"Hemos sufrido dos tragedias en un corto período de tiempo, pero éste fue muy diferente. Reggie fue parte de nuestro equipo, parte de la estructura de nuestra familia profesional. Lo conocíamos bien. Fue una tremenda tragedia para nosotros y un momento muy difícil" (Jan Volk, GM de los Celtics en 1993).
Nunca un back to ring resultó tan doloroso.
Después de 14 temporadas consecutivas y tres anillos (cinco series finales) se daba por finalizado el segundo periodo más glorioso de la Era Celtic. La temporada 93-94 concluía en abril, sin una visita a la segunda fase de la competición. Se abría un periodo oscuro de 8 temporadas en la que no se encontró clave alguna para encauzar una reconstrucción que se truncaba con el fallecimiento de Reggie Lewis, el 27 de julio de 1993.
La suya fue la crónica de una muerte anunciada. Hay antecedentes de todo tipo. Al menos, tuvo 6 mareos unos meses antes del fatídico soplo; un historial médico de anomalías en el corazón -se le detectó un soplo de joven-, y antecedentes familiares por lo que respecta a enfermedades cardíacas. Uno de sus hermanos fue operado a corazón abierto a la edad de 4 años tras detectársele un agujero en el corazón. Su propia madre -con problemas de drogas- habría sufrido dos ataques de corazón, uno cuando tenía sólo 17 años de edad. La señal de alerta más importante a la que el jugador no le prestó excesiva atención ocurrió en el primer partido de playoffs contra los Charlotte Hornets en la temporada 92-93. Después de derrumbarse ya no volvería a jugar ningún partido más como profesional. Los médicos que le atendieron el 29 de abril le diagnosticaron una cardiomiopatía, enfermedad que afectaba al músculo del corazón y que podía ser mortal. Lewis, nada contecto con el veredicto se mudó al hospital donde había trabajado su mujer para conocer una segunda opinión. el diagnóstico sonó como melodía para sus oídos: sólo había sufrido un desmayo leve, dictaminó el informe de su médico, Gilbert Mude, quien afirmó que Lewis "tenía un corazón de atleta".
Doce semanas después, el capitán de los Celtics cayó fulminado en plena práctica de tiro en la universidad de Brandeis (Waltham, Mass.). Se apuntó que una de las causas de su fallecimiento se podría deber al consumo de cocaína. La misma droga que mató a Len Bias, la otra piedra angular del futuro de los Celtics. Fue una de las principales causas apuntadas en la autopsia dadas las cicatrices que presentaba el corazón, aunque también se trato de un hecho silenciado en su momento -aunque aireado después por la prensa- dada la reputación del jugador (al que se le iba a retirar el dorsal 35) y de las consecuencias económicas que ello podría reportar para su familia. Si bien es cierto que las heridas en el corazón podrían haber tenido otro origen, la duda siempre quedará en el aire ya que el jugador (que no había pasado controles anti drogas porque la NBA no obligaba si no había sospecha) negó de manera airada que flirteara con la coca. Su viuda, Donna Harris-Lewis, así como su agente, negaron el consumo de estupefacientes por parte de Reggie. Para defenderse, se utilizó la muchas veces socorrida vía del racismo: "¿por el mero hecho de ser un chico negro de Baltimore tiene que drogarse?", declaraba Donna a L.A. Times en 1995. Medicaciones y algún posible virus estaban también entre los causantes de la muerte. Rivalidad entre la viuda (embarazada) y la madre del jugador, controversia entre los médicos, la sombra de la cocaína presente en todo el proceso (un compañero de universidad afirmaba que consumieron juntos), juicios contra la prensa (Wall Street Journal) y un funeral de héroe de guerra al que acudió el reverendo y candidato a la presidencia de los EEUU, Jesse Jackson.[[{“fid”:”51409″,”view_mode”:”default”,”type”:”media”,”attributes”:{“height”:425,”width”:367,”alt”:”Lewis (con el 31) junto a Bogues, Wingate y Williams (Foto: Baltimoresun.com).”,”title”:”Lewis (con el 31) junto a Bogues, Wingate y Williams (Foto: Baltimoresun.com).”,”class”:”media-element file-default”}}]]Reggie Lewis fue ya una estrella en high school, en su Baltimore natal. Su instituto, la escuela Dunbar, saltó a la fama por promocionar a la NBA a cuatro de los miembros del equipo de la temporada 82-83, la del prodigioso récord de 29 victorias y ninguna derrota: el propio Lewis, Tyrone Bogues, Reggie Williams y David Wingate. Fue considerado un atleta ejemplar, como demostró en sus cuatro temporadas en la Northeastern University, entrenada por el campeón de la NCAA con UConn, Jim Calhoum. Allí llegó sin hacer ruido, tras rechazar ofertas de centros muy prestigiosos que se habían interesado por él demasiado tarde." Sólo sabía que era explosivo", dijo su ex coach. Llegó con el mono de trabajo puesto -incansables sesiones nocturnas en la cancha para ser mejor cada día- y acabó siendo un gran líder y anotador.
