DE HERMANO PEQUEÑO, NADA
Llegó a la NBA hace dos años, aunque no al equipo que le eligió en el Draft. Fue una operación de pillo, porque no tiene otro nombre, del General Manager de los Lakers de Los Ángeles, en la que su hermano Pau acabó vestido de amarillo y él, como daño colateral, se convirtió en un oso más. En ese momento, las cosas no pintaban bien para Marc, que, sin haber pisado aún la liga, veía como su futuro emprendía un camino tortuoso, y lo peor de todo, similar al de su hermano. Las comparativas podían empezarle a llover de nuevo, pero el joven pivot de Sant Boi, lejos de amilanarse, firmó, ese mismo verano, su contrato con los Grizzlies. Llegaba para comerse el mundo y de paso, tapar bocas. De momento, lo está consiguiendo.
EL BARCELONA LE DEJA ESCAPAR
Marc comenzó a jugar a este nuestro deporte en las categorías inferiores del Barcelona. Tras pasar la temporada 2000-2001 en los cadetes blaugranas, y viendo que su progresión no era la esperada, aprovechó la marcha de su hermano a Memphis para dar un vuelco a su carrera. Su destino fue la Lausanne High School. Allí estuvo dos años, en los que creció mucho. En poco tiempo, sus números pasaron a ser estratosféricos (llegó a superar en varias ocasiones los 40 puntos y 15 rebotes en un encuentro) lo que le valió para obtener el galardón más importante entregado a los deportistas de Tennesse: el Mister Basketball. Ese segundo año, y viendo sus cifras, muchas fueron las universidades que intentaron llevársele a sus aulas, pero él decidió meterse sus 27,5 puntos y 12,5 rebotes de media en el petate y volverse a España para intentar dar el salto definitivo a la ACB en el club que previamente le había dejado marchar. Sin embargo, el equipo catalán le relegó a las categorías inferiores desde el 2003 al 2005, invitándole a participar testimonialmente en algún que otro partido del primer equipo. En 2005, y ya con Ivanovic en el banquillo, el pívot tuvo su oportunidad en la ACB, pero no logró convencer al técnico montenegrino, que le relegó a ser el quinto pívot de la plantilla. Esto hizo que el catalán terminase cedido en el Akasvayu Girona. Otra marcha forzada que le alejaba de su mayor deseo: triunfar en el equipo de sus amores.
EL VERDADERO MARC A ESCENA
La llegada de Marc a Akasvayu fue el punto de inflexión que necesitaba su carrera. Con Pesic en el banquillo, el de Sant Boi sacó lo mejor de su mismo. Hizo un comienzo de temporada espectacular, y aunque bajo algo sus prestaciones con el paso de los partidos, empezó a demostrar el gran jugador que se escondía tras sus 2 metros y 16 centímetros. Al final de esa campaña, sus número hablaban de mejoría (casi 11 puntos y 5,5 rebotes por encuentro). Había doblado las cifras que traía de Can BarÇa en su primera campaña como titular en un equipo ACB. Pero la cosa no se quedó ahí. En su segunda campaña en Girona, el mediano de los Gasol mejoró aún más sus estadísticas (Más de 16 puntos y 8 rebotes por encuentro) y su presencia como jugador de la mejor liga de Europa. Tal fue su golpe en la ACB que consiguió 11 galardones de jugador de la semana y el MVP al final de la misma. El gran Marc empezaba a destapar el tarro de las esencias. En Barcelona se tiraban de los pelos (y aún se tiran).
RUMBO A MEMPHIS
Tras estás dos temporadas en Girona, en las que Marc pudo sacarse esa espina que traía de Barcelona, decidió dar el salto a la NBA. Curiosamente, como ya hemos comentado, su destino era el lugar que tanto le dio unos años antes, Memphis, tierra de la que, no hay que olvidarlo, huyó su hermano en busca de un futuro mejor en la NBA. Su llegada coincidía con la reconstrucción de un equipo que caía en barrena. Además, el apellido Gasol aún hacía eco en las paredes del Fedex Forum, ya que habían pasado pocos meses desde la marcha de Pau.
