Charles Judson Wallace, 31 años y 2,07, llegó al Barça la temporada pasada procedente del Gran Canaria. Se fichaba a un “jugador fino y elegante, con una buena muñeca desde la media y larga distancia” que abriría el campo en ataque y aportaría muchos intangibles en defensa. La secretaría técnica blaugrana lo incorporaba como sustituto de Terrence Morris, frío pero muy solvente; un jugador que tenía claro qué se requería de él cuando estaba en pista, siendo siempre una amenaza desde la línea exterior para los equipos rivales.

Morris no acreditaba unos grandes números con la camiseta del Barcelona en ACB (6.3 puntos, 4 rebotes para 7,3 de valoración en sus dos temporadas) y, además, su apatía causaba un constante rún-rún en un Palau necesitado de gente entregada y con pasión por el peso de la camiseta. Curiosamente, cuando más se echó de menos al ex del Maccabi fue, precisamente, cuando ya no estaba. Su rendimiento fue de menos a más, con una difícil adaptación al equipo pero con un gran final, convirtiéndose en un hombre muy importante dentro de la rotación del técnico de Gavà.

Misma posición, mismo papel a desempeñar y misma trayectoria es la que lleva Wallace en el FC Barcelona Regal. Empezó con un rendimiento por debajo de las expectativas generadas tras una buena campaña en el Gran Canaria donde se convirtió en el referente interior del equipo insular. Pero en el Barça no acababa de arrancar. Sus mejores partidos no se vieron hasta el Playoff de Liga Endesa, siendo pieza importante frente a Valencia y Madrid. Aunque a muchos este rendimiento les supo a poco, no alcanzando las cotas mínimas exigidas por un jugador que debía ser importante en ataque, abriendo el campo con sus tiros de 3 puntos y siendo una sólida alternativa a la estrella interior, Lorbek.

La confianza del club se mantuvo en el jugador, fuertemente avalado por este tramo final de temporada. Su déficit, cierta falta de adaptación y concentración en muchos momentos y el no garantizar ninguna amenaza desde la línea de 6,75, no alcanzando en demasiados partidos ni siquiera el 35% de acierto.

Temporada nueva pero mismo inicio. El mal momento volvió a llegar y se centraron en él muchas de las críticas causadas por las derrotas del Barcelona, sobretodo la sorprendente ante Valladolid en casa. Justificadas, al menos amparándose en la decisión de Xavi Pascual de descartar al ala-pívot en los siguientes tres partidos de Liga Endesa. “Le costó arrancar”, reconocía el mismo técnico al término del partido contra el CAI. Pero ya lo ha hecho. La adaptación a los múltiples sistemas tácticos defensivos del equipo es muy difíl, ha comentado en diversas ocasiones Pascual, requiere tiempo. Y precisamente esto es lo que necesitaba CJ Wallace.

El americano no desempeña una función de líder, de anotador o de revulsivo en el Barça; no es su función en este equipo. Hace su trabajo, abre el campo, tira cuando esta solo y circula el balón con alegría. Con una mayor presencia en el rebote, el ala-pívot es una pieza codiciada para Pascual cuando el ‘4’ contrario es un jugador rápido y versátil. Allí el elegido es Wallace. Con la referencia interior cubierta con Tomic, el técnico prefiere una garantía atrás en defensa, con entrega, ayudas y luchando cada balón. Así CJ se ha ganado su puesto en el equipo, con más regularidad y una constante entrega que le hacen pleno valedor de un cometido importante e imprescindible en todo equipo: el antihéroe, dueño de los intangibles. El que siempre suma sin hacer ruido.