En los últimos años los Milwaukee Bucks han sido más célebres por la meteórica progresión de su fascinante estrella, Giannis Antetokounmpo, que por los resultados del equipo. En las dos últimas temporadas, con una plantilla joven en progresión y el indudable salto de Antetokounmpo al estrellato NBA, solo consiguieron ganar 42 y 44 partidos, un balance pobre para un roster que daba para más.
El proyecto de los Bucks se empezó a gestar con la llegada de Jason Kidd al banquillo de Wisconsin. El exbase estelar se estrenó en los banquillos NBA justo después de retirarse en un equipo llamado a pelear por todo, los Brooklyn Nets de los recién adquiridos Paul Pierce y Kevin Garnett. A pesar de que los resultados no fueran los esperados (eliminados en segunda ronda por los Heat de LeBron) Kidd recibió otra oportunidad en Milwaukee, que venía de hacer la peor temporada de su historia, con un balance de 15-67. A pesar del nefasto récord, había brotes verdes en Wisconsin, que se resumían en dos palabras, Giannis Antetokounmpo.
El griego había causado sensación por su físico en su primera temporada en la NBA, pero faltaba el salto cualitativo en el desarrollo de su talento, algo de Kidd supo encauzar. Los promedios de Anteto aumentaban año a año y los movimientos de la gerencia también dotaban a los Bucks de una plantilla para pelear por objetivos ambiciosos. Llegaron jugadores de calidad como Middleton, Jabari Parker o Bledsoe, pero no eran capaces de llevar a los Bucks a competir con los gigantes del Este, lo que acabó con la paciencia de la gerancia, que despidió a Kidd durante la temporada pasada. Su sustituto, Joe Prunty, no logró aumentar el rendimiento del equipo y los Bucks volvieron a estrellarse en la primera ronda.
Parecía que el proyecto estaba estancado y las dudas sobre la permanencia de Antetokounmpo a largo plazo eran razonables. Por ello, en la agencia libre lo prioritario era buscar un entrenador que pudiera hacer que este proyecto despegara de una vez. La gerencia no se complicó mucho y le hizo una oferta al mejor entrenador disponible, Mike Budenholzer, cuya aprobación tiene todos los visos de convertirse en el movimiento del año.
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Baloncesto moderno al servicio de la efectividad
Para entender el salto deportivo que han dado los Bucks en este inicio de temporada, debemos detenernos en la figura de Budenholzer. A sus escasos 25 años entró en la nómina de los asistentes de Gregg Popovich en San Antonio, todo un máster avanzado a las órdenes de uno de los mejores. En 2013 le llegó la oportunidad de ser entrenador jefe en los Atlanta Hawks, a quienes llevó a nada menos que 60 victorias en la temporada 2014/15. Con un juego de equipo que solo tenía parangón en los Warriors, fue elegido Entrenador del Año en esa temporada y solo pudo ser frenado por el Rey del Este, un LeBron que quería llevar a sus Cavs a lo más alto.
La destrucción de ese proyecto llevó a Budenholzer a buscar acomodo en otro equipo y decidió apostar por los Bucks. La plantilla necesitaba un salto de calidad y él podía ser la solución. Sin embargo, había dudas. Los Bucks eran un equipo joven que debía basarse en la velocidad, mientras que el nuevo coach siempre había optado por el movimiento de balón y la búsqueda de la mejor opción. En esta nueva etapa íbamos a comprobar que Bud ha sabido hacer lo más difícil para un entrenador: salirse de su libreto y adaptarse a las características de sus jugadores.
El primer paso en el que debía centrarse el nuevo entrenador era en el ataque. Ahí los Bucks estaban en la media de la liga, décimos con 108,8 puntos anotados por cada 100 posesiones. Tras una serie de ajustes, Budenholzer los ha colocado en tercera posición con 114,6, un número salvaje, que supera al ataque de los Warriors de la pasada temporada.