Otro aspecto que corría en su contra era su rol en el equipo. Como rookie que era, necesitaba adaptación. Además, tenía jugadores por encima, y, sobre todo, muchos jugones que le reducirían el número de balones a recibir (recordemos que venía de ser la referencia en Akasvayu). Sin embargo, y para sorpresa de todos, su entrenador decidió apostar por él en el primer partido de la temporada regular y le sacó como pívot titular. El de Sant Boi respondió con creces en su debut con 12 puntos y 12 rebotes. Memphis perdió, pero Marc se fue con la sensación dulce de haber tenido un buen estreno. Fueron, seguro, los 36 minutos más intensos de su vida.
Este fulgurante inicio, le llevó por un lado, a repetir titularidad en otros 75 partidos más ese año (en los que promedió 11,9 puntos y 7,4 rebotes), por otro, a ser elegido para participar en el All Star Weekend como miembro del equipo de principiantes. Fue una temporada que, si le hubiesen dado a firmar antes de empezar, hubiese aceptado sin dudarlo.
MEJORANDO EN SU SEGUNDO AÑO
Actualmente, Marc es uno de los referentes de un equipo que está causando sensación y, de paso, está arruinando a más de una casa de apuestas. Ha subido sus prestaciones a casi 15 puntos y 10 rebotes por partido, pero, lo más importante, se ha ganado el respeto de sus compañeros y de toda la NBA. Junto a Randolph, ha formado una pareja interior mortífera, lo que, unido a los puntos de Rudy Gay y OJ Mayo (algo menos chupones que de costumbre), hacen de la ciudad de Elvis un referente cada vez más real en la NBA (actualmente llevan un 50% de victorias y tienen los playoffs a tiro de piedra). Veremos como acaba.
CAMINO DE ROSAS CON LA SELECCIÓN
El éxito de Marc también le acompaña cuando se enfunda la elástica de la selección. Es cierto que llegó de rebote para el Mundial de Japón, pero bendita presencia la del pívot. Empezó teniendo un papel pequeño. Era el recambio de Reyes, Garbajosa y su hermano Pau. Pero, fue precisamente la lesión de su hermano, la que le dio la oportunidad de demostrar con la selección, que podía tener una notoria presencia con el combinado nacional. Así, fue capaz de sujetar a Schorchianitis, el pívot revelación del mundial, y ayudo a España a convertirse en campeona del mundo ante Grecia.
Tras esto, su cuello se colgó más medallas: Plata en España, Plata en los Juegos Olímpicos de Pekín (la medalla debió ser de otro material más valioso) y oro en el último Eurobasket. ¿Lo mejor de todo? Aún es joven y, si nadie lo remedia, deberá ser el referente en la pintura del próximo mundial ante la más que probable baja de su hermano Pau. Otro reto que, seguro, superará sin problemas.
PD: EL TRABAJO DA SUS FRUTOS
No quería terminar sin revelar mi única experiencia frente a frente con el ahora jugador de Memphis. Fue hace ya algunos años en el Pabellón de la Fuente de San Luis de Valencia. La selección de encontraba en plena preparación del Mundial de Japón y servidor pudo entrevistar en un estreno a este extraordinario jugador. Lejos de las respuestas obtenidas, lo que más me llamó la atención, fue lo que pude ver una vez la grabadora se apagó. Con todos sus compañeros en el vestuario o atendiendo a los medios que allí nos encontrábamos, el chico llamó a uno de los preparadores y, acto seguido, comenzó a lanzar a canasta. Fue una hora de entrenamiento extra, que, a mi juicio, demuestra su carácter como jugador. El esfuerzo que le imprime a cada aspecto de su preparación es infinito y, creo que queda claro, que el resultado está siendo óptimo. Con esto, Marc demuestra que el que sigue la consigue. Un 10 para él.