Uno, dos y arriba. Él y cinco mil contaron los pasos y él saltó como casi nunca y como casi siempre. Despegó en un segundo eterno, en un vuelo con destino al aplauso, al los pelos de punta, al que este momento no se acabe nunca. Richotti fue inmortal desde el instante en el que decidió que su mate lo sería con él y su Canarias. Porque nada ni nadie resume mejor un partido, dos equipos y un final de temporada que un mate: velocidad, decisión, altura y consecuencia.

Velocidad

Quien llega al Santiago Martín sabe que el parqué se mueve como una cinta, que los balones galopan y que el que no corre, corre y vuela.  La lógica del Canarias en casa es la velocidad y nadie lo ha podido evitar. El Baskonia no lo discutió, pero sí se adaptó para sobrevivir. Primero con Causeur en el monopolio del juego, y luego con Bjelica en el repertorio de clase. Con un Canarias lanzado y un Baskonia decidido a seguirle, el primer cuarto se diluyó entre una igualdad de calidad anotadora capaz de borrar defensas y disparar marcadores (27-27).

Decisión

De nada sirve correr si decides parar, por lo que los locales decidieron prolongar su momento de carrera continua, de casi llegar y tirar, de ignorar cada segundo de los veinticuatro del reloj de posesión. Con esa inercia y con el triple como aliado, los tinerfeños empezaron a dejar atrás a un cuadro vitoriano que no era capaz de seguir el ritmo. Lampropoulos y Guillén dieron el primer toque de atención desde la línea del más allá (40-31).

Los visitantes no reaccionaban ni con los arranques de calidad innata de San Emeterio y la llegada del descanso aumentaba la desventaja de los pupilos de Tabak (59-47).

La decisión de continuar con el dominio por parte de Alejandro Martínez y los suyos no cesaría en el tercer cuarto. No lo haría a pesar de Lampe, de Heurtel  y de la intención del cuadro baskonista de endurecer el juego hasta el límite. Y es que si el Laboral Kutxa mejoró sus prestaciones, el Canarias también. El resultado fue la muerte de un tercer cuarto con la misma tónica y la misma diferencia (82-70)

Altura

Como el Baskonia tiene la misma cantidad de honor que de talento, no quiso morir sin oponerse. Y entonces empezó a crecer, a presionar, a demostrar en el último cuarto que su altura es merecida. San Emeterio empezó a dar razones y Heurtel a gritar argumentos de remontada. La diferencia se redujo, el Canarias comenzó a no moverse tan rápido y el choque se comprimió a solo dos puntos y un par de minutos (93-91). Si la experiencia es un grado, la altura y la calidad son otros.

Consecuencia

El Canarias supo responder al asedio baskonista y siguió la pauta: defensa, calma, sobriedad y ausencia de nervios o disimulo de nervios. El rebote fue suyo y el azar de los fallos visitantes también. La remontada no sucedió y el Canarias doblegó a otro gigante (99-94)

Para el Laboral Kutxa, la consecuencia no es otra que el final, el final de la temporada. Pero como un final es también un nuevo comienzo, los baskonistas empiezan ahora a pensar en la postemporada, en sus posibilidades de victoria, de título y de confirmar que su segundo puesto en la clasificación puede llegar a ser algo más.

Para el Canarias, la consecuencia es un mate, un mate de Richotti. Un mate es explosión y felicidad;  y no hay mejor explosión que el estallido de un cuadro canarista que ha sorprendido a todos los pronósticos y no hay mejor felicidad que la alegría de un equipo que lo ha hecho casi todo a la perfección: uno, dos y arriba… muy arriba.