Habrá séptimo partido. Si algo se han merecido los Grizzlies en estos playoffs, como poco, ha sido tener una oportunidad para asaltar las Finales de Conferencia (95-83). En la postemporada del cambio de las sorpresas, del cambio de ciclo, ellos se han ganado su cuota de protagonismo. Mayo es el mes de los jóvenes, de las revoluciones, y como detalle Memphis y Oklahoma City Thunder nos regalarán el próximo domingo el primer séptimo partido de lo que llevamos en esta carrera por el título.

Lo mejor que le pudo ocurrir a unos Grizzlies que estaban obligados a ganar era jugarse esa responsabilidad en casa, frente a esos mismos aficionados que agotaron las entradas para este sexto partido en apenas 5 minutos. Tal ha sido la metamorfosis de Memphis que se ha convertido en un equipo casi inabordable en casa. De los seis partidos que ha disputado hasta el momento como local, sólo ha caído en uno y fue después de tres prórrogas. Aquel pánico a los playoff ha desaparecido gracias a una magnífica defensa y un enorme espíritu de lucha. ¿Quién pensó alguna vez que Zach Randolph sería el líder de un equipo así?

Una vez más, y empiezan a ser difíciles de contar a este paso, Z-Bo sacó a pasear toda la calidad que guardaen su mano izquierda. Siniestra, nunca mejor dicho para las intenciones de los Thunder. Durante los tres primeros cuartos navegó con el piloto automático, pero fue llegar el momento caliente, cuando los Grizzlies se enfrentaban por primera vez cara a cara con la eliminación en los Playoffs, cuando inició el despegue. No pidió nunca el balón porque no hizo falta: todos saben a quién deben acudir.

Más cuando es Nick Collison quien tiene que frenarle, aunque no hubo variante que no intentara sin éxito Scott Brooks. Randolph entró a 9 minutos para el final y en ese corto espacio de tiempo firmó 12 puntos y 6 rebotes (acabó con 30-13). La variedad cromática fue inagotable. Metiendo a Ibaka debajo del aro a base de embestidas con el trasero; desde media distancia con la manaza de Kendrick Perkins delante; apartando con el hombro derecho al pegajoso Collison para anotar con un gancho de izquierdas. Se puede decir que fue el caudillo que no tuvieron los Thunder.

Volvimos a asistir a un show de Russell Westbrook en los minutos finales, aunque salió cruz. Sin embargo, no deben cargarse sobre él todas las culpas. Nadie debe tener dudas sobre a quién deben llegar los balones en los momentos finales, pero por una vez las culpas no deben recaer sobre el producto de UCLA. El “culpable” fue la defensa de Memphis. A falta de 15 minutos, Kevin Durant presentaba un 2 de 8 en tiros. De ahí hasta el pitido final, sumó un 1 de 6. Un 0 de 4 en el último periodo. Tony Allen, Battier y Young hicieron un gran trabajo sobre el mejor anotador de la liga, que apenas tocó balón y cuando lo hizo rara vez fue en buena posición. Otro dato: Sólo 5 tiros fueron dentro de la línea de 3 puntos.

Le salió bien por tanto la apuesta a Lionel Hollins, que arriesgó desde el inicio metiendo a OJ Mayo como titular y dejando que Tony Allen se emparejara con Durant. Los Grizzlies salieron mordiendo, pero Westbrook se hizo con el mando a base de penetraciones imparables. Ni Conley ni Mayo podían aguantar enfrente y la salida de Harden desde el banquillo parecía poner la puntilla: dos triples suyos colocaron un peligrosísimo +13 (52-39) en el marcador. Peligroso el resultado y peligrosas las sensaciones, que mejoraron tímidamente con un triple de Battier sobre la bocina.

La timidez se esfumó en la reanudación. Memphis sacó su mejor defensa y secó a los Thunder, que vieron cómo un parcial de 11-2 hacía que el partido comenzara de nuevo. A la misma velocidad que subía un equipo se caía el otro. Oklahoma pasó de anotar 31 puntos en el segundo cuarto a anotar sólo 21 en los 19 minutos siguientes. Marc Gasol, de nuevo gigantesco en la pintura, fue clave en ese frenazo.

Y desde ahí se sumaron todos. Conley, Mayo, Arthur y cualquier actor secundario se sumó a una reacción en tromba que culminó Zach Randolph con la misma sangre fría con la que ejecutó a los Spurs. El domingo tocará un séptimo partido que, de entrada, sobrepasa la juventud de estos dos equipos. Los Thunder están obligados a ganar. Los Grizzlies hace tiempo que disfrutan sin obligaciones.

Nadie quiere irse de vacaciones. Ni siquiera Doc Rivers, que llevaba un año pidiéndolas. El entrenador de los Celtics avisó hace mucho tiempo que quería tomarse un año sabático (coincidiendo, casualmente, con la puerta que se le cerraba a su equipo). Pero llegó Danny Ainge, chequera mediante, y despejó las dudas: el técnico cobrará 35 millones de dólares por las 5 próximas temporadas, en las que deberá afrontar el difícil exilio de su equipo desde el grupo de los candidatos al anillo.