Escribí este texto para publicar solo en Twitter a título personal, pero mis compañeros de Solobasket me han recordado varias cosas: que, a pesar de la contradicción, Solobasket siempre ha sido algo más que basket; que los valores del baloncesto coinciden con la solidaridad y con el respeto a todos los habitantes del Mundo y por eso coinciden con lo expresado en el texto sobre Giannis Antetokoumpo. Y me han dicho una frase que me ha gustado mucho y que yo suscribo, aunque se que no lo hará todo el mundo, y que es: "si a través del vínculo del baloncesto podemos transmitir valores que hay mejor que eso".
Así que, como yo creo en los valores del deporte en general y del baloncesto en particular, me estreno como bloguero con:
Giannis Antetokoumpo: el MVP de la emigración
“En inmensas caravanas, marchan los fugitivos de la vida imposible. Viajan desde el sur hacia el norte y desde el sol naciente hacia el poniente.” Parte del poema “Los emigrantes, ahora” de Eduardo Galeano.
Giannis Antetokoumpo ha ganado el MVP de la NBA. Como siempre en todos los premios hay más que solo basket, hay una historia detrás y en este caso es una gran historia. Y en esta caso se podría decir que es una fábula con una gran enseñanza en ella. Pero como en todas las fábulas habrá quien no las entienda, comparta o, simplemente, diga, eso tan común en estos tiempos, que sacar un aprendizaje de este hecho aislado es pura demagogia.
Uno de los argumentos de los defensores de abrir las puertas por completo a la inmigración, de los de “ningún ser humano sin papeles” es el de que entre los “fugitivos de la vida imposible” puede haber un Einstein, una Marie Curie, una Frida Kahlo o un Picasso. Personalmente no me gusta argumentar esa postura con esa justificación, ya que la vida de cualquiera ya debería ser un argumento válido.
Pero el MVP ganado por Antetokoumpo es la demostración real y palpable de que el argumento es cierto: entre esos inmigrantes vino una estrella de la NBA o, más bien, vino la madre y el padre. Hijo de emigrantes nigerianos, vendedor en la calle en su juventud, vilipendiado por una organización de extrema derecha como Amanecer Dorado y alabado por los fans del baloncesto griego y europeo que presumen ahora de este MVP como totalmente suyo. Y más que presumirán en tierras helenas cuando vuelva a defender a su selección en el Mundial de este verano.
No es el primer africano que triunfa ni será el último. Por decir algunos nombres famosos los de Hakeem Olajuwon, Manute Bol, Joel Embiid, Pascal Siakam o nuestro Serge Ibaka también están ahí, agradecidos a los países que los recibieron, mientras no olvidan su pasado, su tierra natal y a los que allí viven.
Ver el discurso de Giannis provoca lágrimas hasta a los que seguramente desprecian a los manteros que ven por sus calles o hablan de cerrar fronteras y levantar murso. Fue un discurso emotivo, agradecido, con su familia recibiendo sus mayores alabanzas y especialmente su padre Charles, fallecido en 2017, quien junto a Verónica huyó de la vida imposible de Nigeria para buscar un futuro mejor para ellos y sus hijos en Europa.
Antetokoumpo ha conseguido el sueño americano, otro concepto que no me gusta nada, ya que es la posibilidad de algunos de conseguir una gran vida pero no la de todos de conseguir una vida digna. Ha pasado de ser vendedor ambulante a ganar 100 millones de dólares en cuatro años.
Como también lo ha conseguido Pascal Siakam, premio al jugador más mejorado y cuya gran historia de superación nos contaba Martín Santana ya antes de culminarla con el título de la NBA. El camerunés aún fue más directo en su mensaje, lleno de todas las buenas intenciones para llenar de esperanza los corazones de los niños africanos. La esperanza es un gran legado que dejar, aunque la realidad nos muestre que no todos lo conseguirán, ya que da motivos por los que luchar.
Yo, al ver sus discursos, he llorado, pero no solo de felicidad porque ellos han hecho realidad el sueño, si no de tristeza al recordar todos los que no lo consiguen, tanto por los cadáveres que flotan en el Mediterráneo, como los que siguen atrapados en el hambre y la guerra, como los que atraviesan el mar pero siguen viviendo en condiciones indignas.
Y puede que sea demagogia pura y dura, pero no entiendo a los que aplauden a Giannis, Pascal o Serge mientras miran con desdén al mantero de su ciudad o al que recoge las fresas de su campo.