Berni Rodríguez ponía el 80-76 tras un tiro libre. Sabía que ya había terminado. Apenas quedaban dos segundos en el marcador, y el Real Madrid sacaba de fondo. Bennett lanzaba a la desesperada desde medio campo, presionado por Pepe Sánchez, sin éxito. Se acabó. Garbajosa se arrodillaba, con los brazos en alto, celebrando el triunfo. El MVP silencioso, el líder de un equipo que había entrado en la Copa por la puerta de atrás, llegando como octavos gracias a una victoria ante el Fórum Valladolid en la jornada 17. Al ser en Zaragoza, el anfitrión no acudiría a la Copa, al encontrarse el CAI Zaragoza en LEB.

Un Unicaja hecho para soñar, con fichajes de renombre como el de Garbajosa, Pepe Sánchez o J.R Bremer, pero que no encontraron el ritmo en toda la primera vuelta de la temporada. La lesión de Zan Tabak marcaba la planificación de la plantilla, que buscaba recambios para el pívot croata constantemente. Una plantilla a la que se incorporó Jesús Lázaro para cubrir la baja de Pepe Sánchez, llegando a convertirse el cordobés en pieza indispensable para el vestuario. J.R. Bremer sólo era capaz de dejar destellos, aun realizando algún que otro partidazo (llegó a alcanzar los 43 de valoración aquella campaña). Algo no terminaba de encajar en la primera vuelta, si bien la clasificación para la Copa del Rey sirvió de motivación extra para la plantilla, que llegó hasta la quinta plaza antes de viajar a Zaragoza.
Y, una vez allí, golpearon desde el primer momento. El Etosa Alicante, equipo revelación de aquella campaña 2004-2005, esperaba en cuartos. Y, de la mano de Risacher y Herrmann, los malagueños se deshicieron de ellos con suma facilidad. 62 a 79, y el pase a semifinales en el bolsillo. Ese mismo día, el Pamesa Valencia dejaba fuera al Barcelona gracias a las soberbias actuaciones de Oberto y Rakocevic.
Unicaja no llegó a Zaragoza para caer en semifinales. Walter Herrmann, machacado por las tragedias familiares (perdió a su madre, a su hermana, a su novia y a su padre en cuestión de un año), no había sido aquel que deslumbró en Fuenlabrada. Hasta aquel 19 de Febrero. Herrmann mostró su mejor versión, anotando 30 puntos, con una carta de tiro impresionante: 4/5 en tiros de dos, 5/6 en triples y 7/8 en tiros libres. Jorge Garbajosa apuntilló al Pamesa, aportando 21 puntos. Rakocevic y Montecchia lideraron al Pamesa Valencia para intentar frenar el huracán venido desde Málaga, pero fue insuficiente. Al final, 82 a 90 y los malagueños conseguían, por primera vez en su historia, alcanzar la final de la Copa del Rey.

Sólo quedaba el Real Madrid. Scariolo, genio en los banquillos, buscó la fórmula para motivar a sus jugadores. Optó por un vídeo, lanzando una pregunta a sus jugadores: “¿Para qué queremos ganar?”
A la pregunta, se sucedían imágenes de los jugadores de la plantilla celebrando diversos títulos logrados a lo largo de sus carreras. Finalizó con un mensaje sencillo: “Para volver a vivir estas emociones”. El mensaje caló en la plantilla. Era hora de salir a la cancha.
Y salieron. Como un vendaval, de hecho. 6-0 de inicio, con un gran Fran Vázquez. El Real Madrid lograba remontar, merced a una técnica pitada a Scariolo, buscada por el propio entrenador, pues reclamaba un triple de Louis Bullock por creer que había sido pisando la línea. Unicaja supo rearmarse, a pesar de los 9 puntos de Bullock. Parcial de 14 a 3 (del 9-11 al 23-14) y a disfrutar. Bremer disparaba a los malagueños, y el Real Madrid respondía con una fuerte defensa. Seguía habiendo partido, con 40 a 34 en el marcador para Unicaja.

Entonces reapareció Garbajosa, con cinco puntos en la reanudación, aunque el Madrid no se daba por vencido. Bullock se erigía como líder, y llegaba a los 24 puntos en el tercer cuarto. Y el Real Madrid lucharía con Bullock. Todos los ataques pasaron por sus manos, aunque no para bien. Garbajosa, con dos triples, y después Berni, con una espectacular penetración, oxigenaban al Unicaja, que se veía campeón.
El resto, ya fue historia. Los tiros libres y el tiro a la desesperada de Bennett. La locura desatada en la cancha y en las gradas. Berni y Cabezas, visiblemente emocionados. Herrmann sentado sobre el aro, cortando las redes de la victoria. Y Jorge Garbajosa, glorioso líder del equipo, recibiendo el MVP. Era el primer título nacional para Unicaja, el segundo de importancia en sus vitrinas tras la Copa Korac de 2001. Diez años después de la final de liga ACB de 1995, Unicaja levantaba la Copa del Rey, en manos de Berni Rodríguez. El Unicaja de Málaga se coronaba en el Príncipe Felipe de Zaragoza.

10 años después…
Y ahora, diez años después, Unicaja llega como nunca antes a la fase final de la Copa del Rey. Campeones de invierno por primera vez en su historia, con una afición enamorada de Joan Plaza, que dirige un proyecto sólido. Sólo queda Fran Vázquez de aquella Copa del Rey, si bien no han sido diez años de continuidad en la plantilla.
Son el rival a batir, cuando en Zaragoza fueron el lobo con piel de cordero. A pesar del gran juego desplegado, aún quedan piezas por encajar (Calen Green no está a su mejor nivel) y con las lesiones marcando la continuidad del buen juego, Unicaja presenta varias similitudes respecto a aquel equipo de 2005. La ambición, mostrada por el liderato que poseen y esperado por pocos a estas alturas; la necesidad de recuperar la mejor versión de algunos jugadores, como en aquella Copa donde Herrmann y Bremer resurgieron, y la recuperación de un jugador importante para la configuración de la plantilla, con Carlos Suárez volviendo a su nivel habitual, son algunos ejemplos de lo que falta para que Unicaja alcance su máximo potencial.

Recuperar a Caleb Green se antoja clave. Ya ha tenido buenas actuaciones esta temporada, aunque ha estado marcado por más sombras que luces. Si Markovic llega sano, podrá dar descanso a un Granger que está recuperando su mejor versión, pero que no puede quemarse antes de la fase final de la temporada. Will Thomas ha bajado prestaciones respecto al inicio de campaña, al igual que Kuzminskas, dos jugadores muy importantes en la rotación malagueña. Y, a pesar de ello, siguen líderes en liga, aunque es cierto que el inicio en el Top 16 no ha sido el mejor.
Y, sobre todo, Unicaja vuelve a contar con uno de los mejores entrenadores del viejo continente. Joan Plaza recuerda a la época dorada de Scariolo, con sinceridad en las ruedas de prensa, y con la ambición de llevar al club a lo más alto. Un gran motivador, que sabe exprimir a cada jugador y que ha encandilado a la afición malagueña desde el primer minuto, recibiendo ovaciones en cada partido que se disputa en el Palacio de los Deportes José María Martín Carpena.

Joan Plaza advirtió a principios de temporada. “Cuando alcancemos el nivel, la vamos a liar”. La afición malagueña sueña con ello. Hace diez años, se coronaron en Zaragoza. Este año, diez después de la primera Copa del Rey, veinte años de la primera final de Liga, quieren volver a ser reyes de Copa. Todos los aficionados a una con el equipo y con una frase en mente para cuando llegue el final de temporada: “la vamos a liar”.