Lo confieso abiertamente, Carlos Jiménez Varela (Madrileño barrio de Chamberí, 28 de febrero de 1941) es el periodista, escritor e ideólogo de baloncesto que más me ha impactado (y, en consecuencia, al que más admiro) de los 17 años que llevo conectado con este deporte desde 'dentro'. Sólo la casualidad nos ha llevado a ser 'supertocayos' pero no es familiar mío. Iba para médico pero no… Marca, TVE, As, Tribuna de La Moraleja y La Voz del Deporte. Ha cubierto la friolera de 11 Europeos, 5 Mundiales y 7 Juegos Olímpicos. No hay leyenda de los 60 y 70 que no me dé recuerdos para él sin importar la camiseta que llevara. Hace pocas semanas hablaba con Miguel Ángel Estrada, aquel pívot que con una heroica actuación propició eliminar a la URRS en las semifinales del Europeo de 1973. Estrada me decía: "respeto a Carlos profundamente, era un periodista imparcial. No se dejaba influenciar". Y es así, CJ es una persona entrañable. Siempre dispuesto a ayudar sin pedir nada a cambio. Sin su asesoramiento y sus consejos no me habría sido posible escribir un libro de las dimensiones de la Historia del Baloncesto en España.
– Para la gran mayoría está considerado como uno de los periodistas pioneros de baloncesto por excelencia. ¿Cómo crees haber llegado a tener dicho estatus?
– Son las cosas de la edad. Yo entré en Marca en 1964 mientras estudiaba Periodismo. Había jugado (mal) al baloncesto y solía ver todos los partidos de Liga en las canchas de Real Madrid y Estudiantes. Cuando hizo falta un periodista para escribir de baloncesto me preguntaron si me interesaba, dije que sí y ya, todo rodado.
– ¿Quién fue tu modelo o maestro?
– Un periodista de Marca que escribía, sobre todo, de atletismo, pero también algo de baloncesto, Pedro Escamilla. Admiraba su rigor, su falta de partidismo y su entusiasmo a la hora de trabajar. Fue un modelo más que un maestro, porque en aquella época pude innovar a mi antojo con la aquiescencia de los redactores jefes que tuve. Especialmente desde que pasé a As en diciembre de 1967. Allí me dejaron hacer y fue una gozada.
-Me has comentado en diversas ocasiones que siempre te sentiste muy bien tratado cuando ejerciste de periodista, en cambio, hoy en día se reconocen las malas condiciones y la presión que hay sobre la libertad del profesional para escribir. ¿Por qué hemos ido tan hacia atrás en el mundo del periodismo?
– Yo viví una época dorada del periodismo deportivo. Estábamos bien pagados, viajábamos en buenas condiciones a todas partes, y se nos permitía mantener un alto grado de imparcialidad. La televisión terminó con la necesidad del “enviado especial”. De pronto valía con darle la vuelta a las crónicas de agencia o ver los partidos desde la redacción. Por fin, periódicos y periodistas alardean de ser fanáticos de un club, algo aborrecible hace años. Lo cierto es que los periódicos deportivos de hoy no me interesan lo más mínimo.
-¿Cómo empezaste a enamorarte del baloncesto?
– Apenas tenía 16 años cuando me dieron un pase para el Frontón Fiesta Alegre de Radio Madrid (hoy la SER), y me iba a ver todos los partidos. Conseguí otro pase para el Ramiro de Maeztu y acabé entrando en el Canoe o en los partidos de chicas como si estuviera es mi casa. Mi única obligación era ayudar al periodista de la radio (Francisco Quílez, “Quilates”) cuando me lo pedía. Y le eché una mano con ocasión de aquellas finales de la Copa de Europa en el Frontón, porque el hombre sabía de fútbol y de carreras de caballos, pero no había visto jamás un partido de baloncesto. Y tenía que trasmitirlo en directo…
"Yo viví una época dorada del periodismo deportivo. Estábamos bien pagados, viajábamos en buenas condiciones a todas partes, y se nos permitía mantener un alto grado de imparcialidad."
-Por favor, descríbenos, brevemente, tu espectacular currículum.
