Yehuda el macabeo era un héroe judío, un guerrero que liberó la ciudad de Jerusalén y venció en miles de batallas junto a sus hombres decenas de años antes de Cristo. Este héroe hebreo enarbolaba una bandera hecha de un tejido amarillo en la que se podía leer la leyenda “MaCaBi”, y desde entonces, este color representa su memoria. Como homenaje, el Maccabi de Tel-Aviv adoptó este color cuando fue fundado en 1902 como una asociación deportiva que además del baloncesto integra otros deportes como fútbol, volley, balomnano, atletismo, etcétera.

Sin embargo, el Maccabi se ha convertido en algo más que un mero club deportivo; el club amarillo representa al estado de Israel en competiciones internacionales y es un motivo de orgullo para casi todos sus habitantes. Pero como todo gran club, también tiene sus detractores, sus máximos rivales: los aficionados del Hapoel de Jerusalem, que siempre irán en contra de los de Tel-Aviv jueguen contra quien jueguen.

Los creadores del nuevo Maccabi: retorno a la élite

Durante los años 80 el Maccabi fue un club dominador en Europa. Estuvieron en la final de la máxima competición en 1980 en Berlín, en 1981 en Estrasburgo, en 1982 en Colonia, en 1987 en Lausana, en 1988 en Gante y en 1989 en Munich, llevándose el título en el 80 y el 81. Sin embargo, durante los 90 el equipo tuvo un bajón que se prolongó durante más de 10 años (hasta 2000, en la final perdida ante el Panathinaikos, no volverían a estar en la pomada continental), incluso llegaron a perder el título de campeones de Israel en 1993.

Simon Mizrahi

El equipo resurgió gracias a la labor inagotable de varios hombres. El primero y máximo responsable es Simon Mizrahi: abogado de 67 años, nacido en Tel-Aviv y acérrimo seguidor del conjunto macabeo. El año 1993, en el que el Maccabi quedó tercero en su liga, coincidió con una operación a corazón abierto sufrida por Mizrahi. Desde entonces, está convencido de que su corazón y el Maccabi están ligados. Los aficionados del Hapoel saben que Mizrahi es la principal base de sus rivales, por eso muchos de sus de sus cánticos durante los partidos que enfrentan a ambos conjuntos van dirigidos hacia su persona.

Mizrahi ostenta muchos cargos de relevancia en el baloncesto continental: Presidente de la Federación Israelí de Baloncesto, miembro del Comité de Abogados de la FIBA, del Comité Olímpico Israelí, etc. Es una de las personalidades más relevantes del baloncesto europeo. Cuentan que no hace muchos años, Jordi Bertomeu, uno de los máximos dirigentes de la Euroliga, acudió a un partido del que el Maccabi jugaba en Italia y se sentó en un asiento que estaba reservado para Mizrahi. Inmediatamente miembros de la seguridad del pabellón se acercaron para dejar libre el lugar reservado para el abogado israelí.

Podría decirse que Simon Mizrahi ‘es’ el Maccabi. Por la mañana trabaja en su bufete de abogados de Tel-Aviv, pero cuando dan las cuatro de la tarde se dedica exclusivamente a su club, suficiente para construir el durante los dos últimos años ha sido el mejor equipo de Europa. Él dio el primer paso para hacer un equipo legendario. Durante los 90, en plena crisis de los amarillos, cambió la estructura económica del club. Convenció a dos multimillonarios americanos, David Federman y Raanan Katz (copropietario de los Miami Heat, es multiBillonario, dice que pagaría hasta 3.000.000 de dólares para mantener a Saras si es necesario) para hacer una gran inversión en el equipo. En este momento, entre ellos tres se reparten la masa accionarial el club, el 33% para cada uno de ellos, sin embargo Mizrahi ostenta el cargo de presidente y hace y deshace a su antojo.

