En ciertas zonas de California el horizonte se difumina para demasiados ojos. La lesión de Kobe Bryant atormenta las perspectivas de futuro para Los Angeles Lakers, que han recibido un duro revés, no tanto por los resultados presentes, sino por la que se avecina. Si había dudas en el entorno de la franquicia, éstas se han apoderado definitivamente en el seno de la misma. Muchas preguntas se cuelan en el Staples Center, pocas respuestas parecen salir del recinto angelino.

La renovación de Kobe hipotecó al equipo para las dos próximas temporadas. Un contrato de 48 millones de dólares para uno de los mejores jugadores de las dos últimas décadas en la NBA. Sin embargo, una operación que carecía de mucha lógica (deportivamente hablando) y a la que la actual lesión no ayuda a cuajar. Bryant tiene 35 años, una edad en la que la decadencia, más pronunciada o no, es evidente para un deportista. Más aún si éste lleva compitiendo al máximo nivel desde los 17 años. Tras una grave lesión como la rotura del tendón de aquiles, es de excesivo optimismo pensar que puede volver al nivel de antes. Kobe puede ser una referencia ofensiva en cualquier equipo aún, pero es ilógico exigirse y exigirle que sea ese jugador que, simplemente por inercia, ya era candidato al MVP.

Físicamente Kobe ha jugado muchos años al límite, soportando lesiones en sus rodillas y muñecas. Un castigo nunca solventado que con cierta edad puede convertirse en un lastre. La exigencia física durante un tiempo tan prolongado suele acabar en un bajón inmediato, en continuas lesiones y, al fin y al cabo, en un rendimiento lejano al deseado. La única forma para que Kobe mantenga algo de frescor es dosificándose en sus esfuerzos. Una media de 30 minutos tras ocho meses de inactividad no es, precisamente, el mejor método. Aunque la lesión no se produzca en la misma zona, todo el cuerpo se resiente cuando no se ha competido al máximo nivel durante tanto tiempo.

Con Bryant sumido en demasiadas incertidumbres, la franquicia californiana ha visto cómo el agua se le ha subido hasta el cuello y se le atraganta en gárgaras. Los aproximadamente 24 millones de dólares que cobrará Kobe los dos próximos años suponen casi la mitad del salario disponible para configurar un plantel que tiene como aspiración volver a competir por el anillo. Con este panorama, los Lakers tienen que rellenar las once plazas restantes del plantel con 34 millones de dólares. Aunque la cantidad que percibirá indique lo contrario, Kobe Bryant difícilmente puede ser un jugador que asuma con cierta soledad el devenir de un equipo campeón. Por tanto, en el hipotético futuro triunfador de los angelinos se antoja inevitable la contratación de una estrella que soporte el peso de ‘Black Mamba’. Ese jugador no es Pau Gasol, por lo que sólo en el mercado de agentes libres pueden encontrarse nombres  válidos.

Mientras los dedos bajan acariciando nombres en la lista, son escasas las alternativas para encontrar a ese jugador. Eliminados aquellos que renovarán con sus equipos o cambiarán con un destino que, aparentemente, ni se plantea que sea Lakers, tan sólo queda el nombre de Carmelo Anthony. Independientemente de que ‘Melo’ pida el máximo o no, parece de perogrullo que exigirá un mínimo de 18 millones de dólares, por lo que el saldo de Lakers, con apenas dos jugadores en plantilla, quedaría en 16 millones. Pero habría un tercer nombre en liza hasta ahora innombrado. Steve Nash tiene contrato para el año que viene por 9 millones de dólares, lo que le convertiría en el tercer jugador de la plantilla pero dejaría un espacio de apenas 7 millones para completar el resto del ‘roster’.

Los Lakers no cuentan con Nash, y su contrato firmado el año pasado se ha convertido en un lastre horrendo para ellos. La opción soñada para los angelinos sería que el canadiense decidiera retirarse a final de temporada, opción no descartable puesto que Nash está lejos de un nivel óptimo para la competición y no vería con malos ojos poner punto y final antes de seguir empañando una carrera reluciente. Si no, la única forma de deshacerse del base sería mediante traspaso, con lo complicado que parece que alguien que tenga piezas de valor a incluir quiera asumir un contrato de vértigo. En el caso de que Nash siguiera con los de púrpura y oro, resulta obvio que el aficionado ‘Laker’ no volverá a ver un equipo campeón en un futuro próximo, así como tampoco una reconstrucción para poder gozarlo cuanto antes.

Pero,  si Nash no estuviera el año que viene en Lakers porque se hubiera retirado, no hay muchas luces tampoco en las puertas que dan acceso al Staples. La directiva ve como tercera pieza a Pau Gasol, pero su renovación sólo sería factible a la baja, y eso no parece probable. Los números de Gasol, por muy en decadencia que esté, le deberían reportar un contrato mínimo de 8 ó 10 millones de dólares. Si Gasol accede a una oferta en esos términos de los Lakers, los californianos tendrían su principal triángulo conformado, pero con un espacio restante de… unos 7 millones, como con Nash.

¿Dónde pescar para completar ese eje vertebral de equipo campeón? En el actual plantel de Lakers hay jugadores útiles como Nick Young (14’9 puntos), Wesley Johnson (8’3), Jordan Hill (9’4 puntos y 8’1 rebotes), o Xavier Henry (9’6 tantos), pero parece improbable que renueven por  cantidades similares a las que cobran esta temporada. Young, con Bryant por delante, tendrá otras miras y exigirá un contrato cercano a los 5 millones de dólares. Jordan Hill no vería mal seguir en Lakers, pero su salario subirá de los 3 millones actuales. Wesley Johnson y Xavier Henry no se irán hasta estos extremos, pero subirán exponencialmente y pueden percibir ambos unos 2 millones de dólares. Por tanto, sólo uno de los cuatro parece que podría quedarse. El resto del plantel debería completarse con nuevos agentes libres más los jóvenes que lleguen vía draft, ‘rookies’ que no supondrán un excesivo talento.

El dedo vuelve a sondear la lista de antes, con mayor desesperanza aún si cabe y un temblor nervioso. Las piezas que quedan libres con capacidad de formar parte de un batallón que busca el anillo no son demasiadas. Y, por supuesto, se salen de presupuesto. Ni Luol Deng, ni Andrew Bogut, ni Danny Granger ficharán por menos de 7 millones de dólares siquiera. El resto de nombres, en su conjunto, no ayudan a formar un equipo con serias opciones. Aunque se trate de jugadores de cierta calidad, Lakers no podría acceder a más de tres de ellos. Les quedaría una excepción de nivel medio para fichar a un cuarto, pero estaríamos hablando de una plantilla de siete jugadores que competiría por un anillo que salvo sorpresa mayúscula, no tendrán grabado el nombre de Lakers en su repertorio.

Los pasillos del Staples Center son un mar de suspiros. Resoplos de un futuro incierto, aunque con más tintes oscuros de nubarrones que brillo de diamantes. Con Kobe entre algodones y un contrato abusivo, los Lakers sólo pueden confiar en que la buena suerte se torne muy de su favor para limar errores que a vista de cualquiera parecen demasiado evidentes. Tanto, como el no haber asumido que la franquicia lleva temporadas a la deriva. Y el océano, sin tierra próxima, parece interminable.