– 1964 Entro en Marca para unas prácticas de verano y me ofrecen quedarme. 1966: Termino Periodismo y gano el premio de la DND que me permite ir como enviado especial a los Campeonatos Mundiales de Fútbol en Inglaterra. Ese mismo año me llaman de TVE para incorporarme a los Servicios Informativos. Diciembre de 1967: me llaman de As para hacerme cargo de la jefatura de sección de baloncesto y atletismo. En 1981 me ascienden a Redactor Jefe. En 1997 el periódico decide cambiar la cúpula informativa. Colaboro unos meses con la Fundación Pedro Ferrándiz y luego dirijo una revista sobre el mundo de los discapacitados. En seguida me llaman para hacerme cargo de la Jefatura de Prensa de los Juegos Aéreos Mundiales que se desarrolló en España. Apenas acabados me incorporé a una editorial para dirigir un par de periódicos locales y colaborar en otros dos del Motor. De allí, a mi último trabajo, dirigir un diario deportivo gratuito, “La Voz del Deporte” hasta su cierre, cuando me jubilé a los 68 años. Entre tanto, sólo o en compañía, 17 libros publicados, la mayor parte sobre historia del baloncesto.
-De todos tus trabajos ¿de cuál te sientes más orgulloso?
– Los últimos años dirigiendo a una plantilla muy joven y corta en “La Voz del Deporte” me dieron enormes satisfacciones, pero la época en la que fui creando mis secciones de baloncesto y atletismo prácticamente desde cero en As fue maravillosa.
-¿Te sientes reconocido después de tantos años dedicados al baloncesto?
– Hice muchos amigos y creo que eso debiera bastar. Reconocido, tanto tiempo después de mis “años dorados”, es imposible. Periodistas, jugadores, entrenadores… pasan los años y la gente olvida. Los jóvenes, simplemente, ignoran. Es ley de vida.
– Tantos partidos de baloncesto, tantas canchas, tantas épocas pero ¿qué jugador te ha impresionado más?
– Cuando vi por primera vez a Pau Gasol, comprendí que mi admiración por Brabender, Buscató, Lluis, Santillana, Luyk, Emiliano… era cosa del pasado. Internacionalmente siempre admiré a un jugador checo que llegaría a presidir la Federación de su país: Jiri Zednicek.
-¿Cuál era el jugador más divertido de entrevistar?
– El ya desaparecido José Luis Sagi-Vela. Al final no sabías si tomar notas o cerrar el cuaderno y seguir con las risas.
"Cuando vi por primera vez a Pau Gasol, comprendí que mi admiración por Brabender, Buscató, Lluis, Santillana, Luyk, Emiliano… era cosa del pasado."
-¿Y el más odioso de entrevistar?
– Alguno de los americanos que llegaban era espantoso. El peor que recuerdo, Ron Taylor un gigante que trajo Estudiantes al que todo lo parecía mal.
-Antes periodistas y jugadores podían llegar a tener una importante relación de amistad ¿Por qué? ¿Eso podía poner en peligro la objetividad del periodista?
– En cuanto a la objetividad, depende de cada persona. Yo nunca sentí ese problema. Y conste que hice amigos entre jugadores y entrenadores en Madrid, en Cataluña, en Zaragoza… de todos ellos apenas uno o dos me fallaron en algún momento. Yo no creo haberles fallado nunca. Por eso fuimos y somos amigos.
-¿A qué entrenador admiraste más?
– Tenían sus detractores, pero yo sentía predilección por Ignacio Pinedo y por Antonio Díaz-Miguel. El primero se tomaba a risa las tácticas y los dibujos de jugadas; lo suyo era la pasión; decía “a este jugador hay que meterle una guindilla por el culo y ya verás cómo se sale”. Antonio era un enamorado del baloncesto que sólo decayó cuando la popularidad le hizo creerse por encima del bien y del mal y algunos de sus jugadores acabaron haciéndole “la cama”.
-Queda claro que viviste los inicios del baloncesto y su transición en España, cuando las máximas categorías españolas eran amateur y semiprofesional, previo paso a su profesionalización. Actualmente se está dando el proceso inverso. La LEB Oro ha pasado, prácticamente, a ser semiprofesional y la Plata, a ser amateur ¿Qué opinas?
– Me parece un proceso lógico. Los jugadores tienen sus oportunidades para escalar hacia la cima. Aquellos que no llegan pueden dejar el deporte o tomárselo como un entretenimiento. Ver en categorías inferiores a “profesionales” veteranos en busca del último euro no es algo que me satisfaga precisamente.
-Llevas ya tiempo retirado pero no ha hecho falta insistirte mucho para que nos ayudaras, muy mucho, en 'construir' el libro 'Historia del Baloncesto en España' que será publicado el próximo noviembre.
