Un ejercicio de hábitos y costumbres. Un entrenamiento ante más de 9.000 espectadores para seguir engrasando máquinas y generar automatismos que usar en la competición doméstica. Entre Paz y Amistad, entre Kill Bill y ala-pivots diestros con mucha mano izquierda, el Barça Lassa tenía hoy la oportunidad de seguir avivando la lumbre de la rehabilitación, un título y un par de palizas después del fundido a negro en que se estaba convirtiendo la temporada de este Barça Lassa de 2018. El mejor de los detergentes con la llegada de las lavanderías de Svetislav Pesic.
La ristra de bajas no paraba de incrementarse, uniéndose esta vez a la lista el búlgaro Vezenkov. Nada que temer para el detergente Pesic, quien recordaba en la charla previa a qué habían viajado hasta Atenas sus jugadores. Y a eso se ponían los suyos, cogiendo hasta cuatro rebotes ofensivos en los primeros fríos y erráticos minutos, hasta que rompieran a sudar los jugadores y a fluir las canastas. La santa mano izquierda de Printezis era contrarestada por los buenos minutos del "rompetableros" Tomic y la muñequita linda de Moerman para fijar un 12-18 al minuto 7 de partido. Los 11 puntos del pívot croata dejaban un 17-22 al final del primer cuarto y una sensación de puro rigor blaugrana.
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— EuroLeague (@EuroLeague) 15 de marzo de 2018
El fondo de armario griego igualaba la cosa con Mclean como protagonista, hasta que Oriola se recuperaba de un susto de esguince para correr la cancha como poseso y dejar bandeja de siete puntos de ventaja (25-32 min. 15). Volvían los pesos pesados locales para percutir la canasta blaugrana, volver a ajustar el acta y obligar a Pesic a mandar a parar. Amagaba, pero no daba Olympiakos y el Barça mantenía ventajas. Cortas, pero ventajas. Un +2 al intermedio para mejorar imágenes, autoestimas y sobre todo, automatismos. Todo un lavatorio de blau i grana.
Un fallo en el triple de un, hasta ese momento negado Heurtel y la respuesta posterior de Papapetrou daba la ventaja a Olympiacos al inicio del tercer tiempo (41-40). Sin embargo, aquel error y su calidad espoleaban al base francés. Un parcial de 0-17 liderado por sus 8 puntos casi seguidos y el tiro exterior de Koponen (bendito hombro lesionado el suyo) hacían restregarse los ojos al más optimista de los aficionados visitantes y ponían un 41-57 en el cuasi virgen Palacio de la Paz y la Amistad. Toda una ventaja si no fuera ante el equipo con más vidas en esta liga. Se ponían en modo remontada los locales (afición incluida) para acortar y percutir hasta el 52-63. ¿Diez minutos para la segunda victoria fuera de casa en Euroliga?
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Dos triples de Navarro y Moerman la acercaban más (52-69) y el rebote ofensivo la apuntalaban. ¿Alguien se acordaba de las bajas ahora? sólo Moerman, que pedía un relevo por señas. Seis minutos pasaban de esta última parte y sólo tres puntos habían hecho los de blanco y rojo. Eso sí que es una lavandería. Oriola y su intensidad ponía un 55-75 de asombro y provocaba el desfile de los aficionados locales. El desespero griego era inversamente proporcional al acierto blaugrana para acercarse a la treintena, que culminaba Tomic a tres minutos del final (55-85). Al final, no hubo vidas que valieran para este nuevo Barça que destrozaba el marcador para la tercera paliza en serie en una semana (63-90). Ojo como esto se convierta en un ejercicio de hábitos y costumbres.
1 Segundas partes nunca fueron…como esta: se esperaba la mejor versión de Olympiacos después del paso por las cabinas y tras una primera parte igualada, pero de dominio catalán. Se barruntaba sacudida de un equipo necesitado de la victoria para asegurar plaza de privilegio y ventaja de campo. Y lo que se vino fue todo un ejercicio de solvencia y de acierto blaugranas que convirtió el parcial de la segunda parte en un escandaloso 25-50. Cerrando su aro y aprovechando el despertar de su jugón preferido, este equipo nuevo lava su imagen a pasos agigantados, para apoyarse en su intensidad defensiva y clavar parciales de asombro, como el 0-17 del tercer cuarto ofreciendo alegría y corazón, fundamentos y pasión a partes iguales. Unos veinte minutos finales para aplicar como rutina y guardar en la retina, porque segundas partes nunca fueron…como esta.
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2 ¿Un equipo griego sin corazón?: verdad que al lector también le suena raro siquiera plantearse esto como una cuestión. No parece Olympiacos sospechoso de ser equipo del club de "se dejaba llevar", lo que hace más meritoria, si cabe, la victoria blaugrana. Sea por lo que fuera, el equipo griego bajó los brazos tan pronto que de repente sonaron a chino y quedaron muy lejos aquellas sonadas remontadas en las que había que ganar cuatro o cinco veces en el mismo partido a los chicos de Sfairopoulos. Lo intentaron después del pedrusco del 0-17, pero tímida y apocadamente, como si aquello ya no fuera con ellos. Sólo los chispazos al rebote ofensivo de Mclean o la mano izquierda de Printezis y poco más. Y sin noticias del asesino Spanoulis. ¿De verdad un Olympiacos sin corazón?
3 Dos máximas y un tesoro: no es Pesic sospechoso de ocultar sus pócimas. Desde la primera conferencia de prensa, aquella de los coches y los garajes, viene contando las recetas del éxito. A saber: controlar el rebote y defender el 1×1. Tal cual. No más. Con un mucho de eso, un poquito de frescor y otra pizca de orden, se pasea este Barça últimamente por cualquier cancha que pisa acumulando palizas. Hoy, 13 rebotes más que su adversario, con mención especial para los rechaces ofensivos y una disciplina detrás que apuntala lavanderías. Y todo ello, con medio equipo en la enfermería. Dos máximas, mucha ilusión y otro futurible tesoro…