Estados Unidos suma y sigue en su preparación con una victoria cómoda ante un Puerto Rico que duró lo que duró la pasividad defensiva estadounidense. Con unos muy entonados Barea y Arroyo, los de Paco Olmos pusieron contra las cuerdas a los norteamericanos, con un baloncesto bien medido y efectivo. No obstante, el combinado NBA volvió del descanso con energías renovadas para apretar al máximo tanto en defensa como en ataque, rompiendo el partido por la mitad. De esta manera, el festival continuó por parte de los de Mike Krzyzewski para cerrar otra victoria más en su camino a la Copa del Mundo de España.
El encuentro dio comienzo con la fluidez y la velocidad que los estadounidenses le estaban imprimiendo a todos sus amistosos, aunque los puertorriqueños aguantaban el tipo a base de buenos lanzamientos exteriores con un Barea especialmente inspirado. Con mucha agresividad, los de Paco Olmos no se amilanaban y se mantenían en el marcador forzando faltas y dominando el rebote ofensivo (14-13). Estados Unidos no encontraba acierto exterior de cara a canasta, algo que Puerto Rico aprovechaba a la perfección, jugando a buen ritmo en ataque comandados por el tempo que marcaba Carlos Arroyo. Estados Unidos fue mostrando su superioridad dando buena cuenta de las imprecisiones ofensivas de los visitantes, aunque un gran mate de Ricky Sánchez cerraba un primer cuarto de mucha igualdad (24-24).
El trabajo de Rose e Irving en la dirección de juego norteamericana abría hueco en la defensa puertorriqueña, encontrando más espacios y tiempo para que los tiradores lanzaran cómodos. Pero la dureza defensiva de Puerto Rico no tardaría en aparecer, lo que sumado a unos buenos lanzamientos exteriores volvían a igualar la contienda (34-33). La salida a pista de Rudy Gay volvía a dar alas al equipo de Coach K, el alero de los Sacramento King era una pesadilla importante a la que Puerto Rico tenía que hacer frente. Otra vez la dirección de juego de Arroyo, a veces brillante, a veces desastrosa, no dejaba a los norteamericanos alejarse. Un enorme buzzer beater de Klay Thompson cerraba una primera parte de altibajos para ambos combinados (52-47).
Estados Unidos volvía de los vestuarios con algo más de espacios y con una defensa mucho más agresiva que durante la primera parte, los de Mike Krzyzewski se ponían las pilas. Los estadounidenses ya empezaban a desarrollar su baloncesto de campo abierto, con más desparpajo, alegría y, sobre todo, acierto. La buena combinación de una defensa era correspondida con buenos ataques, el combinado de barras y estrellas ya había puesto la directa a por la victoria (58-78). Con el paso del cuarto, Estados Unidos no dejó de pisar el pedal del acelerador, daba igual el marcador y las circunstancias, continuaban apretando en defensa. La pujanza y el honor norteamericano continuaban ganando una batalla de la que seguían abriendo brecha sin compasión (87-67).
Apretar, apretar y apretar, no había otra premisa para Estados Unidos aún con el partido más que resuelto. El daño que los estadounidenses habían hecho a través de su defensa había dejado muy tocado a los visitantes. Una antideportiva señalizada a Galindo tras una falta fea sobre Harden no hacía sino crecer el río de sangre sobre el que navegaba Puerto Rico y del que ya no podía salir, no había manera humana de cambiar el sino del partido (101-73). El festival anotador de Curry continuaba haciendo daño, el base de los Warriors se estaba encontrando especialmente inspirado esta noche. Al final, Estados Unidos materializó otra victoria más que añadir a su saco y seguir metiendo miedo a sus rivalesantes de aterrizar en Gran Canaria (112-86).