El baloncesto se creó hace añós con unos fundamentos y unos cánones que pocas veces se han visto alterados a lo largo de la historia. Magic fue uno de los que más rompió esas estrictas normas. Un base que hacía algo más que asistir y que superaba los dos metros. Ahora, en el baloncesto moderno, el físico se impone muchas veces sobre el talento innato. 

A veces, ese talento es inherente al estilo. Cada posición en la pista tiene una función, aunque hay jugadores que son capaces de llevar al punto más álgido de sus capacidades todas las virtudes que puede encarnar un jugador. Ese es el caso de Kevin Love, una estrella que vive ensombrecida por los grandes focos que deslumbran Lebron, Durant, Kobe, Melo o Chris Paul. 

El puesto de ‘cuatro’  es, sin duda, uno especial. El baloncesto ha ido evolucionando para que en esa posición existan jugadores con muchas piernas, rapidez, agilidad y buen tiro exterior. Dirk Nowitzki, Bosh, Boris Diaw o Channing Frye. Antes, el ala-pívot era el complemento ideal del pívot dominante en la pintura. Ahora necesita tener unas aptitudes distintas que complementen un juego total.

Y el jugador total es Kevin Love. Pocos jugadores en la historia han logrado tener el don de capturar rebotes casi con la misma naturalidad y eficacia que la relación de amor que mantenían con el lanzamiento. La dualidad de Love le permite obligar a sus defensores a puntearle desde la línea de tres y también a vigilar sus reversos y fintas en la zona. Domina ambos escenarios con total naturalidad.

Sorprende el talento de Kevin Love para coger rebotes. El 42 de los Wolves no destaca por un cuerpo atlético ni corpulento. Tampoco por ser un 7 pies. La gran virtud de Love es saber colocarse, adivinar dónde va la pelota. Luego, además, es capaz de abrirse, preparar la muñeca y ejecutar un lanzamiento que termina entrando. 

Pívot y alero a la vez. Una mezcla explosiva. Puede salir de un bloqueo y tirar. Puede jugar un reverso y anotar. Puede fintar y hacer saltar a cualquier defensa. Sus recursos no tienen límites. Kevin Love vuelve a mostrarse este año capaz de anotar, rebotear y ser líder. La conexión con Ricky Rubio asusta y los números dan miedo: 24 puntos, 14 rebotes y 4 asistencias por partido, siendo de los mejores en el apartado de eficiencia. 

Entonces, ¿por qué Kevin Love no puede aspirar al MVP? Muchos argumentan que mientras Minnesota no dé un salto a nivel competitivo no lo conseguirá, pero la realidad es que la pasividad que muestra en defensa le impide situarse en la élite. El Olimpo solo espera a los completos.

Love tiene ese lunar. Los Wolves deben exigirle el máximo ahí. No porque sea mal defensor, sino porque hay jugadores que contra él se crecen y ven el aro con más facilidad. 

Nadie duda que Kevin Love es el mejor en su puesto. Es el espejo de lo que los nuevos tiempos requieren. Es el lobo que aúlla sin los mejores focos. Es un futuro MVP.