Pini Gershon

Durante 20 años, Gershon fue uno de los mayores enemigos de Mizrahi, y por lo tanto, del Maccabi. El polémico entrenador estuvo a los mandos del Hapoel durante dos temporadas (95/96 y 96/97), y como es habitual en él, no se calló a la hora de denunciar conspiraciones arbitrales reales o imaginarias, calificando a Mizrahi como responsable de las decisiones en contra de su equipo.

Quien conoce a los dos personajes sabe que sus personalidades son totalmente contrapuestas. Sólo viendo el trato con la prensa (Mizrahi es introvertido, pocas veces suele hacer declaraciones, mientras que Gershon es todo un espectáculo) uno puede hacerse una idea sobre lo antagónico de sus formas de ser. Pero en 1998 ocurrió un hecho decisivo para la historia del Maccabi. Roni Shatan, un amigo común de Pini y Simon, hizo que ambos coincidieran en una comida en un conocido restaurante de Tel-Aviv. De allí salió una alianza hasta entonces inquebrantable, una alianza que beneficiaba a Gershon, que por fin tendría un equipo con el que aspirar a todo, y a Mizrahi, que conseguía un entrenador con el que hacer imbatible a su Maccabi. Ambos dejaron a un lado las desavenencias personales y apostaron por lo que más les convenía: unirse para crecer.

David Blatt

Después de una primera temporada sin frutos europeos, Gershon se dio cuenta de qué necesitaba el equipo: alguien que conociera el mercado europeo lo suficientemente bien para construir un equipo con presente y con futuro. Entonces, se llevó a Tel-Aviv a David Blatt, un estudioso de las ligas europeas, entrenador del año en la temporada 95/96 con el Hapoel Galili Elyon, al que llevó a Europa (participó con ellos en las copas Korak y Saporta) y que es el responsable de los fichajes de la mayoría de los hombres importantes de la plantilla macabea: Parker, Vujcic, Baston, Jasikevicius… él los condujo a Tel-Aviv.

Una vez realizado su trabajo de construcción, los petrodólares rusos llamaron a su puerta (como a la de tantos otros este verano), y decidió volver a ser entrenador principal de la mano del Dinamo de San Petesburgo, con los que este año ha ganado la Copa de Europa organizada por la FIBA. Después de Gershon, Blatt es uno de los entrenadores formados en Israel (incluso posee la doble nacionalidad) más admirados en su país.

Moni Fanan

Pero si Blatt es una figura clave porque fichó a los mejores jugadores del equipo, no menos clave es Moni Fanan, el gerente del club. Para Fanan el Maccabi es su “Familia”, como declara Derick Sharp, de hecho, en la plantilla se encuentra su hijo, Regev Fanan (eso sí, con un papel testimonial). Él es el que se encarga de que los jugadores nuevos se integren, de que la adaptación de los americanos a la ciudad no sea complicada, de que el vestuario sea una piña, y probablemente gracias a él, el club consigue mantener una plantilla de tanto prestigio sin tener un presupuesto desorbitado.

Que Saras esté contento sin ser el mejor pagado de Europa, que Parker renueve por sólo un millón cada temporada, que Vujcic se conforme con 800.000 dólares anuales, que Tal Burstein sea un elemento decisivo cobrando poco más de 50 millones de las antiguas pesetas al año, o que Derrick Sharp siga en Tel-Aviv tras 9 años, con una de las fichas más bajas del equipo, no es fruto de la suerte.

Como aprovechar doce millones de dólares

Ése es el presupuesto declarado del Maccabi, para hacerse una idea, inferior al del Barcelona, Unicaja, Pamesa o Real Madrid. La mayoría de sus ingresos provienen de las televisiones (hasta 4 millones y medio de dólares sumando liga israelí y Euroliga), y del patrocinio de la marca de alimentación “Elite” especializada en el Chocolate (como Ulker, el patrocinador del equipo de Estambul), además de al menos, otros cinco patrocinadores que contribuyen en menor medida a con la causa, entre ellos Cellcom, una empresa de móviles, y El AL, la principal compañia aérea de Israel. Que con estos doce millones los dirigentes macabeos consigan mantener un plantel estelar no tiene una explicación sencilla, ni meramente económica. Hay que meterse, por ejemplo, en los entresijos de una ciudad tan vital como Tel-Aviv.

