“The Lord gave me talent to be the best, that's why they called me Moses”. Moses Malone.
 
Moses puso a la pequeña ciudad de Petersburg en las portadas. Era impensable que un chico de 18 años marcara tantas diferencias. Un anotador incansable, una bestia al rebote, sobre todo ofensivo, que había llevado a su pequeño instituto a lograr el campeonato estatal. Durante dos años. Consecutivos.
 
Era su ciudad natal. Allí, Moses Malone creció como jugador y como persona. Se preparó para ser una estrella. Y lo demostró. A los dos títulos, se le sumaron las 50 v ictorias consecutivas, además de su dominio patente, que lo colocaban como el jugador del futuro. Se esperaba todo y más del joven Moses, que lo tenía todo listo para embarcarse en la aventura universitaria. Maryland iba a ser su destino.
 
Mas todo cambió, casi a última hora. La ABA le abría sus puertas, y le ofrecía la posibilidad de hacer historia: ser el primer jugador de la historia en dar el salto del instituto a la profesionalidad. Moses no dudó, y selló un contrato con Utah Stars. Con sólo 19 años, Moses Malone daba el salto al baloncesto profesional, donde no tardaría en destacar.
 
En su primera temporada como profesional, “Chairman of the Boards”, como era apodado, promedió 18.8 puntos y 14.6 rebotes. Llevó a su equipo a los playoff, pero no lograron superar la primera ronda.
 
A la siguiente temporada, cambiaría Utah por St. Louis, donde no destacaría tanto, pues pasó de jugar cerca de 38 minutos a disputar 27. Aún así, rozaría el doble-doble de promedio, en la que sería la última temporada de la ABA.
 
Era el año del cambio. NBA y ABA habían coexistido, pero era evidente que una de las dos llegaría a su fin. Y así fue, en aquel año 1976, la NBA absorbía la ABA. Moses Malone viviría varios traspasos hasta poder asentarse en la NBA, siendo seleccionado por los Blazers, que lo enviarían a los Buffalo Braves, donde sólo disputaría dos encuentros antes de ser traspasado, por fin, a Houston Rockets.
 
Sería ahí donde comenzaría la época dorada de Moses. Su dominio del rebote quedaría más que evidenciado en su primer año, superando los 13 rebotes de media. Un pívot undersized – 2.08 de estatura- pero muy rápido y ágil, y capaz de dominar las cercanías del aro a pesar de su tamaño. En Houston, desarrollaría todo su potencial, convirtiéndose en el jugador de moda en una NBA que atravesaba por los duros años 70.
 
En su segunda temporada, alcanzó los 15 rebotes de media, y se preparó para su cénit individual. La última temporada que acabaría en 70 (1978-1979) nos brindó la mejor versión de Moses Malone, con casi 25 puntos de media y 17.6 rebotes. Siete ofensivos de media.
 
Fue el primer MVP de su carrera. Era una auténtica estrella de la liga, y necesitaba transformar su éxito individual en éxito colectivo. Y no tardó en hacerlo. Sólo necesitó dos años para alcanzar la final de la NBA con los Rockets. Allí, se enfrentó a los Celtics de Larry Bird, Parish y compañía, cayendo en el sexto partido.
Un año más en Houston, donde promediaría 31 puntos y lograría su segundo MVP, ponían fin a su carrera allí. Necesitaba ganar, y había fracasado aquella temporada 1981-1982, donde cayeron en primera ronda de playoff ante Seattle.
 
Entonces, llegaba su primer año de agente libre. Y no dudó. Los 76ers, con Julius Erving a la cabeza, serían su destino. Era el lugar ideal. El acuerdo se cerró con un sign&trade, enviando los 76ers a Caldwell Jones y una primera ronda del draft. Moses Malone llegaba a Philadelphia.
Y fue imparable. Tanto él, como su equipo. Con Maurice Cheeks y el Dr. J acompañándolo, los 76ers acabaron la temporada con un récord de 67 victorias y 15 derrotas. Moses Malone, sería nombrado, otra vez, MVP. Fue, además, máximo reboteador por tercer año consecutivo. En los playoff, sólo perdieron un encuentro, y barrieron a los Lakers en la final. Moses Malone no bajó del 20-10 en ningún partido de los playoff, y fue nombrado MVP de la Final, tras lograr más de 25 puntos y 18 rebotes de media. Los Sixers lograban su primer título de la NBA en 16 años.
 
No volverían a levantar el título. De hecho, los Sixers no encontraron la sintonía con la que triunfaron en ese primer año de Malone en el equipo, y las dos temporadas siguientes serían un tanto decepcionantes. Pero él ya era leyenda.
 
En 1986, sería traspasado a los Bullets, hecho que daría comienzo al baile de equipos. Malone disputaría dos temporadas en Washington, sin bajar del 20-10, y pasaría a formar parte de los Atlanta Hawks, donde firmó como agente libre, con la intención de ayudar a Dominique Wilkins a hacerse con un anillo.Sin embargo, no lo lograron, y Moses, más lento y menos ágil que en sus grandes años, empezaría su declive. Aunque aún le quedaba baloncesto para regalarnos otro buen año, esta vez con los Milwaukee Bucks, con los que firmó en 1991.
De ahí, volvería a los Sixers, firmando por una sola temporada y quedando demostrado que su estado físico no era el mejor. Pero le quedaba gas para retirarse con 20 temporadas a sus espaldas. Moses Malone decía adiós al baloncesto en 1995, veinte años después de su histórico salto al profesionalismo. Tres MVP, otro de las Finales, un anillo, y el recuerdo del mejor reboteador ofensivo que ha existido jamás. En 2001, seis años después de su retirada, la NBA le rendía tributo nombrándolo Hall of Fame.
 
La memoria colectiva fue cruel con Moses Malone, cayendo, de alguna forma, en el olvido. Alejado de los grandes nombres interiores (Shaquille, Kareem, Chamberlain, Russell), Moses Malone luchó como el más grande, sin ser el de mayor tamaño. Demostró que el rebote era cuestión de corazón, y abrió puertas a otros grandes especialistas que llegaron en años posteriores.
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Mas Malone merecía algo más que eso. Merecía ser recordado como una auténtica estrella, un jugador capaz de ser nombrado tres veces MVP de la NBA, algo que sólo han superado jugadores como Kareem Abdul-Jabbar, Michael Jordan, Bill Russell, Wilt Chamberlain y LeBron James. Y, con tres galardones, otros dos nombres muy conocidos, como Larry Bird y Magic Johnson.
 
Sin embargo, hoy Moses ha vuelto a ser noticia. Hoy, 13 de septiembre de 2015, el baloncesto llora la pérdida de uno de los mejores jugadores de la Historia del Baloncesto. Con mayúsculas. Su corazón no ha podido más, y ha parado hoy. Veinte años sin lanzarse a por un rebote debían ser demasiado. Se ha ido el dueño absoluto del rebote, de la zona, que sirvió de conexión durante tres décadas en el mundo del baloncesto. Moses Malone se reúne con otras tantas estrellas que, por desgracia, nos están dejando este año.
 
Descanse en paz, Big Mo.