Lo cuenta la fábula. Lo ratifica la tradición. Lo alimenta la ilusión. Esa que dice que en la quinta noche del año, de repente, todo se llena de regalos. Presentes en forma de copa o de victoria que cimiente salvación. En la víspera de los nervios y las cabalgatas, los caramelos y los camellos y entre los síes y los noes, Iberostar Tenerife y Montakit Fuenlabrada afrontan la partida dieciséis buscando sus propios regalos, sus propios reyes magos.
Para empezar y como preámbulo de la noche, ristra de títulos y homenajes. Unos, a los que fueron por aquí reyes durante muchos años, como Richotti.
Con el número 5, todo el pabellón en pie… NICO RICHOTTI
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Otros, a los que pasaron casi de soslayo, como Gillet y el mayor regalo para Gio Shermadini, como MVP del mes pasado. Y el georgiano, generoso él, devolvía los agasajos con los seis primeros puntos de su equipo. Alineándose con el día, regalaban también puntos las defensas, para tanteos de farolitos y caramelos. Con Ehigitor aguantando mucho mejor al faro aurinegro y Anderson afinando su muñeca, tomaba ventaja el necesitado equipo madrileño (15-18 min. 8). Sin embargo, no les sentaban bien las rotaciones y Bogris volvía a poner a los suyos por delante, acabada ya la alegría de los primeros minutos. Richotti, sobre la bocina y con la displicencia canaria, aprovechaba el pasillo para dejar a los suyos por delante en la primera pausa (19-20). No había hecho ninguna falta personal el equipo local en diez minutos. Eso sí que es un regalo de Reyes Magos.
Y es que Iberostar Tenerife se había dejado todas las faltas para el segundo cuarto. Con ellas y la mejora de la intensidad defensiva consiguiente volvía a recuperar el mando el equipo de casa, con cuatro puntos seguidos de Álex Suárez y Marcelinho haciendo ya de rey mago. Casi todo era espeso ya. Pases a los tobillos, pérdidas por campos que se hacen pequeños y mucho tiro al hierro de atrás que tenía el cuarto en un paupérrimo 9-4 de parcial, antes de la pausa para los comerciales. De vuelta, Lundberg ponía la máxima ventaja desde la línea dorada (31-24). Eyenga con la sabiduría de los años que han pasado todo lo atajaba, tanto delante como detrás y Bellas lo empataba para coser la primera herida. Huertas homenajeaba al día con otra gotita de talento para cerrar la primera parte en 37-34 local y todavía mucho por jugar.
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Seguía la cosa espesa tras de la reanudación, con un rancio 4-3 de parcial en los primeros cinco minutos de vuelta de las cabinas. Vivía Iberostar Tenerife a la pata coja de Marcelinho sobre la que generaba la máxima ventaja local (45-37 min. 26). Con la inesperada por abultada victoria de Andorra de ayer, casi que le hacía falta arrasar más que ganar a este Iberostar Tenerife, en busca del incienso en modo de cabecera de serie. Pero no era éste partido para florituras. Huertas empaquetaba su octavo regalo de la mañana para que Bogris pusiera ya dobles dígitos en la ilusión canaria (50-39 min. 28). La exhibición del rey paulista era ya para guardar debajo del árbol de Navidad: 59-48 que apuntalaba la ilusión de un viaje a la Costa del Sol.
No se iba en cambio de la partida Montakit Fuenlabrada, acostumbrado a pelear cada trinchera delante de mejores nóminas de jugadores. Con Eyenga y Gillet en el interior, buscaba Cuspinera lo que no le daba su gente más grande. Con Marce buscando aire en la banca y con Shermadini en perfil más bajo que el que acostumbra, naufragaba Iberostar, para que los de rojo ajustaran la ventaja a un -5 de pura esperanza. Volvía Huertas. Todo cambiaba. El pecado del scouting le daba espacio y tiempo para hacer dos triples seguidos con los que se iba a los 20 puntos con los que mantener diez de ventaja para los suyos. Eso sí que es magia. Lo peleaban los fuenlabreños, pero ya no les daba. Su desacierto exterior y la rotación interior no eran suficientes para la tradición. No se había portado mal Montakit, pero se llevaba hoy el carbón. De los transistores y las aplicaciones informáticas llegaba la derrota de los vecinos canariones en Sevilla, lo que le daba billete automático a los laguneros para Málaga. Y es que guiados por un auténtico mago, eso es mucha ventaja.