Hace casi diez años a alguien se le ocurrió que Louis Herbert Bullock Jr no era válido para jugar en la NBA. A pesar de sus éxitos universitarios y de ser elegido nº 42 en el draft del 99, la autodenominada mejor liga del mundo le cerraba las puertas. La decepción fue enorme y Bullock estuvo días sin salir de su cuarto. Sin embargo había vida más allá de los Estados Unidos. Esa vida se llamaba Europa, Italia, Verona, Milán. En esta última ciudad, de cuyas calles, galerías y tiendas de ropa se enamoró, explotaba como jugador profesional. Y el Unicaja se fijó en él para disputar unos play off por el título, que acabarían con los malagueños en la final de la ACB, sólo derrotados por un inmenso Tau dirigido por el sensacional Elmer Bennett. Corría el año 2002. Dos temporadas más tarde, Bullock firmaba por el Real Madrid a expresa petición de Boza.

Pronto empezó a demostrar que era uno de los mejores escoltas que había en el Viejo Continente. Primeras actuaciones inolvidables, como los 35 puntos anotados en el Buesa Arena. Sin embargo, muchos hablaban ya de su supuesta incapacidad para decidir los partidos porque, decían, era un jugador excelente durante 39 minutos y paupérrimo en el último. En esa campaña 2004/2005, Bullock alzaba el título liguero y se hacía con el MVP de las finales. Luego vinieron épocas oscuras, en las que él se erigía como único referente de un Madrid nefasto, que sólo pudo alcanzar los cuartos de final en los play off de 2006. Se fue su mentor, Boza, o más bien le despidieron y llegó Joan Plaza, que supo administrarle mejor, no quemarle. El técnico le situó de escolta, le libró de subir la pelota y él, metido en la treintena, lo agradeció. Y su palmarés también, pues se engordó con una nueva ACB y una copa ULEB. Precisamente, en el partido de ida de las semifinales del torneo europeo, Lou hizo su peor partido como madridista. No le entró absolutamente nada, pero le dio igual a la semana siguiente, pues fue una de las claves en la clasificación a la final de Charleroi.

Han pasado muchos meses desde entonces y “Sweet Lou”, próximo a cumplir 32 años, ha vuelto a demostrar todo el talento que tiene. Para todos aquellos que le situaban como acabado, queda la demostración de hoy. Quien dijo que el último minuto no era suyo, que vea lo que ha hecho en muchos partidos de Euroliga, pero principalmente el de esta noche.

Tras un durísimo partido, en todos los sentidos, el actual campeón de Europa y el Real Madrid llegan al tiempo extra, donde la igualdad está presente hasta el final. Se adelantan los de Obradovic (87-86) con poco más de un minuto por disputar. Entonces aparece Bullock. No había realizado un gran partido, pero es que las estrellas son así, capaces de dar la vuelta a todo gracias a un par de genialidades. Con tres triples mágicos, el norteamericano tumba a los griegos y lleva el delirio a las gradas de Vistalegre. No hay mejor manera de culminar una excelente primera fase de la Euroliga. El Madrid será cabeza de serie y da un paso más hacia la soñada Final Four.

Mientras, aquel escolta que triunfó en Michigan State y que fue apodado “Sweet Lou” por la dulzura de sus movimientos sobre la cancha, aquel  joven que soñaba en sus días universitarios con ser alguien en la NBA, ha vuelto a meterse al baloncesto europeo en el bolsillo.Y en los instantes finales.