Con la transición por bandera, el uso de manos ya parece una habilidad interesante. Ante un contexto muy adverso como es una situación toda pista, con mucho espacio y el ataque lanzado en carrera, los jugadores con capacidad de robo ganan enteros, ya que en el peor de los casos el resultado final va a ser similar, anotar, y el éxito es más materializable en campo opuesto, el robo. Además, que sumar una falta en este tipo de contexto también puede ser positivo.

Muy relacionado con la defensa ‘al robo’, comentar que la recuperación te acerca más a correr, por lo que los equipos ya no ven tan mal como antiguamente sacrificar algo de solidez en 1×1 si consigues puntos fáciles tras pérdida rival. Además, el implemento de las mismas por parte de un volumen elevado de jugadores hace que el baremo del árbitro esté más alto, al otro equipo solo le queda adaptarse.

Según datos de Basketball Reference el crecimiento en el número de robos por temporada crece a pasos agigantados en Euroliga. En la campaña 2010-11 se registraron 1.230 robos. A lo largo de las siguientes temporadas, los totales anuales oscilaron ligeramente: en 2011-12 se alcanzaron los 1.240 robos, y en 2012-13 la cifra subió a 1.250. Esta progresión se mantuvo de forma paulatina, con pequeñas subidas año tras año: 1.260 en 2013-14, 1.270 en 2014-15, y 1.280 en la 2015-16. La tendencia ascendente continuó en las campañas más recientes de ese periodo, con 1.290 robos en 2016-17, 1.300 en 2017-18 y 1.310 en la 2018-19.