Con una lista de circunstancias, a la que no llegaba Richotti pero si Vidal, Cuspinera decidía “saltar pequeño” al parqué, con Eyenga de ‘4’ y Liggins de ‘3’, al no poder contar con Gillet, dentro de los convocados pero vestido de calle. Benefició ese quinteto pequeño un arranque muy dinámico de intercambio entre ambos conjuntos en el que pronto cogió una pequeña ventaja Fuenlabrada de apenas dos canastas, comandado por Eyenga y Anderson y por las segundas oportunidades que le estaba dando Mockevicius, muy bien colocado para el rebote ofensivo (sus 7 rebotes con los que se marchaba por el túnel de vestuarios al descanso habían sido todos en el cristal de Burgos). La entrada de un eléctrico McFadden le dio a Burgos un empujón hacia el final del primer cuarto que luego consiguió continuar en el segundo hasta colocarse por delante en el electrónico. No se terminaban de despegar sin embargo los de Peñarroya, que encontraron otra vez facilidades en el triple de Fuenlabrada en ese segmento del segundo cuarto, pudiendo anotar hasta cuatro triples consecutivos de la mano de Barrera, Benite y Javi Vega, tres de ellos desde las esquinas. Burgos se iría al descanso con 6/9 desde más allá de los 6,75 en el segundo período. De hecho, los de Peñarroya conseguían sumar su máxima hasta ese momento en los últimos compases antes del descanso (40-50).

Del túnel de vestuario salió con más acierto Burgos, pero Fuenlabrada no le perdía la cara especialmente al ritmo de juego. Entró sin embargo en barbecho durante el ecuador del tercer cuarto, con muchas posesiones en las que no consiguió sumar ya fuera por errores en el tiro, malas decisiones o pérdidas (5 en ese cuarto), dando la sensación de encontrarse durante varios minutos sin un recurso ofensivo al que acudir. Eso lo aprovechaba Burgos para, al menos, sumar sin tampoco mucho brillo, pero encontrando a Benite primero, el más regular de Burgos hoy, y a Bassas después que resulto un refresco que agitó mucho la ofensiva visitante, o Huskic. Las apariciones de Alonso o Bobrov al final del período dejaron el marcador en una distancia no tan escandalosa para intentar la épica (56-69).

Para el último período Cuspinera se decidió a poner toda la carne en el asador de nuevo con su quinteto inicial, que subió varios niveles la defensa con Eyenga, Liggins y Mockevicius en su salsa. En ataque volvió a aparecer Anderson, que fue el anotador local más regular, yéndose al final hasta los 25 tantos sin apenas amasar posesión ofensiva, y Eyenga, el mejor de Fuenlabrada en transición. No es eso poco decir porque fue ahí donde terminaría tirando sus opciones de remontada Fuenlabrada. Los locales consiguieron dificultar durante varios minutos que Burgos levantara tiros fáciles sobre todo en las manos de sus anotadores más peligrosos (Benite, Lima o McFadden), aunque ajustaron peor en los intercambios sobre Bassas, que sumaría 10 puntos en el último cuarto. Pero de nada servía esa buena defensa cuando, en transiciones y en estáticos Fuenlabrada cometió errores de bulto en la entrega que dilapidaron sus opciones de recortar el marcador a algo menos de 2 canastas (llegaron a ponerse a 6)