El empuje desde la grada visitante marcó un arranque del partido que sobre el parqué lucía más intensidad que acierto. En los primeros 4 minutos de duelo solo se pudieron ver 10 tantos, 5 en cada canasta, pero a medida que Jenkins fue calentando la muñeca, bien secundado por Álex López, las ofensivas de ambos conjuntos comenzaron a responder con puntos al alto ritmo. Burgos tomaba pasado el ecuador del primer período la delantera en el electrónica y ya no la soltaría en lo que quedaba de partido. Los de Diego Epifanio marcaban ya en el primer período una máxima de 4 puntos que no haría si no ampliarse en el arranque de un segundo cuarto en el que se vieron los mejor momentos de los locales junto a las rentas que adquirirían tras el paso por vestuarios. En este primer arreón, el conjunto burgalés llegaría a sumar 12 puntos de renta con un parcial de 2-12 apoyado, principalmente, en la inspiración y frescura de un Schreiner que anotaría sus 5 puntos del partido de manera consecutiva y que llegaba a repartir 2 asistencias de las 5 con las que acabaría el partido en unos momentos de coma ofensivo para Fuenlabrada. El ‘Ché’ tuvo que echar mano entonces de sus perfiles más atléticos (Ian O’Leary, Álex Llorca o Rolands Smits) y solo igualando ese nivel de intensidad Fuenlabrada lograría recuperarse de una renta de hasta 16 puntos para dejar el marcador 8 abajo al descanso.
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El paso por vestuarios trajo una versión de Burgos algo más fría, y solo esa falta de ritmo de los visitantes le permitió a un Fuenlabrada muy falto de acierto mantenerse en esa rentas de 10 puntos que le dejaban vivo en el partido. Para cuando Burgos volvió a despertar, aupado de nuevo por su afición desplazada, tomando de nuevo una renta de 14 puntos, el ‘Ché’ tuvo que echar mano de su hombre de confianza, Gregory Vargas, y de la presión en toda la cancha como inyecciones artificiales de intensidad a los suyos. De esa manera, Fuenlabrada volvió a manejarse en rentas de 9-11 puntos, pero el acierto de Cancar y Jenkins y el músculo de Thompson, dueño y señor de la pintura con 11 rechaces, dejaban el marcador con 13 puntos de colchón para que Burgos afrontara un último período donde Fuenlabrada suele ser más fuerte mentalmente.
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Sin embargo, hoy Fuenlabrada no funcionó de manera consistente en ataque casi en ningún momento y en el último período, por más que Pako Cruz o Marko Popovic lanzaron ataques contra la defensa visitante, estos llegaban con tan poco acierto o con tantas imprecisiones en el pase (14 pérdidas en total, solo 8 asistencias) que quedaban como intentonas kamikazes. Con esa frustración de los locales, Burgos solo tuvo que atenerse a la buena defensa que había desplegado durante el partido y a la anotación coral, con un Jenkins desacertado, que ya había dado todos sus puntos en los tres primeros cuartos, y unos buenos Cancar, Thompson o Áex López.