Los números de ambos conjuntos en las primeras 12 jornadas hacían presagiar un duelo muy parejo: ninguno de los dos destacaba especialmente en el apartado ofensivo (con promedios de 76 y 77 puntos por duelo), pero ambos lo hacían especialmente en la defensa y en el rebote. Esos precedentes hicieron que el primer período, con ritmo pero sin puntos, no pillara a muchos desprevenidos. Ambos conjuntos se instalaron desde el arranque en un intercambio de aciertos y errores en el que predominó más lo segundo que lo primero y en el que ninguno de los dos consiguió despegarse de manera notoria y en el que la renta de 6 (10-4) que Fuenlabrada llegó a alcanzar cercano ya el final del primer período, se hacía un mundo, pero ala que Tenerife respondió con un 0-5 de parcial en poco más de 20 segundos que permitió dejar el marcador igualado (13-11) al término de los primeros 10 minutos.

Serían el segundo y el tercer período los que permitirían a Fuenlabrada mostrar mayor deseo y acierto. Los del ‘Ché’ empezaron a despegarse de ese bajo acierto en el segundo período en manos de un Pako Cruz que firmaría todos sus puntos (9 en total) en esos segundos 10 minutos, bien secundado por Gregory Vargas y al que Katsikaris respondió con un Richotti que imprimió carácter desde el banquillo. Entre el argentino y la clase de Tobey en la pintura, que dio todo un clínic de anotación en las continuaciones, Tenerife intentó construir la respuesta al mayor deseo local, que en el tercer cuarto tendría como protagonista a Roland Smts, con 9 de sus 18 puntos hoy.

En el último período sería Marko Popovic, hoy otra vez en estado de gracia desde más allá de los 6,75 (algunos de sus triples llegaron, de hecho, desde mucho más allá), donde volvió a anotar hasta 4 triples en los últimos 10 minutos, llegando a recordar al de la pasada jornada en Burgos, con 5 triples en 5 minutos. Richotti volvió a intentar cimentar una reacción con secundarios experimentados como Vasileiadis, en manos de los cuales Tenerife anotó un parcial de 0-6 en el momento más delicado, con 14 puntos abajo que sí consiguió contagiar de nerviosismo a los locales. Katsikaris ordenó entonces una presión en toda la cancha que no dio resultado más por la confianza que le daba el camino andado a Fuenlabrada que por un mal planteamiento de la misma.