Los turistas que la visitan se quedan fascinados con la energía que desprende la capital israelí durante las 24 horas de cada día, aunque vengan de otros templos de la vida moderna como París, Barcelona o Nueva York. Es una ciudad pequeña (se puede cruzar de Norte a Sur caminando durante una hora escasa), y tiene más de 1.200 locales destinados al ocio.

El servicio militar es obligatorio en Israel, desde los 18 hasta los 21 años, de hecho Halperin, el prometedor base suplente, está cumpliéndolo en este momento, aunque tiene exenciones por ser deportista de élite, (también tiene restricciones, por ejemplo, oficialmente, él no puede cobrar más de 1000 dólares de salario porque pertenece a la armada israelí). Cuando el israelí tipo finaliza su servicio militar… se va a Tel-Aviv a “vivir la vida”, por eso ésta es una de las ciudades más jóvenes de Israel.

Pongamos un ejemplo: Sarunas Jasikevicius. Podría ser considerado como el rey de la noche israelí, como contábamos en la previa de la Final Four, ha estado con muchísimas modelos, y eso que sus primeros meses fueron duros allí, pero una vez que descubrió el embrujo de la noche de Tel-Aviv… hasta los cantos de sirena de la NBA parecen poca cosa, el millón de dólares que percibe por sus servicios al club son suficientes para llevar una vida de ensueño, y además lleva dos años siendo el mejor de Europa con este equipo, algo muy importante debería pasar para querer variar una situación como esa.

Tel-Aviv, un estado aparte

Sin entrar en discusiones políticas, los habitantes de Tel-Aviv se consideran en un estado aparte del propio estado de Israel. La ciudad es el centro de la economía, la cultura y la diversión del país, un oasis de occidentalidad en pleno oriente próximo. La ciudad es mucho más moderna que el resto de Israel (incluso está muy al margen de los atentados terroristas que suelen sucederse en zonas fronterizas), pero si vamos más allá de las fronteras del joven estado judío, la capital no tiene nada que ver con el resto de su mundo cercano.

Quizás Tel-Aviv no esté geográficamente en Europa, pero por su nivel y forma de vida, es sin duda, más europea (o incluso norteamericana) que asiática. En 1973 las federaciones asiáticas intentaron dejar aislado a Israel (que el pasado día 11 de Mayo celebraba el 57 aniversario de su independencia). Entonces los macabeos fueron admitidos en otras organizaciones que no les correspondían geográficamente, por ejemplo, hasta 1990, se jugaban el pase al mundial de fútbol contra las selecciones de Australia y Nueva Zelanda. En Baloncesto, la FIBA permitió que sus clubes participaran en competiciones europeas, y en 1977, se proclamaban campeones de Europa tras vencer por 78-77 al Mobilgirgi Varese en Belgrado.

Desde entonces, el equipo de Tel-Aviv es el orgullo de todo un país (salvo, claro está, lo seguidores del Hapoel), y cuenta con una de las mayores aficiones de Europa, una afición capaz de trasladar 7.000 hinchas a Moscú en un viaje de más de 1000 euros por cabeza, para animar a su equipo durante 40 minutos de juego, una afición que estaba segura desde el primer día de la victoria del Maccabi en Euroliga, cuando las casas de apuestas deban favorito al CSKA, una afición, que quiere ver prorrogada en el tiempo la hegemonía de su equipo, porque Saras, Parker, Gershon, Fanan, Mizrahi, han levantado de nuevo el sueño de una ciudad, el sueño de todo un país.