Para lograr ese aumento, el entrenador ha incidido en varios aspectos. Podríamos pensar que Budenholzer insistiría en una mayor utilización del pase, pero no ha sido así, ha sabido utilizar la verticalidad que caracteriza a sus jugadores en beneficio del equipo. Los Bucks pasan menos que la temporada pasada (275,9 pases por partido por 284,6 en la temporada pasada), pero los pases son más efectivos, dado que acaban más en canasta (el 61% de sus canastas son tras asistencia, por el 58% de la temporada pasada). Tanto es así que los Bucks son el segundo equipo que más asistencias da (27,3 por partido, detrás de los Warriors).
Pero la gran clave del éxito de los Bucks viene desde la línea de tres. La pasada temporada intentaban 24,7 triples por partido y este año lo han subido hasta los 41, aunque han aumentado muy poco su porcentaje de acierto (de 35,5% al 36,8%). Esto demuestra que Budenholzer ha pedido tirar más triples y a la vez aumentar su selección. Los Bucks son el equipo que más tiros hace wide open (con un defensor a más de 6 pies) con 25,3 por partido, de los cuales 21,8 son triples. A su vez, la rocketización del ataque de los Bucks también ha afectado a otro factor, los tiros de media distancia (los menos efectivos posibles), de los que han prescindido totalmente, ya que solo intentan 6,3 por partido.
¿Cómo ha logrado Budenholzer esta efectividad ofensiva? En primer lugar, debemos mirar a la gerencia. Jon Horst fichó este verano a Brook Lopez, Ersan Ilyasova y Pat Connaugton y drafteó a Donde DiVincenzo. Todos ellos son jugadores con buen tiro exterior, con lo que los Bucks son capaces de poner en muchos minutos a 5 jugadores que son una amenaza desde el triple, lo cual no solo es un acierto en sí mismo, sino que abren el campo para las penetraciones de Antetokounmpo, un arma destructiva en sí misma (61,2% en tiros de campo tras drives).
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Si el ataque ha cambiado sus premisas y ha logrado ser muy eficiente, la mejora del equipo en defensa es también evidente. En la temporada pasada Milwaukee volvió a ser un equipo de clase media en el ratio defensivo (18.º de la liga con 109,1 puntos recibidos cada 100 posesiones) mientras que en esta temporada ocupan el tercer puesto con 103,1.
El nivel físico de Milwaukee está detrás de esta mejora, pero las premisas de Budenholzer son claras y han ayudado a dicho empujón defensivo. Los tiros más eficientes son desde la zona restringida y Milwaukee es el equipo que menos tiros permite a sus rivales en esa zona del campo (23,5 por partido con un 57,1% de acierto, el menor de la liga). El fichaje de Brook Lopez no parecía que mejorara la defensa interior de los Bucks, pero los resultados son completamente inesperados en este sentido
Sin embargo, los tiros menos eficientes (de media distancia) son los que más permiten los Bucks (18,9 por partido). Pero aún existen puntos de mejora en la defensa Buck, que se basan en la oposición a los tiros. Milwaukee es el tercer equipo que más tiros permite sin oposición (wide open), 25,8%, y uno de los que menos permite con el defensor cerca (35,7%). Los cambios defensivos deberían ser más habituales en un equipo con un nivel físico bestial, que permite los intercambios defensivos se puedan dar sin que afecte demasiado al nivel defensivo del equipo.
¿Candidato al trono de la Conferencia Este?
Tan solo llevamos poco menos de un mes de temporada y quizá sea demasiado pronto para sacar conclusiones, pero es hora de plantearse se los Bucks son una alternativa fiable a llegar a las Finales de la NBA. Los Celtics parten como favoritos, los Raptors están rindiendo de manera sublime y los Sixers han empezado a un nivel más flojo del esperado, pero se han reforzado con un tal Jimmy Butler. Esos cuatro equipos tienen potencial para llegar a las Finales, pero Milwaukee cuenta con un extraterrestre que hoy en día es imparable y un sistema de juego al que solo le faltan ciertos ajustes para ser el ideal para sus jugadores. Ya han llegado y será para quedarse. Giannis puede ocupar el trono de LeBron en la Conferencia Este.