– No es nada raro. Mantengo la afición al baloncesto, mi economía me permite trabajar en lo que me apetece y cuando me apetece… y la aventura que supone un trabajo como el tuyo creo que merece el apoyo de todos cuantos de una forma u otra hemos recibido mucho del deporte.

-Debes tener cientos de anécdotas 'baloncesteras', venga, lánzate con alguna.
– ¿Anécdotas? He firmado autógrafos con el nombre de algún jugador lesionado durante los viajes; he entrenado para completar un equipo con el Real Madrid y con la selección española (en México-68); he tratado, sin suerte, de que un jugador griego se pasara de horario y de alcohol en vísperas de un partido con España (nos metió 42 puntos); he sido comentarista en TVE de varios partidos (hasta que descubrí que eso no era lo mío)… Pero lo más grande me sucedió en el homenaje a Tanum Cohen-Mintz en Tel Aviv. Jugaban la selección de Israel contra un combinado europeo con Cabrera, Brabender y Santillana. Viajé invitado por los organizadores y llegué al aeropuerto Ben Gurion sin equipaje (perdido en Roma). Un taxi me llevó hasta el hotel y sin darme tiempo a nada me hicieron pasar al salón donde cenaba más de un centenar de invitados. No sabía dónde meterme hasta que en una mesa se levantó un señor y gritó mi nombre: tenía un sitio reservado entre el presidente de la Asociación de la Prensa de Israel y el general Moshe Dayan, el gran héroe de la Guerra de los Seis Días. Todavía alucino con el recuerdo: por una vez me sentí un personaje de verdad.
-¿Qué partido te impresionó más y por qué?
– Nunca podré olvidar la semifinal del Europeo de 1973 con Miguel Angel Estrada rematando a una Unión Soviética que parecía imbatible. Fue algo mágico. Mucho más tarde, por TV seguí la final del Mundial de Japón ante Grecia, con Pau Gasol lesionado y acabé llorando como un niño. En ambos casos eran partidos importantes de mi equipo, la selección española.
-¿Qué jugada tienes grabada en la retina (cuándo, dónde y quién)?
– Hay dos y por muy distintos motivos. La primera, un Tau-Estudiantes en la Copa de Sevilla; Marcelo Nicola entraba a canasta como un ciclón a realizar un mate y un instante después estaba en el suelo entre convulsiones; creí que iba a morir y aquellas imágenes me martirizaron durante mucho tiempo. La segunda, un España-Estados Unidos en los Juegos de México-68. Alfonso Martínez se disponía a lanzar desde el lateral derecho de la red; le marcaba el fantástico Spencer Haywood y, como para animar al aragonés, dio un pasito hacia atrás; Alfonso tiró y el americano saltó a taponar el tiro más arriba de lo que yo haya visto llegar la mano de un jugador. Aún me parece imposible.
-¿El baloncesto está mal tratado por los medios de comunicación?
– Difícil pregunta, porque la respuesta me sale ambigua. Hoy en día, la prensa escrita y la TV sólo se ocupan del fútbol (no escucho la radio o sea que de ella no puedo opinar) así que el baloncesto es, como cualquier otro deporte, marginal; ahora bien, entre los marginales, parece que es el mejor tratado. Eso sí, nada que ver con el espacio que se le dedicaba hace años que era muy superior. (Y de ésto, me considero un poco responsable).
-¿En qué momento está el baloncesto?
– Tenemos una selección nacional formidable, lo mismo en hombres que en mujeres. Hay muy buenos equipos de club masculinos, sin duda, pero la verdad es que me interesan poco. Jugadores que entran y salen, quintetos en pista de jugadores extranjeros con los que me resulta muy difícil identificarme… Pero veo canchas con mucho público y pienso que me he hecho viejo y los jóvenes tienen razón. O sea, que debe estar bien, pero la Liga no me engancha como lo hacía en otros tiempos.
"El baloncesto es, como cualquier otro deporte, marginal."
-Si tuvieras que elegir a un quinteto ideal de jugadores ¿quiénes serían?
– Sin querer la mente se me va hacia atrás, a jugadores que ya son padres de jugadores o abuelos, pero siendo realistas, entiendo que Juan Martínez Arroyo o Carmelo Cabrera no resisten la comparación con Llull, por ejemplo. Ni Epi resiste un momento ante Rudy Fernández. Total que me quedo con jugadores de hoy. Por ejemplo, Llull, Navarro, Rudy y los hermanos Gasol.
MONTAJE: Adolfo Romero