A veces las cosas no son lo que parecen. O al menos, en ocasiones –seguramente en las más espontaneas–,  no todo termina en base a cómo comienza. La campaña 2013-2014 pintaba de un tono azul oscuro casi negro en la capital guipuzcoana. Tras una temporada con más sombras que luces, con un descenso salvado en los despachos durante la pasada etapa estival y la reconstrucción casi plena de un proyecto fallido, los donostiarras comenzaban el nuevo curso con la necesidad de recuperar la fe ciega de su público y un pesado saco de dudas en la maleta.

La apuesta fue arriesgada, como todas las que se ven obligadas a basar sus condiciones en una rascada de bolsillo. Hasta seis jugadores en plantilla (Will Hanley, Goran Huskic, Anthony Winchester, Julen Olaizola, Mikel Motos y Xavi Assalit) contaban en sus currículos con poca o ninguna experiencia ACB. Jason Robinson, David Doblas, Javi Salgado y Raul Neto portaron los estandartes de un proyecto modesto, que bien respaldado por Charles Ramsdell y Jon Cortaberría llegó a pelear por el playoff hasta la recta final de la temporada.

Un grupo humilde, con toneladas de ambición que resultó, en la práctica, rendir muy por encima de lo esperado, practicando un baloncesto divertido, meditado, consistente y sobre todo, con una más que marcada personalidad. Esto, era el equipo de Sito Alonso.

Sito renunció a su estilo de juego para sacar el barco a flote. Se adapta. Se amolda a la situación en base a sus requerimientos. Por exigencias del guión, el técnico aparca lo que hasta ahora había sido su santo y seña, su juego alegre y dinámico, en pro de un absoluto cuidado de la bola y la búsqueda y elaboración de situaciones ventajosas que han convertido al Gipuzkoa Basket en uno de los equipos que menos posesiones ha jugado por partido la pasada temporada. Una reacción camaleónica que, innegablemente, resultó eficaz desde el punto de vista de los resultados.

Mesías, dueño y señor de la esperanza de la grada, en sus tres años en San Sebastián, Alonso será recordado, -–con permiso de sus antecesores–, como el padre de un propósito tan coherente como codicioso en mitad de un invierno de temporales inclementes.

Huérfanos, de momento

Sito dice adiós a San Sebastián con un puñado de récords batidos y varias ofertas sobre la mesa. Su futuro más inmediato está ligado al de la Selección Española sub 17. Tras eso, un billete hacia el territorio vecino podría situarlo en Miribilla de cara a la próxima campaña. Otros llegarán a Illumbe, y hasta el momento, Jaume Ponsarnau, Porfi Fisac, Natxo Lezkano o incluso Quim Costa, podrían ser los sucesores en la cabeza de este proyecto aún en pleno esbozo de bocetos.

Las salidas en el vestuario también se esperan numerosas. Tan sólo Goran Huskic, Will Hanley, Julen Olaizola, Mikel Motos y Raul Neto cuentan con contrato en vigor. El brasileño fue drafteado el pasado verano por los Utah Jazz en el puesto #47 de la noche del Barclays Center, y a nadie se le escapa que no ha pasado desapercibido para cubrir las necesidades de varios clubes de renombre, que deberán pasar por caja en caso de buscar un acuerdo con los donostiarras. Con el resto del equipo disfrutando de sus vacaciones de verano sin fecha de regreso a San Sebastián, las únicas dudas pasarían por conocer el futuro de los dos jugadores de referencia del cuadro blanquiazul desde los años más tempranos de su historia: David Doblas y Javi Salgado.

No van a faltarle las novias al pívot de Pedreña, que ya es pretendido por varios clubes ACB que ansían su juego de espaldas al aro. La experiencia y compromiso de un perro viejo como el base de Santutxu también podría resultar golosa para más de uno, y es que a sus casi 34 años, Salgado ha disputado 38 minutos por encuentro en las últimas jornadas de liga cargando con el peso del equipo sobre su apenas 1’80m. El futuro de ambos podría ir ligado al de Alonso, pero no cabe duda de que aún quedan muchos flecos por peinar.

Merece punto y aparte un nombre propio como el de Jason Robinson. El de Seattle, que en principio tampoco tiene demasiados boletos para regresar a San Sebastián, se metió a la grada en el bolsillo con una actitud impecable dentro y fuera de la cancha. Tras una carrera en la que se ha visto obligado a pasar por Corea, la segunda división portuguesa o las categorías LEB, JRob se ha graduado con honores en el curso presente optando ahora a un más que merecido contrato sólido en ACB que el club guipuzcoano difícilmente podría igualar.

Basket Nahi dugu: Queremos Basket

La campaña de capitalización del club, que pretende hacer frente a las vacas flacas, ha tenido un importante eco en San Sebastián logrando recaudar la cifra redonda de 200.000 euros. Desde Mikel Erentxun o Alex Ubago, hasta Loquillo o las Juntas Generales de Gipuzkoa, son numerosos los personajes de renombre que han prestado su imagen y ayuda para esta campaña que pretende recuperar la ilusión por el baloncesto en todo el territorio guipuzcoano.

A pesar del claro éxito del proyecto, el club cierra el curso con un déficit cercano al medio millón de euros, y busca ahora un patrocinador general que aporte la estabilidad necesaria, además de pedir ayuda en forma de venta de acciones a su lista de abonados más fieles. Salvo aparición del tan necesitado sponsor, el presupuesto del equipo podría terminar siendo el más bajo de la historia del club en ACB, por lo que todo invita a pensar que el perfil de banquillo se verá obligado a recurrir a apuestas y jugadores menos contrastados en la máxima categoría.

Podría lanzarse un envite para retener a alguno de los jugadores referencia –tarea arto complicada– , pero es de recibo apuntar que la salida de Sito, y la de Doblas y Salgado (de producirse), restaría en lo deportivo y sentimental pero remaría a favor de poner las cuentas en orden.

Son muchos los nombres que abandonarán el barco, pero nuevos soñadores llegarán a San Sebastián para continuar escribiendo en las páginas en blanco. Gipuzkoa quiere baloncesto y el final del verano lo traerá de vuelta.