El 10 de febrero de este año, James Harden fue traspasado a Philadelphia 76ers. El MVP de 2018 y uno de los mejores triplistas de la historia jugando al step back, llegó proveniente de Brooklyn Nets para liderar una ofensiva temible junto al candidato a mejor jugador de este año, Joel Embiid. En casi un mes desde el arribo de la Barba, los de Doc Rivers acumulan un récord de 12-6. Claramente se potenciaron y son un serio candidato al anillo.
Si se tienen en cuenta todas las duplas de estrellas de los principales equipos candidatos al título, la que forman Harden y Embiid es una de las más eficientes con +13,8 de net rating y 120,9 de ratio ofensivo. Se sabía que por separado son dos genios ofensivos, pero juntos se están potenciando en las acciones que comparten entre ellos, haciendo jugadas muy difíciles de defender.
Rivers está acostumbrado a hacer funcionar estrellas, aunque no es una tarea sencilla. Encontrar el equilibrio entre sus estilos significa que cada uno de ellos deba ceder y ser permeable a aprender nuevos movimientos en beneficio del buen funcionamiento de la ofensiva general. En los 18 partidos que jugaron juntos, tanto Embiid como Harden se mostraron dispuestos a dejar sus egos y a desarrollar una buena química que les ayude en los Playoffs. Incluso tuvieron partidos memorables, como el debut ante Timberwolves, en el que Embiid metió 34 puntos y el ex Houston Rockets 27, en su debut.
Se puede entender el poderío ofensivo de esta pareja a través de dos acciones, una muy sencilla como es el bloqueo directo explícito, y otra más compleja como es la posesión de Embiid, llevando el balón al centro y Harden corriendo desde la esquina buscando su espacio. La primera es un recurso, mientras que la segunda es una jugada colectiva, que crea un aclarado para que el 1 penetre o tire desde el perímetro.
Si hablamos de la disposición de los jugadores en términos tácticos podemos ver que es sencilla. La mayoría de las veces Doc utiliza una jugada clásica para crear espacios para el tirador, en este caso Harden. La acción comienza en la cabecera, con el balón en manos de Embiid, quien comanda el ataque (algo parecido a lo que sucede en Denver con Jokic) y Harden se mueve desde la zona lateral. El ataque se desarrolla con un tercero que interviene colocando un bloqueo indirecto para que la Barba pueda liberarse y tirar con facilidad. La sencillez no quita lo efectivo. Se trata de jugadas en las que el interior (Embiid) maneja el balón y juega un mano a mano con Harden, con el objetivo de llegar hasta el aro o dejarlo libre para que tire. Puede ser un pick & pop o simplemente dejar libre a Harden para que tire, siempre teniendo en cuenta su marca y buscando el mejor mismatch.
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Esta jugada principal permite a Harden tener la inercia suficiente para recibir en ventaja, haciendo que su perseguidor tenga que hacer un gran esfuerzo para evitar el triple. Además, el “mano en mano” hace que el defensor de Embiid tenga que tomar una decisión: si se pega al camerunés, su capacidad de reacción ante la secuencia con Harden será menor, pero limitará el riesgo de un triple del interior. Por otro lado, si lo deja avanzar, podrá contener mejor la pintura ante Embiid, pero le dejará mucho espacio para pensar. Estamos hablando de un jugador de 2,13 m con una gran cantidad de recursos desde media distancia, que promedia 29,9 puntos en la temporada.
¿Qué es lo que hace que esta estrategia ofensiva sea imparable? Bueno, pues pone a Harden en una situación perfecta para que pueda sacar faltas en defensa y acudir a la línea de tiro libre, ya que al penetrar con espacio, sus marcadores llegan tarde y tocan su mano en vez del balón, o bien queda con mucho espacio para tirar triples, una de sus especialidades. Sería como elegir el veneno. La Barba es uno de los mejores de la liga desde el libre y también tiene un buen promedio desde el perímetro (35,4%). Los Sixers son el tercer equipo que más veces va a la línea de castigo: 23,6 veces por partido.
Como dijimos, esta jugada crea espacios para que Harden pueda tirar o penetrar, buscando la mayoría de las veces la falta. Tal vez no es la manera más vistosa de anotar, pero sin dudas es la más eficiente. Cuando las dos estrellas están en cancha, promedian 33,3 tiros libres por cada 100 posesiones, uno de los datos más altos en este sentido de toda la liga y el más alto entre parejas.