Misma cara pero nueva expresión, mismo nombre pero diferente jugador. Desde su llegada a los Wolves, Ricky Rubio siempre ha estado rodeado de rumores, y expectativas que han refrenado su capacidad de juego. Sin embargo, con la madurez y envuelto en un nuevo sistema, del que es más protagonista, Ricky ha destapado el tarro de las esencias y está dispuesto a sacar a relucir todas sus virtudes.

El lobezno ha madurado y está aullando, atronador, a la luna.

La fase oscura, siempre una especialidad

Con la llegada de Tom Thibodeau a Minnesota, todos esperábamos una versión mucho más defensiva de los Wolves, sin embargo, la llegada de esa mejora se ha hecho esperar. Los de Minneapolis comenzaron francamente mal la temporada, y la influencia de su nuevo técnico parecía no llegar, pero desde el parón del All-Star han encendido la maquinaria y todo ha cambiado.

En este nuevo marco, Ricky Rubio se mueve como pez en el agua. Su formación en el Joventut es una ventaja, y la marca badalonesa ha cruzado el charco; siempre atento en las líneas de pase, actividad constante de pies y manos que impide a su par sentirse cómodo en ningún momento, ayudas cortas que generan dudas, todo ello como santo y seña del estilo verdinegro.

Ciertamente, Ricky no es un jugador explosivo en sus movimientos laterales, y probablemente no brille como un jugador defensivo en el uno contra uno, menos aún ahora que la NBA vive la mejor generación de bases de su historia. Sin embargo, su capacidad de lectura de juego, de saber cómo y cuándo hacer las ayudas y, en definitiva, de mejorar la defensa colectiva es obvia.

En Ricky la faceta defensiva ha estado siempre ahí, es algo en lo que el base español no ha dejado de sumar nunca en su carrera. Pero su impacto a tal nivel en las victorias de los suyos resulta descomunal, en los 28 partidos que Minnesota ha ganado hasta el día de hoy, el defensive rating de los Wolves (puntos encajados cada 100 posesiones) con el de El Masnou en cancha ha sido de 98.8, es decir, un dato muy superior al de la mejor defensa de la NBA: San Antonio Spurs (101.0).

La luna llena avivó el fuego

Como a todo buen lobo que se precie, a Ricky Rubio la luna llena le provoca un efecto hipnótico absoluto, al de El Masnou le ocurrió con el All Star Weekend. Cierto es, que la llegada de Thibodeau generó dudas en la fase ofensiva del juego de Rubio, pero ahora ya, asentado en el nuevo estilo de juego del entrenador de Connecticut, está empezando a brillar.

Desde el parón del All Star el base catalán resulta tremendamente atractivo, ha ganado en peso específico en el juego, y la baja de Zach LaVine le ha obligado a adquirir mayores responsabilidades en el ataque de Minnesota. Amasa más balón, es el generador más importante de los suyos y además resulta enormemente eficiente.

Ricky es, a día de hoy, el mejor en el ratio de asistencias de toda la NBA (43,1%), una estadística que mide el número de posesiones usadas que terminan en pase de canasta. Y el segundo mejor base titular en la relación asistencias/pérdidas (3,56 asistencias por cada pérdida de balón) solo por detrás de Chris Paul (3,89). Además, su media de asistencias por partido (8.9) le sitúan como en cuarto mejor asistente de la NBA.

Pero, a estas alturas, que Ricky es un jugador con una visión de juego privilegiada no debería sorprender a nadie, y que evolucione favorablemente en su número de asistencias con un socio como Karl-Anthony Towns a su lado tampoco debería resultar chocante. Pero hay algo en lo que Ricky se ha destapado, un pero que parecía marcar su carrera: la anotación.

Rubio ha progresado a lo largo de la temporada, mes a mes, de una manera extraordinaria en ambos aspectos, la aportación anotadora y su número de pases de canasta:

Y en esa progresión no existe margen a las casualidades, Rubio ha mejorado en su lectura de juego, así como en su agresividad de cara al aro y, especialmente, en su confianza en el tiro. El base de los Wolves se ha destapado con un auténtico especialista del mid-range, y desde ahí está haciendo detonar su juego.

Este mes, y por primera vez en su carrera, Ricky ha encadenado 4 partidos consecutivos con 20 o más puntos anotados. Y es que a su mejora en el tiro es evidente, la parábola de sus lanzamientos ha variado y ha mejorado mucho sus porcentajes, no solo desde el mid-range ha conseguido explotar, sino que ahora también ha mejorado su porcentaje en triples (42.9% en el último mes).

Su mejora en el tiro parece haber liberado a Ricky, a quien se le nota mucho más suelto y tranquilo, con menos dudas. La mejora en el tiro, además, obliga a las defensas a no flotarle tanto, y eso le permite a Ricky brillar más aún como pasador.

Los ojos de Ricky Rubio han cambiado, su semblante ha adquirido un nuevo rictus; más confiado, más concentrado y más alegre. Y cuando Ricky Rubio se divierte sus rivales se echan a temblar.

Hay un nuevo lobo en Minnesota, y está reclamando el protagonismo que las rumorologías y las lesiones no le habían brindado, Rubio ha venido para quedarse, y junto a Thibodeau y Towns ha encontrado la manera de aullar.