Derrick Rose, el MVP más joven de la historia de la NBA, el jugador llamado a recoger el testigo de Michael Jordan en los Chicago Bulls, atendió a Solobasket en Madrid. Fue durante el acto de de presentación de sus nuevas botas adizero Crazylight, de la marca Adidas y con tan solo 278 gramos de peso. Lo último en calzado para uno de los mayores diamantes del baloncesto mundial.
Pero no se engañen, no son las botas la pócima de rendimiento del prodigioso base de los Bulls. Tampoco unas exuberantes cualidades físicas o un talento natural para jugar al baloncesto. El verdadero secreto del ‘Mago’ se esconde en su cabeza. Y es que la humildad, la perseverancia y la ética de trabajo son aspectos cruciales para que Rose se haya convertido en el base más dominante del planeta.
Derrick, nacido en Chicago hace menos de 23 años, no se esconde al oir hablar de un tal Michael Jordan, una leyenda, posiblemente el mejor jugador de todos los tiempos y ‘algo más’ en la gran urbe del estado de Illinois. Sus seis anillos con los Bulls no presionan en absoluto al #1 del conjunto de Tom Thibodeau. "Su sombra no me asusta, de hecho me motiva para ser mejor. Es la persona que quiero alcanzar, para cualquiera es una auténtica referencia y me motiva poder luchar y mejorar para estar en condiciones de ganar tantos campeonatos como él", reveló Rose, que asegura llevar muy bien la presión de ser considerado como ‘el sucesor’ de ‘His Airness’.
El curso pasado, su capacidad de liderazgo, de resolver cuando el balón quema y los focos buscan a los héroes, sumados a sus 25 puntos, casi 8 asistencias y 4 rebotes por encuentro, hicieron que los Bulls dejasen de ser un equipo más para pasar a ser el mejor bloque de la Liga. "Jugar juntos, como un verdadero equipo, fue la clave de todo, preparamos bien cada partido y salimos a jugar duro ante todos. Esperamos que la próxima temporada podamos hacerlo aún mejor", señaló el ‘playmaker’ de Chicago, consciente de que si el bloque continúa su progresión "no hay nada especial que cambiar", simplemente "madurar hasta estar listos para lograr el campeonato".
No obstante, Rose, que no se ve jugando con un base al lado, quizás para abrir paso a su asesino instinto anotador (27 puntos por encuentro en los últimos PlayOffs), ya tiene en mente su próximo objetivo. "Quiero mejorar mi juego en el poste bajo. Sé que tengo que progresar en muchas cosas pero soy un base alto y debo mejorar ahí. Intento mejorar cada año en todo pero sería muy positivo si dominase ese apartado del juego", explicó el jugador, dos veces All-Star.
El comandante de los Bulls sobre el parqué, con beneplácito del capitán Thibodeau en la banda, sigue recordando las dos semanas de baloncesto que vivió en el ‘Viejo Continente’ el pasado año, en el que la selección estadounidense se proclamó campeona mundial. "Fue una experiencia que no olvidaré nunca, fue genial poder jugar ante otros países y ver a fans de todos lados emocionados con el juego", apuntó.
Sin embargo, el buen sabor de boca que le dejó el baloncesto FIBA no parece ser suficiente como para ver su talento por las canchas europeas esta próxima campaña. "No estoy interesado ahora mismo, veremos qué pasa con el lockout pero la verdad es que de momento sólo estoy centrado en una cosa, aprender y trabajar mi juego, que es algo que estoy haciendo en Los Ángeles", afirmó Rose.
Sí se ilusiona cuando escucha hablar de Londres, en concreto de los Juegos Olímpicos del próximo año. "Sería increíble poder ganar el oro olímpico, pero aún queda mucho. Primeramente espero poder estar en el equipo definitivo, pero Coach K (seleccionador estadounidense) aún no realizó la lista así que de momento sólo puedo esperar", aseveró el base de Chicago.
"Ser número uno del ‘Draft’ me llevó a trabajar aún más duro"
Sin embargo, ser una superestrella, el objetivo número uno de cualquier rival que se mida a los Bulls, no ha sido un camino fácil. Rose fue elegido en el número uno del ‘Draft’ de 2008 por la franquicia de su vida, aquella en la que soñaba jugar desde niño. Tras un año en la Universidad de Memphis, a las órdenes de John Calipari, en el que empezó tímido pero acabó dejando indicios de su enorme potencial, convenció a Chicago.
Pero la presión era enorme y Rose lo sabía de sobra. "Hay mucha gente que puede pensar rápidamente en el fracaso si eres el número uno del Draft y luego no resultas ser todo lo bueno que se supone que eres. Pero a mí me hizo endurecerme, querer trabajar aún más duro, sólo intenté esforzarme al máximo e integrarme en el equipo cuanto antes", comentó Rose, que poco tardó en convertirse en el eje absoluto de los Bulls.
Pese al éxito, a ser uno de los deportistas más populares de su país y un gran reclamo para las marcas, Rose nunca olvida de dónde viene, quién es. Buena prueba de ello es la emoción que desprende al hablar de su familia, clave en su desarrollo como persona y como jugador. El tatuaje que luce en su hombro izquierdo, con un mago sosteniendo un balón, bajo el lema ‘Poohdini’, se lo recuerda siempre.
"Es una referencia al apodo (Pooh) que me puso mi abuela de pequeño y de alguna forma tenía que encontrarle un valor. Me encanta la magia, no sé realmente porqué pero me encanta, y mi mago favorito es Houdini (Harry Houdini), quizás porque todos decían que era el mejor de siempre. Su unión significa que cualquier cosa se puede conseguir pero la grandeza tiene algo fundamental, la ética de trabajo. Debes trabajar muy duro para obtener el éxito y esa es la forma en la que trato de verlo todo", concluyó Rose.
Esa virtud, la ética de trabajo, a él le sobra. Lo que unido a sus condiciones físicas y técnicas le han llevado a convertirse, no sólo en uno de los jugadores más decisivos del planeta, sino en un ‘Mago’ capaz de creer que siempre es posible llevar más allá la progresión. Así es Derrick Rose, un genio voraz e incansable.