
Todo el mundo sabe de las veleidades del clima canario, de la lindeza de las playas tinerfeñas. Experto en ello es Giorgios Bogris, nuevo fichaje lagunero, una ex estrella mediática en las islas griegas al que le molestaba jugar los domingos por la mañana, en lugar de surfear las corrientes del norte de la isla. En cambio, en su primera etapa como canarista, los partidos de entre semana los bordaba el bueno de Bogris. Hoy, retornaba a la competición que ya ganara con este su nuevo equipo, a los partidos de martes y miércoles que tan bien se le daban y que tantos ganara. Como su equipo, que no se cansa de dominar partidos en su competición tan fetiche
Y para mantener costumbres, 10-0 de parcial con 4 puntos de Shermadini y dos triples de Sasu Salin. La bronca de Pavicevic era tan elocuente como la cara de Begic o el mostacho de Markota. En cinco minutos ya había hecho 15 puntos el Iberostar Tenerife. Del otro lado, sólo Mirza Begic había entendido la bronca de su coach. Santi Yusta y su nueva vida culminaban un exquisito aro pasado para descoser la partida en modo temprano (21-8 min. 7). El alero de Torrejón hacía un triple en transición para llegar ya a los treinta puntos y Alex López otro para doblar al rival en el marcador tras la primera pausa: 33-16. Lo de casi todos los martes, vamos.
A la vuelta, reaccionaban apenas los montenegrinos, con un 0-4 de parcial que mandaba parar Txus Vidorreta. La segunda unidad había perdido un par de balones, que era lo que reclamaba el técnico vasco en la silla de los enfados. Le parecía domingo el partido a Bogris y se iba al banquillo sin anotar para que Shermadini hiciera dos canastas seguidas en transición. Otra contra, esta vez de Lundberg ponía redondo el luminoso: 42-22 min. 15. La tunda era de órdago, ante el pasotismo de los estadounidenses a sueldo del presidente Pavicevic. El lío de Gio a la defensa azul y el IQ de Huertas sentenciaban ya el partido antes del descanso, para beneplácito del técnico vasco y descanso de muchos de sus muchachos: 54-30.
De vuelta de las cabinas, nada había cambiado. Ni media había arreglado el entrenador de Montenegro. Un triple en la enésima transición sin oposición desde Finlandia, hacía picar la treintena de puntos: 61-32 min. 22. Un temporal arreciaba las costas norteñas de la isla, ideales para las olas que se estaba perdiendo Bogris. Otro temporal le estaba cayendo a Mornar Bar de puertas de La Hamburguesa para dentro. Llegaban ya los treinta de ventaja, con el cuarto triple de Salin. Bjelica, otro de la ristra de viejos ilustres, era el único que ponía algo de alma en frente. Ya estaban las piernas de los más desgastados descansando en la banca canaria. La segunda unidad y las últimas plazas mantenían las amplias ventajas, aunque Needham y los tiros libres le dieran el parcial a los visitantes al final: 72-50.
Poco más quedaba, salvo el banco de pruebas que le sirve al Canarias para ser tan competitivo cada semana y para empezar a preparar el derby canario en casa. Gielo seguía su lenta, pero progresiva recuperación con esa zurdita que tanto ayudaría a su equipo este año. Siete puntos seguidos del polaco volvían a asomar la treintena en el acta: 83-53 min. 34. Una alegría más de martes noche para el equipo de las rayas amarillas y negras. Hasta Konate se animaba con su casi terca actividad defensiva, sus robos, sus ayudas infinitas. Desde hace tiempo se rebosaba el basurero de la intrascendencia de los minutos. Sólo quedaba por saber el importe de la ventaja, la cuantía de la azotaina. Pullen en la última posesión, la redondeaba: 91-61. Se iba sin anotar Giorgios Bogris en su regreso a la BCL como si de un domingo por la mañana se tratara. No para su equipo, acostumbrado a ganar en los partidos de entre semana.

La mejor pareja: ya ha hablado este escribidor de ellos, pero es que cada uno de sus partidos son cátedra. Como si hubieran jugado juntos toda la vida, el faro georgiano y el mago paulista descosían la partida con sus roles y sus lecturas, con sus bailes de salón y con sus pases en las alturas. Los 18 puntos del primero y las seis asistencias del segundo al descanso todo lo rasgaban, para alegría de Vidorreta y descanso de sus piernas. Gio Shermadini y Marcelinho Huertas son y serán la mejor de las parejas.
Los cheques no arman escuadras: a todos nos suenan muchos de sus nombres, nos recuerdan a buenas épocas pasadas. La ristra de viejos ilustres de Mornar rememora el record de triples de Jakob Pullen en el Pisuerga, la clase de Bjelica por tierras vascas, los buenos años de Begic por media España. Acompañados de la muñeca del siempre proyecto Markota y una colección de escoltas y aleros estadounidenses tan inexpresivos como Steven Seagal, no parece tener problemas para llegar a fin de mes el presidente de esta curiosa pandilla. Entre la entrada de años y el peor de los espíritus, malvive este equipo tanto aquí como en la Liga Adriática. Y es que esa combinación de viejas estrellas y poca alma hace que no siempre sirvan los cheques para armar proyectos que valgan.
Un acierto exterior como antes acostumbraba: se caracterizaba este equipo de bombardear desde la línea exterior en temporadas pasadas. Sus movimientos de balón y sus aleros siempre bien colocados hacían que ocuparan siempre los primeros puestos en las tablas de acierto desde la larga distancia. No este año. Ahora que el equipo pivota hacia otros puertos, se premia el rebote, se acentúa el juego interior del faro georgiano que todo lo baila. Hoy, sin embargo, ayudado también por la defensa de brazos caídos rival, picaba durante muchas fases del partido el 50% de acierto exterior, para reverdecer viejas armas. Sueña Vidorreta con esa nueva artimaña. De repetirse los porcentajes de hoy en el futuro canarista, el límite de este equipo estará en nuevas cumbres nunca holladas. Hoy, Iberostar Tenerife mostró un acierto exterior que para sí quisiera este año y del que antes tanto alardeaba y acostumbraba.


