Son días de agonía para el aficionado sevillano. A poco más de una semana para que se celebre la junta extraordinaria de accionistas que podría terminar con casi 30 años de baloncesto en Sevilla, se han cruzado varios rumores sobre las negociaciones. Uno cogía especial fuerza: el interés del Betis por entrar en este juego de despachos. Efectivamente, Fernando Moral había entablado conversaciones y ha estado visitando las oficinas del club de fútbol. Ayer todo esto se hacía oficial con una foto y una escueta nota de prensa en la que se reflejaba el interés del Betis y su intención de plantear una oferta a La Caixa. Suficiente para que en las redes sociales se hablara del club de baloncesto como nunca se había hecho, pero para llenarlas de discursos más propios de la eterna (e infantil) lucha Betis-Sevilla.
Efectivamente, el interés existe. El Betis ha dado un paso al frente, pero que lleva consigo más preguntas que respuestas. Para empezar, por lo que propone. Estarían dispuestos a poner al servicio del Baloncesto Sevilla su marca, mucho más potente, por lo que podríamos terminar hablando del Real Betis de Baloncesto la próxima campaña. A largo plazo podríamos llegar a ver el club reconvertido en una sección del Betis. Sin embargo, en el terreno que precisamente se antoja más sensible, el de la inversión, ofrece poco.
[[{“fid”:”92572″,”view_mode”:”default”,”type”:”media”,”attributes”:{“height”:480,”width”:320,”style”:”font-size: 13.008px; line-height: 1.538em;”,”class”:”media-element file-default”}}]]La Caixa, tras dejar el club en manos de un fondo de inversión nada transparente a cambio de un euro, ha aumentado sus exigencias. A todo el que ha llamado a la puerta ha puesto por delante el requisito de poner sobre la mesa dos millones de euros, una inversión mínima para un presupuesto mínimo con el que garantizar un equipo para disputar la Liga Endesa. En el Betis, sin embargo, no prometen aportar más que su nombre e imagen o, si acaso, una parte de este dinero recaudada a través de patrocinadores. Aquí cabe preguntarse, tras años de experiencia en Sevilla y toda la ACB: ¿hay verdaderamente posibilidades de recaudar así dos millones de euros? Desde luego, como Real Betis se lograría generar muchísimo más interés mediático, así como probablemente el de las empresas locales. Entra aquí un detalle que hasta ahora había pasado desapercibido: de continuar el club, podría verse jugando una competición europea, un atractivo añadido. El negocio del baloncesto, sin embargo, no invita al optimismo.
Luego, de producirse esta venta, entraríamos en otro debate. En sus orígenes, el Caja San Fernando se fundó con una vocación conciliadora entre los dos clubes de fútbol. De ahí que sus primeros colores fueran el rojo, por el Sevilla FC, y el verde, por el Real Betis Balompié. Era la forma de unir dos pasiones en una, y gracias al baloncesto. Asumir la marca del Betis supondría renunciar a una personalidad y una historia que este 2017 cumpliría 30 años. A diferencia de lo que han planteado muchos aficionados a través de las redes sociales, el problema no está en la marcha de los aficionados al Baloncesto Sevilla de corazón sevillista -este planteamiento es demasiado inocente-, ya que la cifra total de abonados no se cuenta por demasiados miles. De hecho, cabe pensar incluso que, convirtiéndose en parte del Betis, la masa social crecería mucho más de lo que ha llegado a hacerlo hasta ahora. El problema está en que ya -a priori, porque todo parte de suposiciones a falta de un proyecto oficial- no estaríamos hablando del Caja San Fernando, sino de un nuevo proyecto. No se trataría entonces de salvar al Baloncesto Sevilla, sino el baloncesto sevillano de élite.
Y luego, la pregunta definitiva: ¿puede realmente el Betis hacer este movimiento? Por sus estatutos no puede comprar otra Sociedad Anónima Deportiva (SAD), por lo que tampoco queda nada clara la operación. Llegados a este punto, en Diario de Sevilla recogen el todavía interés del Grupo Torrot, favorito hace pocos días pero descartado por La Caixa al negarse a avalar un proyecto que se antoja tan ambicioso como deficitario. Podría sumarse a la operación. El Betis adquiriría así el club de baloncesto y otro beneficio: la libre disposición por parte del Ayuntamiento, el gran mediador, del Palacio de Deportes de San Pablo para disputar los partidos del Betis Futsal, el equipo de fútbol sala que este mismo verano ha asumido en su estructura como club.
No conviene olvidar otro detalle: el club verdiblanco tiene un ojo fijo en los juzgados. En dos o tres años se espera que caigan las sentencias. Podrían ser, si el 21 de julio sigue habiendo club y su proyecto para el Baloncesto Sevilla sale adelante, el próximo margen de maniobra. Dentro de toda esta incertidumbre, hay una buena noticia: los esfuerzos por parte de la directiva desde San Pablo, y especialmente de Fernando Moral, por apurar hasta el último momento el plazo del dichoso 20 de julio. Una buena señal de que todavía hay vida. Y mientras hay vida hay esperanza.