Para lo bueno y para lo malo, los New York Knicks siempre están boca de todo el mundo. La franquicia afincada en la Gran Manzana parece vivir siempre en un estado de eterna convulsión. El curso pasado, cuando por fin se había montado una plantilla competitiva con jugadores con roles definidos y la máquina bien engrasada, los Knicks echaron la casa por la ventana para hacerse con los servicios de la superestrella Carmelo Anthony. Se deshizo de medio equipo para obtener ese jugador franquicia que liderará el proyecto en el corto y medio plazo. Pero el principio pagado fue muy alto y los frutos, hasta el momento, muy pobres. Las derrotas en ese comienzo de temporada están cayendo una tras otra con un juego de equipo que deja mucho que desear. Dos estrellas que aglutinan mucho juego pero insuficiente para que el proyecto funcione, prospere y de un salto adelante. La historia de siempre del "pupas" de la NBA.
Con el equipo fuera de playoffs y con la incorporación al equipo del deseado Baron Davis retrasándose una y otra vez, se encendían todas las alarmas en los Knicks cuando Carmelo Anthony caía lesionado, aunque no de gravedad. A esta circunstancia se unía el fallecimiento del hermano mayor de Amar’e Stoudemire, que iba a dejar a los de New York huérfanos de estrellas durante un periodo ¿Qué se podía esperar de una plantilla con pocos recursos y un talento más que limitado, acostumbrada a jugar por y para Melo y Amar’e?
Lo previsible, lo esperable, hubiera sido una acumulación de derrotas, una tras otra. Pero para sorpresa de todos, los Knicks han demostrado una vez más que el baloncesto es un juego de equipo. Las estrellas pueden y deben marcar la diferencia, pero en un deporte colectivo la maquinaria al completo debe funcionar, y los jugadores de D’antoni han demostrado poder ofrecer lo mejor de si sin la dependencia de sus estrellas. Una defensa colectiva superior y un mayor equilibrio en el juego ofensivo, en el que más jugadores se ven integrados y no todo se reduce a aclarados en busca de las estrellas, han hecho que los Knicks sumen victoria tras victoria en sus últimos compromisos.
La mayor sorpresa ha sido la irrupción del ex alumno de Harvard Jeremi Lin (1.91/23 años), jugador de segundo año que hasta el momento había pasado de puntillas por la liga. Un jugador que aporte rigor, conocimiento del juego y mucho IQ. Explotó ante los Nets, pero lo suyo empieza a tomar forma más allá de ser un one hit wonder. En los cuatro últimos encuentros, todos saldados con victoria para los Knicks (el último, la pasada madrugada ante los Lakers por 92-85), Lin ha promediado 28.5 puntos, 3.75 rebotes y 8 asistencias, números de All Star. Es la nueva sensación de la liga y parece estar en el sitio adecuado en el momento justo. Ese aire fresco en el puesto de base que todos esperaban en la Gran Manzana.
Tampoco debemos olvidarnos de la muñeca de Steve Novak (2.08/28 años), uno de esos hombres altos con buena muñeca, especialistas que tanto gustan en la NBA. El pasado verano estuvo muy cerca de desembarcar en Europa (Unicaja fue uno de los equipos que se interesó por el jugador) pero finalmente acabó firmando con los Knicks. Con minutos limitados en lo que llevamos de temporada, la baja temporal de Stoudemire ha obligado a D’antoni e incluir con mayor asiduidad en la rotación interior a Novak. Y el jugador ha respondido como mejor sabe: jugando abierto, dejando espacios para Chandler en la zona y para las penetraciones de hombres pequeños como Lin y mostrando un gran acierto en el lanzamiento de tres puntos: 19 puntos de media en los dos últimos partidos de los Knicks con 10/17 en los triples.
Lin y Novak simbolizan el paso adelante dado por los peones de los Knicks, pero no deberíamos olvidarnos de la brega en la zona de Tyson Chandler, el trabajo polivalente de Landry Fields, el oscuro y necesario Jared Jeffries… todos los jugadores se han sentido involucrados, importantes, en la ausencia de los jugadores franquicia del equipo -que absorbían todo el juego con otros tres jugadores del quinteto como testigos de excepción- todos han remado en la misma dirección ¿Mero espejismo? ¿Volverán a la mediocridad? ¿Cambiarán las cosas con la vuelta de Amar’e y Melo o esta situación hará replantearse los esquemas al bueno de Mike D’antoni?