Los Celtics lo elegirían en la posición 22 del draft de 1987, después de promediar 23.3 puntos y 8.5 rebotes en su año senior. Era el cuarto jugador -todos residuales- que conseguía llegar a la NBA desde esta modesta universidad. El quinto y último hasta la fecha sería el menudo base de los Timberwolves, J.J. Barea, unas décadas más tarde. Era un draft repleto de grandes jugadores como Kevin Johnson, Scottie Pippen (desconocido hasta la fecha), Dennis Hopson, Reggie Williams, Reggie Miller, Derrick McKey, Horace Grant o Armon Gilliam, Kenny Smith, todos ellos dominados por la figura de David Robinson, quien no jugaría hasta dos cursos después (obligaciones militares). Con esta nueva oleada de buenos jugadores se limpiaba la imagen del draft anterior, salpicado por la cocaína y que dio de lleno a los Celtics. Los 'arrogantes verdes' habían seleccionado a Len Bias, un portento de la universidad de Maryland, jugador cuya proyección se podía acercar a la de Michael Jordan y que iba a dar el relevo a los grandes verdes.
Lewis no tenía el cartel de Bias, pero se le consideraba un jugador válido para iniciar la transición de un equipo que venía de ganar tres títulos en siete temporadas. La maldición imperante en la NBA impedía un repeat de los Celtics en el 87, ésta vez derrotados por su eterno rival, los Lakers. Llegó junto con dos prospects made in C's: Mark Acres, californiano de Inglewood como Paul Pierce y el 'granjero' Brad Lohaus. Ambos aterrizaban con el cartel que otorgaba el honor de participar en el McDonald's All Star. La vieja guardia todavía estaba presente y su sus alargadas figuras asustaban todavía: Larry Bird, Kevin McHale, Dennis Johnson (D.E.P.), Robert Parish, Danny Ainge. Lewis sabía que tenía que ocupar un papel secundario y que debía esperar su momento. Aquella temporada era la primera vez que no alcanzaban las series finales en cinco cursos. Había llegado la hora del relevo en el Este de manos de los Pistons, primero, y los Bulls, después. Lástima que no funcionara el experimento Cavaliers y que los Bucks no supieran -o no pudieran- dar el paso adelante que les consagrara como una potencia en esta Conferencia.
En su año sophomore se dan las circunstancias óptimas para un salto de cualidad brutal. La lesión de Larry Bird y el trapaso de Danny Ainge a los Kings abrían el camino de la anotación para Lewis, que pasaba de 4.5 puntos y 1.5 rebotes a 18.5 puntos y 4.7 capturas. El equipo no superó la primera ronda, pero creció la confianza en el posible sucesor de Larry Bird. Pasaron los años y los Celtics -con las estrellas más oxidadas- dejaron de ser una amenaza en el Este aunque sí un equipo competitivo. El impacto de la ex estrella de Northeastern fue creciendo en el equipo hasta convertirse en el principal artillero del equipo (casi 21 ppp) en sus dos últimas temporadas, la última sin Larry Bird.
El entonces vicepresidente David Gavitt consolaba a Rick Fox (rookie) y Dee Brown (sophomore), ambos con mirada sobrecogedora, durante la rueda de prensa post mortem. No sólo se les iba un miembro de la comunidad céltica, un compañero, sino un jugador sobre el que recaía el peso de la reconstrucción de la franquicia.
El roto fue total.
Chris Ford no pudo levantar el equipo y el peso de la historia y el oscuro panorama liquidó a M.L. Carr y Rick Pitino. La incipiente madurez de Paul Pierce y Antoine Walker -con menor recorrido- coincidió con la llegada de O'Brien y unas finales del Oeste (perdidas contra los Nets) que fueron maná en una larga travesía por el desierto. La llegada de Doc Rivers, con unos playoffs en tres temporadas, hacían agotar la paciencia hasta que el milagro llegó con los movimientos que habilitaban la llegada de Ray Allen y Kevin Garnett. Estos coincidían con la no esperada reivindicación de Rajon Rondo ,en su segundo año, y un Paul Pierce en plena madurez. A la 22 llegaba el anillo número 17 en la historia de la franquicia, con Reggie Lewis en la memoria.
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"Pensaba que alguien le había disparado", dijo su compañero en Baltimore, Tyrone Bogues, y rival en el partido entre Celtics y Hornets.
Lewis, herido de muerte, se levantó. Tras ser revisado por los médicos jugó 2 minutos en los que anotó 6 puntos. Unos meses después, la misma herida acabó con su vida.
"Iba a ser un gran Celtic. Estaba a punto de explotar, de ser una estrella" (Tommy Heinson, histórico comentarista de la franquicia)…
…y bien que sufireron su pérdida los verdes.