La NBA sigue apostando a conquistar el mundo. Con la organización de partidos fuera de Estados Unidos, la liga de baloncesto fue ganando espacio en más de un continente, algo que la NFL recién está comenzando a implementar con la programación de un juego en Sudamérica.
Esa intención de llevar la marca a otras latitudes hace que la NBA pierda lógicamente al público interno, lo que se evidenció en la audiencia televisiva de Navidad, donde los partidos de la NFL tuvieron niveles 5 veces más altos.
Esa expansión mundial no solo se encuentra en las audiencias, sino también en el nivel de juego dentro de la liga, dominada en los últimos años por jugadores extranjeros. Que las máximas estrellas actuales de la NBA sean nativas de varios países habla a las claras de la intención de la liga: conquistar al público internacional.
EL RANKING MVP ENCABEZADO POR JUGADORES INTERNACIONALES
Joel Embiid, Nikola Jokic, Giannis Antetokounmpo, Shai Gilgeous-Alexander y Luka Doncic encabezan la clasificación rumbo al premio MVP que se entregará al finalizar la temporada. Ninguno de ellos nació en Estados Unidos.
El primer estadounidense que aparece en la lista para ganar el MVP es Jayson Tatum en el sexto lugar. Hace algunas décadas, esto hubiera sido una anomalía absoluta, pero actualmente no sorprende.
James Harden fue el último estadounidense en ganar el MVP en 2018 y cuesta imaginar que Tatum pueda arrebatarle el galardón a alguno de los jugadores internacionales que lideran el ranking, a pesar de que es el mejor jugador del mejor equipo de la NBA.
TATUM, LA ESPERANZA DE ESTADOS UNIDOS
Tras el logro de Harden en 2018, los MVP fueron ganados por los internacionales: Giannis Antetokounmpo en 2019 y 2020, Nikola Jokic en 2021 y 2022 y por Joel Embiid en 2023. Si la consecución de premios se respeta, la edición 2024 verá ganador al interno de Philadelphia Sixers.
Más allá de que Embiid decidió jugar con Estados Unidos los Juegos Olímpicos de 2024, el pivot nació en Yaoundé, Camerún, por lo que se lo considera extranjero. Es por eso que Tatum es la principal esperanza para el baloncesto norteamericano.
La estrella de Boston Celtics promedia 26,9 puntos por partido, 8,5 rebotes, 4,3 asistencias y un 47,7% en tiros de campo (34,7% en triples y 80,3% en tiros libres). Es el máximo anotador del equipo que ostenta el mejor récord de la temporada, top 3 en ataque y top 5 en defensa. Sin embargo, la falta de un título y un rendimiento con altibajos en las finales, a diferencia de Jokic y Giannis, lo coloca en un escalón por debajo de los gigantes campeones.
¿QUIÉN SERÁ LA PRÓXIMA CARA DE LA NBA?
Ante el inminente retiro de superestrellas de este siglo como LeBron James, Stephen Curry, Kevin Durant y Kawhi Leonard, la NBA necesita un rostro estelar por varias razones: que Estados Unidos mantenga la hegemonía del deporte a nivel mundial, evitar el alejamiento del público interno y la generación de ídolos cercanos para los niños de su país.
Más allá de que las cuatro estrellas mencionadas siguen manteniendo un nivel superlativo, la NBA debe aceptar que un día no estarán y necesita jóvenes que carguen con ese legado. Tatum parece ser el elegido para liderar a una generación que tiene a Devin Booker, Anthony Edwards, Tyrese Haliburton, De’Aaron Fox, Trae Young y Donovan Mitchell como principales exponentes.
Sin embargo, cuesta imaginar que alguno de estos jugadores pueda arrebatarle a las estrellas extranjeras el exclusivo rol de ser el rostro de la NBA. Por su juventud, talento, potencial y carisma parece que ese honor podría corresponderle a Luka Doncic en la próxima década. No obstante, aquí hay un detalle no menor: necesita un anillo para cumplir ese destino.
¿EL FUTURO DE LA NBA ESTÁ DENTRO O FUERA DE ESTADOS UNIDOS?
Las figuras estadounidenses tienen un rival detrás de Luka Doncic en la batalla por ser las máximas estrellas de la NBA, y ese es Victor Wembanyama. El francés está llamado a ser el jugador de la próxima generación, a que los niños de todo el mundo usen su camiseta y a que su rostro esté en todos lados.
Es difícil competir contra un pivot de 19 años y 2,24 m que se mueve como si fuera un guardia y que tiene los brazos más extensos jamás vistos, además de una inteligencia inusual en un jugador de su edad. En este sentido, Chet Homgreen parece ser su gran contendiente. Su figura emerge como la de un gran salvador, un patriota estadounidense cuyo destino es defender la tierra de los invasores extranjeros.
No es descabellado pensar que dentro de algunos años los mejores jugadores de la liga no llegarán desde las universidades norteamericanas, sino que podrían ser competidores de la Euroliga, jóvenes desarrollados en academias europeas o jugadores de otras latitudes con ambiciosas ilusiones de triunfar en Estados Unidos, un deseo que tiene más de 100 años y que hoy está muy presente en la NBA.